Capítulo 9

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Ya empiezo a sentirme un poco mareada. No sé si son los nervios, o es que llevamos unos veinte minutos largos con el sol de lleno en la cabeza. Yo me tiraría por lo segundo, pero me temo que es lo primero.

Bajamos de la colchoneta y empezamos a salir del agua.

Mierda, me va a ver en bañador. No quiero. No me siento segura. Pero es un poco tarde para taparme, más que nada porque la toalla para secarme está en la mochila.

- Hola Camila, ¿qué tal? - me pregunta Ingrid, mientras me da dos besos.

- Hola Ingrid, muy bien. Te estábamos esperando.

A ti. Solo te esperábamos a ti. A nadie más.

Rebeca se acerca a Ingrid y se la lleva de un tirón al agua. Y a mí no me queda otra que saludar a la otra persona restante cuando se me acerca para darme dos besos. Corazoncito, compórtate bien.

- Hey, ¿cómo estás?

- Hey, Simón, eeh... bien. ¿Y..y.. tú? ¿Qué haces aquí? - creo que he sonado demasiado preocupada por su presencia.

- Bueno, si me lo preguntas así, si quieres me voy.

- ¿Qué? No, no, no. O sea, es que no te esperaba ver aquí.

- Ya... ni yo. Pero Ingrid me ha avisado esta mañana que iba a venir, y me ha preguntado si a mí me apetecía unirme.

- ¿Y te apetecía?

Pero vaya una imbécil, qué pregunta más tonta.

- Pues claro que le apetecía, ¿no lo ves aquí?

Imagínate cómo está mi cara ahora mismo. Gracias Luís, tú tan simpático como siempre.

- Oye Luís, vente al agua un ratito con Rafa y conmigo, anda, que te veo muy seco.

- Voy pero porque está allí Lucía, no porque tú me lo digas para dejar a estos dos solos aquí.

Ea, pues ya está. Ya sí que estoy del color de mi bañador, y no puedo camuflarlo.

- ¿No te vas a bañar? - le pregunto a Simón al ver que está tumbando su toalla al lado de la mía.

- No, es que no tengo muchas ganas de bañarme ahora mismo. Más tarde, si eso. ¿Tú?

- ¿Yo? Ah, bueno, es que llevo un rato ya metida, y tengo las manos y los pies que parecen garbanzos.

¿Pero por qué he dicho esoooo?

Sin embargo, el tío se ríe. No sé exactamente si se ríe de lo que he dicho, o de mí. Seguro que de mí, porque más patética no puedo ser.

Procedo a sentarme, pero como me salen los rollitos en la barriga, prefiero tumbarme. Junto a él. Ya te estarás imaginando cómo de rápido está mi corazón latiendo.

- Ayer te vi- comenta Simón, y efectivamente mi corazón no puede estarse quietecito.

- ¿A mí? ¿Cuándo?

- Aquí, en la orilla. Por la noche. Bueno, os vi a todos, en realidad. Quedé con Ingrid aquí, y de repente empezamos a escuchar unos gritos, y os vimos a vosotros correr por aquí. Al principio pensamos que estabais corriendo de algo, pero después llegamos a la conclusión de que estabais jugando.

- Bueno, a ver. "Jugando", lo que se dice jugando, no estábamos. Que lo dices como si estuviéramos jugando al pilla-pilla - sonríe mientras me mira con una ceja levantada. Pero este chaval, ¿puede dejar de ser tan guapo incluso sin pretenderlo? -. Bueno, vale, estábamos persiguiendo a Rebeca. Pero no por gusto, eh. Que te veo venir.

El bar de la esquinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora