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Tachihara

–Eh… – Aparté la pajita a través de mi bebida, de mi boca, sobresaltado, encogiéndome por la repentina corriente que recorrió mi columna vertebral cuando él posó la mano sobre mi hombro. –¿Estás solo? – nos miramos y se sentó a mi lado sin pedir siquiera permiso. Me puse nervioso de inmediato. 

–Eh… pues – Tragué saliva. La persona que acababa de aparecer tenía voz grave, muy diferente a la mía. No se porque ese hecho me sorprendió lo suficiente como para hacer que un sudor frío me recorriera el cuerpo mientras me volvía para mirarle. Ropa ancha, solo por dos tallas. Flequillos laterales que le caían hasta la barbilla con puntas blancas, el resto de su cabello era corto y negro. Piercing en el labio, mirada gris con un aura oscura, gorra… nunca me había cruzado con alguien así, no supe clasificarlo. Sentí un ligero escalofrío cuando me observó detenidamente, evaluándome con la mirada, de arriba abajo y finalmente, me miró a los ojos. Contuve el aliento y acabó sonriendo. Era una sonrisa pícara y seductora que me dejó helado. 

El lugar donde estaba era el típico sitio en el que te manoseaban el trasero cada dos pasos y había tanta gente a tu alrededor, que eras incapaz de saber quien había sido, por eso, en cuanto se sentó a mi lado, me puse rígido. 

Busqué con la mirada a alguien conocido. Tecchou, Jouno, no los veía por ninguna parte y el estómago se me encogió de miedo.

–¿Qué haces aquí solo? – me preguntó de nuevo el chico que se me había acercado. Tendría por mi edad, eso me relajó.

–No estoy solo. Estoy con… unos amigos que… – Volví a buscarles con la mirada. Seguía sin encontrarlos. – tal vez se perdieron. Debería ir a buscarlos. – Baje un pie de la silla, dispuesto a irme. Él se rió. 

–¿Tienes prisa? Te invito a algo.

–No, gracias. 

–¿Por favor? Si te mueves mucho de aquí, van a quedar tatuadas los dedos de todo este lugar en tu culo. – Me quedé pensativo. No tenía ganas de volver a ser tocado por todo esta gente mientras los demás se divertían a mi costa. Volví a sentarme.

–Bien. – Me terminé el vodka, incómodo. Él me miraba de reojo y en cuanto terminé mi vaso, ya tenía otro delante. Mi nerviosismo aumentaba. –¿Por qué me miras tanto?

–¿Sabes que de espaldas te he confundido con una chica? 

–¿Ah, si? 

–No te ofendas. 

–No – mentí. – Si me has confundido deberías estar decepcionado, ¿no es así?

–Para nada. Chica o chico me has llamado la atención. Si me fuera creo que aunque lo intentara no podrias salir de mi cabeza. – Bajé la cabeza. Sentía mis mejillas arder. 

–Esto… yo no.  

–¿Tienes novia? 

–Hasta el invierno pasado… si. – No debería haber contestado a eso o, quizás, debería haber dicho que si. 

–Interesante… – Se formó un profundo silencio. – ¿Y novio? – tosí cuando el líquido se me fue por el lado equivocado a causa de la sorpresa, cortándome la respiración. Él me dio varios golpecitos en la espalda intentando contener la risa y me encogí al sentir su mano caliente sobre mi brazo desnudo. Saltaron chispas por ese simple roce y apartó la mano enseguida, como si el contacto con mi piel le hubiera dado calambre. Alzó una ceja, observándome con curiosidad y sorpresa. 

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