Capítulo 07

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Bank intercambió un ceño fruncido con Fong antes de seguir a Mos por el corredor donde estaba el ascensor. Mos les dirigió una perturbadora mirada cuando lo hicieron a un lado para entrar en el ornamentado y revestido ascensor con él.

─¿Qué? ─preguntó Bank irritado, mirándolo.

La respuesta de él fue un gruñido por lo bajo.

─¿Debo suponer que conoces a ese tío, jefe?─preguntó Fong.

Mos siguió sin hablar.

Bank no necesitaba sus poderes para sentir la salvaje furia en el interior de Mos, para sentir al asesino en que se había convertido ante la mera mención del nombre de Kessar. Bank no sabía qué pasado tenían en común, pero era obvio que no era uno feliz. Aparentemente, Kessar, junto con la madre de él, no era demasiado apreciados por Mos.

Mos estaba rígido como una vara detrás de Bank, y agarraba con fuerza el bastón en un puño de nudillos blanquecinos. En ese momento sus rasgos parecían incluso más duros. Sus ojos estaban vidriosos. No sabía cómo se las arreglaba para parecer atractivo, pero había algo en él, y en su furia, que hacía jadear a sus hormonas.

De pronto, la canción "Get Stoned" de Hinder le pasó por la mente. Totalmente inapropiada, especialmente en un momento como ese. Aún así, no pudo evitar preguntarse si la ira realmente mejoraría el sexo.

Por otra parte, no tenía una idea cabal de cómo era el sexo ni siquiera tranquilo.

De verdad que deberían dejarle salir más.

Mos lo miró como si pudiera leerle los pensamientos. Oh, estupendo. Justo lo que necesitaba... tenerlo dentro de la cabeza, oyendo el hecho de que se sentía atraído por sus miradas furiosas. Genial. Simplemente genial.

Ya que estaba en eso bien podría haberse puesto a chillar como un adolescente de trece años y decirle lo guapo que estaba cuando lo regañaba. Por suerte para él, Mos siempre lo estaba.

Desviando la mirada hacia las puertas, no dijo nada ni hizo ningún movimiento que pudiese traicionar la senda por donde iban sus pensamientos. ¡Sería tan embarazoso! Especialmente dado el hecho de que el hombre odiaba a toda su ascendencia materna.

Había degradaciones que una persona simplemente no necesitaba. Ésta era, definitivamente, una de ellas. Así que intentó ignorarlo. Algo que habría sido mucho más fácil si su imagen no se reflejase en el acero de las puertas. Maldita sea, el hombre era guapísimo, especialmente cuando tenía aquella dura mirada de determinación. Era todo un predador y hombre.

Era una combinación peligrosa para su cordura.

Tan pronto como se abrieron las puertas del ascensor, Mos salió y caminó delante de ellos... algo increíble dado el hecho de que no le gustaba tener gente a sus espaldas. Supongo que confía en que Fong le advierta si se movía para atacarlo.

Qué pensamiento tan encantador...

El casino estaba oscuro, con luces brillando provenientes de las tragaperras y las mesas. El ruido de campanillas y tonos electrónicos luchaban por la supremacía, mientras los ganadores reían y otros gritaban por encima de la tenue música. El casino parecía una total anarquía, y al mismo tiempo invitador y divertido. Bank no sabía qué pasaba con los sitios como aquel, pero eran hipnóticos.

Inconsciente de todo eso, Mos cruzaba el área con resolución, dirigiéndose hacia las mesas de juego, como si supiese por instinto dónde encontrar a su enemigo.

Bank miraba a izquierda y derecha, intentando localizar a alguien que pudiese estar contra ellos o cualquiera que pudiese ser una de aquellas cosas que lo habían atacado en Nueva York. Vio numerosos humanos inconscientes del hecho de que estaban en mitad de una zona de guerra. Algunas camareras altas y rubias con cortos vestidos negros hicieron una pausa para mirarlo con malicia. Eran Apolitas, pero la que circulaba con el cambio, era una Daimon mujer. De hecho, curvó su labio hacia Bank, mostrando la punta de un colmillo.

12 MosBankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora