❥ ; 1 - Prometidos

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Las visitas a la ciudad eran reconfortantes, sobre todo para Tighari, a quien los estímulos le emocionaban. Sin embargo, seguía prefiriendo su vida en el pueblo. Se asustaba con los coches y lloraba sin cesar. Apenas tenía dos años y era solo la segunda vez que iba. Su madre lo abrazó contra su pecho y dejó un suave beso en su frente para tratar de frenar su llanto. Su padre hablaba por teléfono con alguien mientras esperaban en la entrada del edificio. Tighnari se sorprendía al ver casas tan altas, con tantas ventanas. Otro pitido. De nuevo su madre lo apretó contra su pecho para que dejase de llorar. Sus orejas se encontraban agachadas y su colita se había metido entre sus piernas por el miedo, estaba hecho un ovillo en brazos de su madre.

—¿Van a tardar mucho?— cuestionó la mujer mientras acunaba al pequeño.

—No, ya está solucionado— dijo el hombre— vamos.

La puerta se abrió y, una vez dentro, entraron en el ascensor. Seguían siendo muchos estímulos para un niño que se había criado en el campo. Pese a vivir en el pueblo, su familia era de las más ricas de allí y guardaba gran relación con la familia Rhuka. Su padre había sido amigo desde niño del dueño de la multinacional más importante del país, un alfa poderoso que era mejor tener de tu lado.

Al fin llegaron a la suite donde vivía aquella influyente familia. Todo era amplio, colorido, con mucha luz y muebles modernos que contrastaban con la decoración rústica de su casa del pueblo.

—¡Viejo amigo!— gritó el amigo de su padre. Junto a él apareció un chico de apenas unos doce años. Iba vestido con traje, era serio. Su cabello era gris como el de su padre y de entre este salían las características orejas de zorro. Todos tenían rasgos similares, pues pertenecían a la misma especie de híbridos. Estaba claro que el joven iba a ser un alfa al pasar su adolescencia debido a que, con su corta edad, ya era alto y bastante fuerte, podía apreciarse en su complexión.

—¡Cuánto tiempo! Alhaitham está enorme y eso que nos vimos hace solo dos meses— contestó el padre de Tighnari.

—Va a ser como su padre, sin duda— respondió antes de darle una palmada en la espalda a su hijo. —¿Por qué no juegas con el pequeño Tighnari mientras hablamos los adultos?

El niño simplemente asintió muy obediente y se acercó a la mujer que sostenía en brazos a Tighnari.

—Cuidaré bien de él— dijo con la postura firme como si fuera un adulto en miniatura.

La mujer sonrió y dejó a su hijo en los brazos del menor. A Tighnari le gustaba ir a ver a Alhaitham, era divertido y tenía muchos juguetes que nunca había visto. Se abrazó al pequeño alfa y todo el miedo que había sentido en la calle parecía haberse ido.

—¡Haitham!— gritó el pequeño arrastrando un poco las palabras. Sabía hablar bastante bien para su edad, pero cometía los errores típicos de un niño de dos años. —Mi novio.

Alhaitham se sonrojó y su cola se movió de un lado a otro suavemente. Aunque aún era un niño, su padre siempre le había hablado de que debía convertirse en un alfa fuerte y que cuidaría de un bonito omega algún día. 

—Te enseñaré el nuevo juguete que mis padres me han traído—. Sin soltar al pequeño, caminó hacia su cuarto de juegos y dejó que los adultos pudieran charlar tranquilos.

Tighnari también mecía su cola de un lado a otro, emocionado. Lo que no sabía en ese momento era que lo que los adultos negociaban era su futuro. De eso habían pasado dieciséis años. Tighnari acababa de cumplir la mayoría de edad y apenas había visto a su prometido en todos esos años. Un omega y un alfa de dos familias amigas y pudientes, no era raro que surgiera el matrimonio arreglado.

Destinos entrelazados (omegaverse) [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora