Promesas del corazón

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El pastel casero de Stella, que no había comido en mucho tiempo, sabía tan rico como extrañamente nostálgico. Había puesto portulaca alrededor del glaseado de zanahoria y también muchas nueces machacadas en trocitos.   

La portulaca era una planta comestible y, debido a su alto valor nutricional, se decía que era excelente para el cuerpo de los Omega. Por esta razón, la familia Jeon siempre lo tenía en la mesa, en sus postres y también en sus sopas. Las hojas y los tallos se comían, pero Stella, que era muy quisquillosa con la apariencia del plato, a menudo solo utilizaba las flores como decoración.

Siempre le habían gustado mucho los colores brillantes pero, ahora era más bien, algo relajante. Jungkook recogió una flor roja.

—También tengo portulaca en la habitación de la familia Kim.

—Oh, ¿ lo estás cultivando?

Mientras le servía otra taza de té, Stella comenzó a moverse de un lado a otro, sacudiendo su barriga mientras tomaba platos y tazas.

—Creo que lo sabes, pero la portulaca es muy sensible.

—Sí, lo sé. No quiero que se muera porque es un regalo.

—¿Te da muchos regalos?

Al lado, con el rostro resplandeciente, Jungkook asintió.

—Como soy una persona de una familia importante, creo que piensa que los obsequios son obligatorios.

—El adorno de tu cabello es precioso.

—Le dije que no lo quería.

—Pero es de mala educación rechazar un regalo.

—Lo acepté con eso en mente pero... No lo sé. Lo siento, he estado recibiendo tanto de él como para empezar a sentirme un poco abrumado. También me mostró la ciudad y el mar.

—¿Tu habitación es grande?

—Sí. Es muy grande así que me sorprendió al principio. Era demasiado lujosa.

Ella se rió y se ocupó de poner la canela encima de la cubierta. Sin embargo, al cabo de un minuto, pudo ver que la mujer en realidad estaba llorando. Jungkook se sorprendió tanto que se levantó.

—Stella, ¿Qué pasa? ¿Te duele la espalda otra vez?

—No. Es solo que... Me alegro tanto de que te veas feliz. —Stella miró fijamente a Jungkook, con sus brillantes ojos, sorbiendo la nariz y secándose las lágrimas con su delantal muchas veces. —Estaba preocupada porque te fuiste de repente. No dijiste nada. Hoseok no pareció estar bien informado de la situación, así que... No había nadie a quién preguntar. No sabia nada de ti, mi niño, y estaba muy angustiada.

Las sirvientas, que miraban en su dirección, también asintieron de inmediato.

—Sabía que seguramente ibas a estar rodeado de cientos y cientos de Omegas dentro de una mansión aristocrática tan buena como la de la familia Kim. Pero, me preguntaba si estarías bien, si te estarían tratando mal, si te... Estaban... Ah, estaba asustada. Muy asustada.

Cuando vio a Stella, que no podía contener las lágrimas, y a las sirvientas de cocina que tenían la nariz roja, se alegró tanto de haber regresado con ellas que casi lloró también. Cuando Taehyung lo dejó frente a la casa, estaba triste y comenzó a desanimarse demasiado e incluso si Norn le había explicado que era temporal, no quería quedarse y pidió que se lo llevaran de vuelta a la mansión lo antes posible. Pero, ya que había logrado reunirse con su querida familia, pensó que en definitiva había valido completamente la pena estar allí.

—Todo está bien allá. La verdad es que... No es nada de lo que esperaba. Creo que estoy viviendo una vida bastante decente.

—¿Lo dices de verdad, mi niño? —Stella se sentó frente a él. —¿No estás diciendo todo esto solo para hacerme sentir mejor, verdad?

En las Garras del Lobo  (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora