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Mi soldado de papel:

Aquí va la última nota, que realmente no irá, sino permanecerá en estas páginas saturadas con todo el amor que he querido darte.

Hace dos semanas la guerra terminó... establecieron algún acuerdo o determinaron suficiente el saldo de bajas y heridos. Sé que la batalla ha cesado, pero tú no estás aquí.

Siéndome sincera, tengo miedo; para intentar mentirme, digo que hay muchas posibilidades de que vuelvas y, aunque es lo que mi corazón desea, sospecho que no estás en camino, que tu cuerpo quedó atrás y que no volveré a ver tu sonrisa para ofrecerme un gran día.

Este será mi último girasol, mi última gota de pintura sobre el lienzo, el último suspiro de amor contra el aire, mas no la última lágrima.

Dos años no me han sido ni serán suficientes para llorar tu ausencia, Ben. Y es que no sé si duele más el hecho de que no hayas estado, o la posibilidad de que ya no vuelvas a estar.

Tenía 16 cuando tropecé con tus medias sonrisas y tu corazón repleto de bondad.

Ya contaba 17 al llamarte la persona más real en mi vida.

Los 18 acabaron con las formas y las apariencias.

A los 19 éramos dos definitivamente.

Mis 20 fueron tristes sin ti.

A partir de ahí, el resto del tiempo se resume en días pasando veloces, a veces demasiado lentos, a veces sin siquiera pasar, otras pasando sobre mí como manadas de elefantes y sí, me cuesta respirar cuando mis pulmones acaban tan comprimidos, tan insanos, tan llenos de dolor.

Porque sé que no querías partir, sé que yo también soy muy importante para ti, sé todo lo que jamás dijiste sobre nosotros, y esas cosas que podían haber pasado de no existir bajo cielos tan revueltos como los que dan sombra al mundo hoy.

Lo siento, por no poder hacer algo, por ser insuficiente en casos como este, por no saber dónde se encuentra la respuesta al insomnio y a las balas perdidas. Siento no saber siquiera los pasos correctos para haberte moldeado y haber hecho de ti al menos un soldado de papel.

Siento que mi vida siguiera adelante tan taciturna y apagada, con la luz tan opaca que he dejado morir de tristeza, junto a alguien que, sin ser suya, solo me ofrece la oportunidad de no ser de nadie más.

Siento dejar de escribirte, siento pensar inevitablemente menos en ti, siento que la guerra pueda haberte sepultado y que yo ni siquiera sepa dónde ir a dejarte flores.

Ya me he cansado de luchar contracorriente: no cambiaré el mundo. Ya me he cansado de suponer tantas cosas, al punto no hallar el umbral que separa mis cavilaciones de los hechos verdaderos.

Pero nunca me cansaré de amarte, así lo haga sola y sin ningún pronóstico de encontrar alguna pizca de vuelta. Ya te he dicho, el Sol cada mañana me abriga con sus rayos y me deja ser más fuerte para sobrellevar la vida.

Para no perder la esencia del amor que nos tuvimos, del recuerdo que aún vive, del dolor que no se marcha.

𝐆𝐢𝐫𝐚𝐬𝐨𝐥𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐮𝐧 𝐬𝐨𝐥𝐝𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐥 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora