CAPITULO 1

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Abrí los ojos. No sabía dónde estaba.

La habitación era pequeña y estaba oscuro. Me senté en la cama y traté de recordar cómo había llegado allí. Pero todo era un vacío en mi mente. 

Intenté levantarme, pero me sentí mareada y me tambaleé. Me aferré a la cama para no caerme.

Entonces lo vi. 

Un sobre cerrado estaba sobre la mesita junto a la cama. Cuando el mareo pasó, lo abrí y leí la nota que había dentro: 

-Ya has despertado. No te preocupes, estás a salvo. Necesito que confíes y esperes en la habitación hasta que regrese.

Fue entonces cuando me di cuenta de que algo no estaba bien. ¿Quién había escrito esa nota? ¿Cómo había llegado yo hasta allí? ¿Dónde estaba? En pocas palabras qué estaba sucediendo....

Miré alrededor.

La habitación parecía ser un pequeño cuarto de huéspedes con una sola puerta y una ventana que daba a un patio interior. Había una pequeña mesa con dos sillas, y una pequeña televisión colgada en la pared con cables colgando, dudé que funcionase. Miré en el armario y encontré ropa, una chaqueta y un par de zapatos. Me cambié.

Miré la nota de nuevo y no había más información, solo que esperase en la habitación. Decidí que la mejor opción era investigar por mi cuenta.

Salí y caminé por el pasillo buscando alguna indicación; llegué a una escalera por donde bajé, llegué a una minúscula recepción completamente vacía y una puerta que daba a la calle. Decidí salir a buscar ayuda.

Caminé buscando a alguien, la zona era totalmente desconocida.

No había nadie, ni personas, ni coches circulando, solamente algunas palomas buscando que picotear.

Comencé a sentirme nerviosa.

De repente, una mujer que no sabía de donde había salido, me asió por una de las muñecas y tiró de mí.

Grité tratando de liberarme, pero era increíblemente fuerte. Me llevó a una callejuela y me empujó contra la pared, el miedo hizo que me paralizase completamente y comenzara a temblar. Estaba inmovilizada por su cuerpo totalmente pegado al mío, sus rodillas presionaban mis piernas y sus manos sujetaban mis muñecas contra la pared, sentí dolor por la fuerte presión que estaba ejerciendo.

"No grites, escúchame", dijo la mujer con un ligero acento que no supe identificar a escasos centímetros de mi cara, "tenemos que irnos ahora mismo. No estás segura, hay gente peligrosa que te busca, estoy para ayudarte, pero necesito que confíes en mí, yo puse la nota".

Tenía unos increíbles ojos verdes.

No sabía si creerle, pero dada la situación, tampoco tenía opciones.

Si quisiera matarme, podía hacerlo allí mismo, no había un alma alrededor.

Con un movimiento de cabeza asentí.

Soltó una de las muñecas, pero la otra no, dirigiéndome, pero sin hacer tanta presión en el brazo, fuimos al principio de la calle por donde habíamos llegado, revisó a ambos lados e incluso arriba de los edificios y siguió guiándome sin dejar de vigilar hacia todas las partes.

Caminamos en silencio, a través de calles vacías donde ni la luz del sol se atrevía a entrar, la mujer caminaba con una velocidad y determinación que me costaba seguir, a pesar de ir amarrada por la muñeca.

Trataba de pensar con claridad, pero mi mente estaba nublada y confusa. ¿Quién era esta mujer? ¿Y por qué había dicho que me buscaban?

Finalmente, llegamos a un pequeño callejón sin salida. La mujer empujó una puerta de metal oxidado. Entramos en un oscuro y estrecho pasillo que olía bastante mal. Me di cuenta de que estábamos en un edificio abandonado.

La mujer encendió una linterna y me la entregó. "Sigue adelante", dijo en un susurro. 

Caminé por el pasillo, tratando de no tropezar en los escombros y la basura que había en el suelo. Llegamos a una puerta de madera vieja, y la mujer la abrió con una llave. Entramos en una pequeña habitación sin ventanas, con una mesa, dos sillas, dos pequeñas camas y una estantería con lo que parecía una bolsa de ordenador, una luz mortecina se encendió al apretar un interruptor, quedando alumbraba la estancia, si eso no era una celda, se le parecía mucho.

La mujer cerró la puerta y me hizo sentar en una de las sillas. "Necesito que me digas que recuerdas, ¿sabes quién eres?".

Me sentía insegura. 

"Estoy desubicada, tengo un tremendo dolor de cabeza". Empecé a llorar al darme cuenta de que ni siquiera sabía cuál era mi nombre.

La mujer se sentó en la silla opuesta y me miró fijamente, no había ni una pizca de pena en su mirada. " Lo más importante es que descanses, mañana nos iremos de aquí a un lugar seguro, saldré a buscar algo de comer, es muy importante que no te muevas de aquí, ¿entiendes eso?, si te vas, no podré ayudarte".

El algoritmo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora