Mos maldijo mientras aterrizaba en medio de lo que parecía ser un banquete Caronte. Allí debía haber al menos cien Carontes presentes... y todos lo miraban fijamente en silencio, mientras se posaba en el suelo de piedra frente a ellos. El único sonido que se oía era el susurro ocasional de un ala Caronte.
La habitación le recordaba a un gran salón medieval con las vigas curvadas y talladas, y sus grandes arcos. Las paredes de piedra le daban al lugar un toque extraño, algo que no parecía notar el Caronte semidesnudo que devoraba un cerdo asado, un par de vacas, y algunas cosas que no podía ni siquiera identificar.
─¿Está aquí para que nos lo comamos? ─preguntó un niño Caronte a otro mayor.
Antes de que Mos pudiera responder, Apollymi apareció al otro lado de la mesa principal, al lado del viejo Caronte al que el niño había preguntado.
Sus ojos plateados refulgieron con violencia cuando lo miró fijamente.
─Arrancadle la piel a tiras a ese inútil Sumerio.
─¿Sumerio? ─gruñó el viejo.
Mos maldijo. Sip, en este grupo un sumerio podía tener tanto éxito, como un dueto Ozzy Osbourne/Marilyn Manson en la sureña Convención Anual Baptista. Él bien podía estar llevando una camisa que dijera "Bocados jugosos", con mucho énfasis en la parte de "bocados".
Mos se puso en movimiento con la esperanza de evitar la muerte que le esperaba.
─Mira. ¿No podemos llevarnos todos bien?
─Ekeira danyaha ─espetó una hembra, la versión obscena de "¡Que te den por culo!" en Caronte.
De pronto un macho se le acercó por la espalda. Mos cogió al demonio y lo tiró al suelo. Antes de que pudiera darle un puñetazo, otro demonio le mordió en el hombro. Siseando de dolor, le dio un cabezazo al Caronte, golpeándole la espalda. El hombro de Mos se desgarró cuando el demonio se apartó.
Una mujer corrió entonces hacia Mos. Él la cogió y la lanzó hacia los dos hombres que se le estaban acercando.
─¿Dónde está el maldito equipo de asalto cuando lo necesitas? ─gruñó él, mientras otro demonio le golpeaba por detrás.
Dio en el suelo con todo su peso, algo que no pudo evitar, dada la fuerza del demonio. Cambiando de estrategia, Mos le dio desde atrás una patada en las rodillas al Caronte. Éste chilló de dolor antes de zafarse de Mos, el cual se movió con rapidez y le dio al demonio un golpe en la caja torácica.
─¡Parad!
Mos se tambaleó hacia atrás, mientras los demonios obedecían la orden. Vio a Bank a su derecha, mirando con horror lo que estaba sucediendo.
─No interfieras en esto ─gruño Apollymi.
Bank sacudió la cabeza.
─No quiero que él muera. No de esta manera, y no sin una explicación.
─¿Explicación? ─Apollymi empujó a un demonio antes de acercarse a su nieto─. Fui a su panteón y les pedí ayuda para esconder a tu padre, ya que mi panteón quería matarlo. ¿Y sabes lo que hicieron ellos?
─Se rieron ─dijo Mos, recordando claramente las historias del evento.
Apollymi se giró hacia él con sus fosas nasales llameando. Él estaba asombrado, pues ella no había usado sus poderes para hacerlo pedazos contra la pared. Obviamente una muerte rápida no era lo que ella tenía en mente, ella quería causarle un largo y abrasador dolor.
─Mi hijo sufrió cuando nunca debería haberlo hecho, y yo quiero devolvértelo... diez veces.
Él podía entender eso. Infiernos, podía respetar sus sentimientos, pero no podía cambiar el hecho de que no había tenido nada que ver en el asunto.