5. Arella. Green Day (1/2)

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Vale, un resumen de estos días mientras escuchamos Holiday de Green Day. Pues, primero de todo, tengo que decir que ya estamos a jueves, y se me ha pasado la semana muy muy rápida, porque alguien se ha encargado de ello. Y cuando digo alguien, me refiero a Kevin, que no me ha dejado tranquila en todos estos días y no me puedo quejar. Ha estado algún que otro día en casa, otras veces hemos estado dando vueltas y hablando de cosas (sobre todo cosas de mí, cómo no) y tengo que confesar que tuve miedo, porque cuando alguien te falla de la peor manera, algunas de las secuelas es que te cuesta volver a confiar en las personas, sobre todo en el causante, ¿no? Pero dejando eso por un lado en el que no creo volver a entrar, me lo he pasado muy bien. Le he presentado a mi pajarita, hemos ido a parques, me ha ayudado a estudiar... No hemos estado con el resto del grupo, con ellos solo nos hemos visto por los pasillos, aunque con Aydrel sí que he hablado de vez en cuando por el móvil, ¿para tonterías?, pues sí, pero qué más da.

De hecho, eso es lo que estoy haciendo ahora mientras llego a mi siguiente clase, estoy leyendo sus mensajes, pero me paro al ver a mis amigos en las taquillas. Parecen muy contentos, por las grandes carcajadas que están soltando. Enseguida me meto entre ellos, pasando por debajo de sus brazos entre risas, y me pongo al lado de la que es mi amiga más íntima. Amanda.

—Anda, hola —me saluda, apretando los labios y mirando a su alrededor, nerviosa.

—Hola —los saludo a todos en general, apartándome un poco. Siempre hago esto, porque sé lo que provoca que me junte con ellos. Que la gente luego se burlen de ellos o ya no sean tan "populares" como lo son ahora.

—¿No tienes clase? —me pregunta Kevin, sin mirarme ni un solo momento.

—En cinco minutos, ¿me acompañas? —respondo, alzando la comisura de los labios.

—No puedo, después te hablo, ¿vale?

—Sí, vale —suspiro algo decaída. No sé ni para qué me hago ilusiones. Igualmente, ¿por qué digo esto? No necesito a nadie, qué cojones.

—Ya sabes que quiero ir, pero también tengo un poco de prisa y...

—Lo sé, lo sé —lo calmo.

Sin que nadie le vea, me guiña un ojo, y vuelve a hablar con los demás, en un tono más bajo esta vez.

Vuelvo por donde he venido antes.

—¡Oye! ¡Espera!

Me quedo quieta esperando al "chico vintage", como lo llamo yo. Ya ni me acordaba de que íbamos juntos a clase.

—¿No te cambian al final? —pregunto mientras empezamos a andar.

Intento ponerme más adelante que él para que no sepan que nos hablamos o que somos amigos.

—No —responde, riendo.

—¿Qué te hace tanta gracia? —lo miro sobre mi hombro.

—Nada, que tienes picotazos por toda la nuca, a lo mejor.

—Serás imbécil —me las toco al momento y noto el escozor por las pequeñas heridas—. ¿Te fijas en todo, no?

—Para nada. Oye, ¿puedes caminar más lento?

—¿Para?

—Es que parece que huyes de mí. Si no quieres que vaya contigo, puedes decírmelo.

Casi se me rompe el corazón al escucharle a Aydrel decir eso. Y es que lo ha dicho de tal forma que parece tan inseguro...

—Yo... es que... —balbuceo, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Pensaba que era al revés.

—¿Qué? —se extraña, avanzando a grandes zancadas—. ¿Por qué?

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