8. 𝚄𝚗𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝙷𝚊𝚣𝚎𝚕

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Mi pequeño girasol:

No es lo más profundo y quizás tampoco lo que mereces, pero necesitaba escribirte. Sí, lo estoy haciendo, con mis propias manos, con mis temblorosas y sucias manos de hombre humilde.

Hace ya mucho que no sé nada de ti; entiendo que no me escribieras, entiendo que quizás me olvidaras demasiado pronto. Puedo jurar que ni el tormento de la guerra, ni la distancia, ni el terrible frío, ni el dolor, ni el olor a pérdida, ni nada en este mundo retorcido hará que me olvide de ti, pero no se trata de mí.

No se trata del soldado que construyeron a la fuerza, sino de la linda joven que debe seguir adelante con su vida sin sentir que está en deuda conmigo. Por eso entendería cualquiera de tus razones para haber renunciado a lo extremadamente grandes que fuimos en tan poco tiempo; a todo el amor entre nosotros y al futuro tan iluso que nos construimos. Porque sí, la realidad del mundo no tiene nada que ver con todo lo que soñamos y hoy estoy listo para darme cuenta.

Quería decirte que mañana será un día importante, uno decisivo, quizás el último, quizás el primero de otra interminable ronda; tú solo no temas por mí, ya no soy el mismo chico, ya no. Te sorprendería ver a la persona en la que me han obligado a convertirme.

Lo que suceda mañana significará mucho, quizás después de mañana yo no sea nada. Sinceramente, lo que pueda suceder ya no me asusta, a la sombra de esta contienda han ocurrido tantas cosas horribles que la incertidumbre de un día decisivo puede considerarse dicha.

Pero si todo esto acaba, cuando lo haga, te buscaré, a pesar de tu decisión sobre nosotros, de tus posibles razones para olvidarme, de toda la mierda que esta guerra tiró sobre nuestra historia. Te buscaré y quiero guardar la certeza de que tus ojos azules volverán a ser mi brújula aunque ya no me vean igual; aunque quizás ya no me vean. Porque el cielo siempre será la referencia cuando quieres nombrar a algo infinito, mi referencia eres tú cuando quiero llamar a algo hermoso.

En este punto, ni siquiera sé por qué te escribía. Quizás por todo, quizás porque ya no puedo ni llorar para calmar el dolor, o porque los meses han sido eternos en el continuo intento de lidiar con esto... no sé. Solo quería recordarte que jamás renunciaré a la idea de construir un perfecto futuro a tu lado, uno que no está a nuestro alcance, pero sí al de nuestros sueños.

Mírame a mí, soñando contigo cada noche como si te tuviera... Al menos en ese plano, nunca seremos imposibles.

Así que, suéñame... Si quieres, si lo necesitas, si quizás, por alguna razón, me extrañas lo suficiente.

Sueña con nosotros en medio de ese campo de girasoles que tendremos, cerca del mar, cerca de la felicidad justa que reciben los humanos, lejos de la guerra y del mundo.

Te Amo, Hazel, debí decir eso muchas veces antes de venir aquí y darme cuenta de que quizás ya no pueda hacerlo. Debí susurrarlo y también gritar, para que te quedaras con mi voz en tu cabeza, no con mi letra temblorosa jurando desde el papel que has sido y serás el amor de una vida que permanecerá más allá de las inclemencias de la guerra y del inminente llamado de la muerte.

Te amo... con cualquier otra palabra te mentiría.

 con cualquier otra palabra te mentiría

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𝐆𝐢𝐫𝐚𝐬𝐨𝐥𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐮𝐧 𝐬𝐨𝐥𝐝𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐥 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora