14

58 4 9
                                    

Tachihara

Aparté el vaso de vodka de mi boca y lo dejé sobre la barra, tragando saliva. Ahí estaba, entrando por la puerta del bar, sin percatarse de mi presencia. Fue hacía la barra y le dijo algo a su madre. Sus padres eran los dueños del bar y él a veces se dedicaba a echarles una mano, sobretodo durante las vacaciones de Navidad. Entró en el interior del bar y salió a los dos minutos, vestido como su padre, para atender a los clientes.

Esa era mi oportunidad. Alcé el vaso y vino hacía mí con tranquilidad. Una tranquilidad que se esfumó cuando me reconoció.

-Ho-hola Tecchou. – le saludé, intentando no tartamudear aunque la cosa no parecía funcionar muy bien. Me aparté las gafas de sol de los ojos y las coloqué en mi cabeza. Tecchou me miró con una seriedad enorme y me dio la espalda. ¿Qué? ¿Me iba a ignorar?

-Tecchi, Tecch, ¡Tecchou, espera! – me levanté de un salto y le seguí en su paseo hacía otra mesa. – Tengo que explicarte…

-Estoy ocupado. ¿No ves que estoy trabajando? – soltó, áspero, sin ni siquiera mirarme.

-¡Si, ya, pero tengo que explicarte…!

-No me tienes que explicar nada, Tachihara. Es más, prefiero no saberlo. – se detuvo delante de una mesa, preguntando por las bebidas. No pensaba dejarle ir tan fácilmente, de hecho, no pensaba dejarle ir.

-¡Sólo cinco minutos, Tecchou! – interrumpí a los clientes, sin importarme nada parecer grosero o la mierda que pensaran de mí.

-Ignórenlo, por favor. – dijo, totalmente indiferente, escribiendo el encargo en la libreta. Muy bien, a mí no me ignoraba nadie. Que alguien me ignorara me sentaba como un latigazo en el trasero... bueno, no, eso me gustaba.

-¡Tecchou, cariño, puedo explicártelo, yo en realidad no quería pero es que me siento tan solo por las noches sin ti! – Tecchou se puso tenso, tenso y rojo cuando empecé a gritar. Todo el mundo se nos quedó mirando con cara de ¿Qué pasa aquí? ¿Y esos gritos? Y yo seguí, sin vergüenza, porque sencillamente, tenía poca. - ¡Tecchou, sabes que yo te quiero, no lo volveré ha hacer, te lo juro! ¡Vuelve conmigo, por favor!

-¡Tachihara, cállate!

-¡¿Por qué no me escuchas?! ¿¡Ya no me quieres!? ¿¡Y todas las noches que hemos pasado juntos ya no significan nada para ti!? – murmullos, murmullos, escándalo. Vamos, esfuérzate Tachihara y ponte a llorar. - ¡Tecchi, cariño, es que tengo que arrodillarme y…! – antes de que terminara y las lágrimas comenzarán a salir, Tecchou me puso una mano en la boca y, rojo como un tomate, me agarró del brazo y empezó a tirar de mí fuera del bar, a rastras. Me sacó fuera y me soltó bruscamente, hecho una furia.

-¿Eres idiota o te lo haces?

-¡Necesito que me escuches, tienes que escucharme! ¡Lo que vistes ayer…!

-¡Sé lo que vi ayer, es más que obvio, no necesito que me expliques que es lo que estabas haciendo con Ryunosuke! ¡Sé reconocer lo que es tener sexo, Tachihara! – tragué saliva. Estaba muy, muy, muy enfadado. Suspiré, observando como el color rojo furia desaparecía de su cara poco a poco mientras yo empezaba a preparar las palabras adecuadas con las que explicarle todo. Todo. Sin excepciones. Era hora de dejar de fingir y soltar las cosas claras.

-Tecchou… - alcé una ceja, más que sorprendido al ver como se llevaba un cigarrillo a la boca y lo encendía con un mechero, guardándoselo luego en el bolsillo derecho del pantalón. - ¿Volviste a fumar?

-Si. Desde que vi a mi mejor siendo follado por su hermano mayor contra la pared de su propia casa. – me mordí el labio inferior, sintiéndome mal, culpable, y esa era una de las pocas cosas que me hacían sentir avergonzado de verdad. – Me mentiste, Tachihara. A mí, ¿Sabes?

Tuyo para jugar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora