Capítulo 12

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Tras llegar del bar a duras penas, porque te juro que me tiemblan hasta las piernas después de decirle eso a Simón, el reloj marca las 16:00. Decido lavarme los dientes, ordenar un poquito la habitación (porque llevo cerca de una semana poniendo la ropa sobre la silla y tú sabes, de vez en cuando viene bien no despertarse por la madrugada y pensar que hay un monstruo en tu habitación, cuando en realidad es el montón de ropa) y descansar un poco, porque por la tarde he quedado con mis amigos para ir a cenar.

Aunque lejos de descansar, agarro el ukelele que me regaló mi primo y busco una canción en internet para poder tocar algo. No es la primera vez que toco el ukelele. Una amiga de la infancia tenía uno y cada vez que iba a su casa lo tocábamos. Me encantaba, y siempre he querido uno, pero nunca me he parado a decir "venga, me voy a comprar uno". Me decanto por All too well (10 minutes version) (Taylor's Version) (From the Vault). Esa canción me encanta. Siempre me ha gustado, pero desde que sacó la regrabación e incluyó la versión de 10 minutos... mi vida es otra completamente distinta. Disfruto mucho cantando esta canción. No sé si es porque el registro de mi voz es parecido a la suya en esta canción, pero me siento muy cómoda cuando la canto.

Cantar es algo que me llena el alma. Me siento segura. Siento que por fin hago algo que se me da bien. Pero tampoco quiero alardear. Simplemente lo hago en mi habitación, sin molestar a nadie. Aunque sueño con, en un futuro, ser cantante. No aspiro a ser como Taylor Swift, creo que eso sería imposible. Pero me gustaría tener un espacio en la música. Con mis propias canciones. Con gente que escuche mi música, y que les guste.

Supongo que soñar es gratis.

Tras unas dos horas largas de sesión de ukelele y canto (a lo que a mí me gusta llamarlo concierto privado y gratis para todos mis vecinos), decido ducharme y empezar a prepararme para la cena. Hemos quedado a las 20:30, y esta vez debe ser a esa hora, no más tarde, porque hemos reservado en el restaurante. Es uno que está en el pueblo, por raro que parezca, porque aquí no suelen haber restaurantes ni nada por el estilo. Lo abrieron hace un par de años y se come muy bien, pero tampoco puedes ir todos los días porque sino te arruinas y no queremos eso. Aunque para ser de un pueblo pequeño, claramente no es tan caro como los restaurantes habituales. 

En cualquier caso, aquí nos encontramos todos, no con nuestros mejores outfits, pero sí con algo más arregladito. Exceptuando a Luís, que se ha tomado lo del restaurante muy en serio y parece que va a ir a una boda, y no precisamente de invitado, sino del protagonista que pronuncia el "sí, quiero". Aunque, conociéndolo, ya no nos extraña. Le gusta mucho vestir elegante, y a todos nos parece bien. Cada uno con su estilo. Es por eso que yo he ido con mis vaqueros y una camisa que tenía por el armario que vete tú a saber desde cuándo no la uso. Pero tampoco es plan de presentarse con una sudadera o una camiseta de Shrek, que cada uno con su forma de vestir y todo lo que tú quieras pero esto no es la playa. 

¿Qué se celebra? Pues que por fin hemos acabado el segundo año de carrera, y que volvemos a estar todos juntos después de un duro año. De normal la gente dice que el año más complicado y jodido de la carrera suele ser primero. Pero para mí, al menos, ha sido segundo. No os puedo explicar el desgaste mental que han sido los dos cuatrimestres. Mirándolo mejor ahora, no sé ni cómo he suspendido solo una. Realmente tampoco es para tanto, pero soy cáncer, lo que significa que llevo el dramatismo en las venas. 

El caso es que íbamos a quedar nosotros cuatro, Rebeca, Andrés, Luís y yo. Una cena de amiguis de toda la vida. Pero como Rafa está quedándose en casa de Andrés, tampoco vamos a hacerle ese feo. Que, además, para mí Rafa ya es parte de nuestro círculo de amigos. Es muy Andrés, es muy nosotros. Me encanta. Por lo que somos cinco. 

Miramos la carta, y realmente no hay nada fuera de lo común. No hay nombres raros para decirte que en realidad te van a traer patatas fritas con chorizo y huevo. 

El bar de la esquinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora