Capitulo XIV

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Me encontré al abrir la puerta cara a cara con Carlota, preciosa como siempre, hacía meses que no había tenido ningún contacto con ella, nos habíamos ignorado desde la última conversación con ella precisamente allí mismo.

Me miraba fijamente a los ojos sin decir nada, dio tres pasos lentos poniéndose delante de mí, empujé la puerta por detrás suyo para cerrarla sin perder de vista sus ojos, levantó los brazos rodeándome el cuello, le pasé mis manos por la cintura llegando a su espalda, nos besamos entregándonos las lenguas, al principio despacio, poco a poco nos fuimos apasionando, le quité la cazadora y me quité el abrigo, sin parar de besarnos nos estiramos en la cama, le desabroché la camisa quitándosela, me estiró del polo sacándomelo por la cabeza, le desabroché el sujetador tirándolo al suelo, nos comíamos los labios con pasión acariciándonos, bajé mi boca a sus tetas lamiéndolas de arriba abajo, le hice gemir al succionarle los pezones, seguí bajando hasta encontrarme con sus pantalones que desabroché y bajé quitándole las botas y los calcetines, estaba guapísima en bragas cuando se giró y me dejó a mi debajo quitándome toda la ropa que me quedaba, me agarró la polla y se la metió en la boca pasándome la lengua por la punta comiéndosela poco a poco hasta el final, estábamos disfrutando de un buen polvo sin habernos dicho ni buenas noches, la giré de nuevo estirando de sus bragas quitándoselas y metí la lengua entre sus piernas, le comí el chichi hasta gastarlo de tantas lamidas, Carlota gemía agarrándose con las manos a la sabana, me centré en el clítoris metiéndole dos dedo dentro de la vagina, pegó un grito y no dejé de lamer y mover los dedos hasta que se corrió, me deslicé por encima de ella y nos besamos con pasión restregándonos sus flujos, me agarré la polla y se la metí haciendo que gritara otra vez, abrió más las piernas y bajó sus manos por mi espalda dejándolas en mi culo apretándolo, me movía lentamente pero profundizando lo que podía con mi polla en su vagina, me apretaba el culo en cada penetrada marcándome el ritmo a seguir, se volvió a correr moviendo las piernas descontroladamente mientras yo me mantenía en medio sin dejar de metérsela, cuando se relajó nos miramos a los ojos.

Rafa: ¿Qué haces aquí Carlota?

- Qué gran pregunta que le hice, como si no estuviera claro lo que hacía allí.

Carlota: Calla y sigue follándome por favor.

Respuesta a la altura de la pregunta, seguí moviendo las caderas lentamente, podía pasar horas en aquella postura, en medio de sus piernas, moviéndome despacio y con sus manos acariciándome las nalgas, besándonos con tranquilidad, oyendo los leves gemidos de Carlota, pasó un buen rato y me giró poniéndome boca arriba, se subió encima metiéndosela en el coño cabalgándome al galope, nos corrimos juntos y nos quedamos estirados de lado descansando, cuando nos recuperamos.

Rafa: ¿Quieres un whisky?

Carlota: Si es con hielo sí.

Me levanté en pelotas y le preparé uno, nos enrollamos cada uno en una manta y salimos a la terraza a sentarnos y tomarnos el whisky, el mío solo sin hielo seguía allí, un poco más fresquito eso sí.

- Los dos en silencio mirábamos el mar.

Carlota: ¿Sabes que mi padre se folla a tú hermano?

Rafa: ¿Ya te has enterado?, yo hace tiempo que lo sé, antes de conocerte.

Carlota: Que fuerte tío.

Rafa: También te follo yo a ti a espaldas de tú marido.

- Nos volvimos a quedar en silencio un rato.

Carlota: Es buena persona, pero más soso que la madre que lo parió.

- Le di un buen sorbo al whisky.

Rafa: Todavía no entiendo cómo te casaste con él.

Se volvió a hacer el silencio, nos acabamos las copas y volvimos dentro, era ya de madrugada que nos metíamos de nuevo en la cama empezando el ritual otra vez, nos besamos y me fui colocando en medio de sus piernas, para acabar en nuestra postura favorita follando de nuevo, nos dormimos muy tarde. Al día siguiente desayunamos y se fue igual que había llegado, en silencio, espero que por lo menos también se fuera bien follada.

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