Capitulo XVIII

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Me iba despertando al día siguiente con unas caricias muy placenteras, abrí los ojos y notaba algo entre mis muslos, pasaban a los huevos y seguían agarrándome la polla masturbándome, volviendo a comenzar. Giré la cabeza y vi a Sonia con un brazo doblado y el codo apoyado en la cama sujetándose la cabeza, me sonreía y con la otra mano me repasaba toda la zona genital manteniéndome la polla tiesa como un palo.

Sonia: Buenos días, me he despertado y he visto que tenías una tienda de campaña montada en la cama, ¿qué estarías soñando?

Rafa: No lo sé, pero veo que te has preocupado de que la tienda no se viniera abajo.

Le besé los labios y ella sacó la lengua dándome un lametazo, se tiró encima de mí comiéndonos con las dos bocas abiertas apretándome la polla, bajé una mano por dentro de la sabana buscándole el coño, abrió las piernas para que pudiera acariciárselo y nos estuvimos haciendo una paja el uno al otro durante un rato sin separar las bocas, cuando le dejé el coño que los dedos me resbalaban de lo mojado que estaba me fui colocando para meterme en medio de sus piernas.

Sonia: Sí, sí, que me encanta como te mueves encima, aaaah.

Se la acababa de clavar hasta el fondo, abría las piernas flexionándolas apoyando los talones en la cama, yo me levantaba un poco sobre mis brazos para hacer más fuerza apretando contra su coño dándole vueltas, me pasó las manos por la espalda llegando a mi culo agarrándomelo para que se la sacara un poco, estiraba con decisión de los brazos y se la metía con un pequeño golpe, sus ojos me miraban enamorada, su boca entreabierta me pedían que la besara con pasión, sus manos marcaban el ritmo de una follada antológica, nos íbamos excitando de una manera que se veía que aquello iba a acabar en algo grande, nuestros gemidos y gritos se juntaban totalmente desinhibidos.

Sonia: Hay merlucito, me voy a correr que te voy a ahogar con lo que va a salir de ahí dentro.

Aceleró los movimientos de los brazos tres veces seguidas acompañándolos con su cintura, empezó a gritar dándole unos espasmos el cuerpo que apartó de golpe las manos de mi culo cogiéndose con fuerza a mi espalda, le salió un chorro enorme por el coño, yo no dejaba de moverme metiéndosela y sacándosela, en cada penetrada daba un grito volviendo a disparar un chorro de aquello que fuera, las piernas le temblaban de una manera que me daba con ellas en las mías al intentar cerrarlas, me corría y no podía parar de penetrarla, me salía un lechazo detrás de otro, ella dejaba ir un chorro cada vez más débil con cada tiro de semen que notaba en su vagina, su cuerpo lo tenía totalmente rígido a la vez que no paraba de tener espasmos con los ojos en blanco, cuando me separé había una mancha enorme en la sabana de sus eyaculaciones y mi leche que le salía del coño, me puse a su lado abrazándola de lado, seguía temblando, cerró los ojos, me pasó los brazos por la espalda apretándose a mí respirando desacompasada con su cabeza en mi pecho, cuando parecía que se recuperaba un poco.

Sonia: Hay cariño, que mareo, esto ha sido demasiado fuerte.

- Le besé y descansamos un rato para que se recuperara. Levantó la cabeza y me besó los labios con una sonrisa de oreja a oreja.

Rafa: Haber si cuando lleguemos mañana la que está malita eres tú con tanto mareo mi vida.

Sonia: ¿Tú vida?

Rafa: Sabes que lo eres.

Sonia: Pues descansemos un poquito más que verás que te va a hacer tú vida.

Rafa: Mejor preparo el desayuno y me tomo las vitaminas que me van a hacer falta.

Sonia: Hoy no vamos a salir de la cama, ya te aviso.

Y así fue, estuvimos todo el día desnudo en la cama, mirábamos el mar a través del ventanal, nos besábamos, acariciábamos y follábamos en cuanto nos recuperábamos, solo nos levantamos para desayunar, almorzar, cenar, y para darnos alguna duchita juntos que también acabábamos follando.

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