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Tachihara

Supongo que las personas no se contentan con nada. Son totalmente imprevisibles y ambiciosas, siempre pidiendo más, siempre exigiendo más de sí y sobretodo, de las personas que les rodean. Quiero esto, quiero lo otro, no descansaré hasta que lo tenga… lo sé. La naturaleza del ser humano. Ambicioso, competitivo y a veces, crueles incluso.

Lo sé porque yo soy así.

Solían llamarme engreído, sí, lo recuerdo. Uno de mis putos apodos de adolescencia. El niño mimado del instituto, Tachihara, y era un apodo merecido, ciertamente. Iba por ahí vestido con ropa de marca y peinado marcando mi propio estilo. Si ser llamado asi solo por que era el unico hombre que cuidaba su higiene en ese salon, pues si, si lo era.

Me peleaba a menudo. Con profesores, con compañeros de clase, con cada persona que me tomaba por idiota, maricón, anormal, un chico que seguramente iría poniendo culo a todo el mundo… eso decían. Eso me hacía destacable. Nunca me ha importado lo que la gente piense de mí o eso hacía creer. La verdad es que por dentro, dolía. Dolía mucho… claro, que luego recordaba que tenía dinero que gastarme en zapatos nuevos y el dolor desaparecía fácilmente.

Yo tenía mucha suerte. Aunque la gente me mirara como si fuera un bicho raro, tenía suerte. Tenía los dos mejores amigos que una persona puede llegar a tener. Una madre comprensiva y atenta, un posible padrastro que era simplemente genial, una casa enorme y limpia, mucho dinero y con eso, todo lo que pudiera desear.

Entonces, un día la conocí a ella. La diva del instituto, Naomi. Guapa, popular, simpática, dulce y amable. Fue durante el último curso de secundaria cuando me dijo, "Tachihara, me gustas mucho" así de rápido y simple y… empezamos a salir. Oh, Naomi era todo lo que yo buscaba en una chica, me encantaba y enseguida me enamoré de ella.

Naomi era muy popular y al ser su novio, yo también me hice popular enseguida, cosa que no me hacía mucha gracia. Las personas a las que llamaban populares eran idiotas y sumamente creídas. Más de una vez me peleé con alguien del entorno de Naomi por ser insufrible y eso, tarde o temprano, me pasaría factura.

Naomi y yo estuvimos un año y doce días juntos. El último mes pasamos un fin de semana en su casa de verano, en la playa, solos y… acabó pasando lo que tarde o temprano tenía que pasar. Allí me quité la virginidad, con ella. Inolvidable y perfecto para mí. Lo hicimos después tres veces más antes de romper. ¿Por qué? No estoy seguro. Naomi lo quiso así, me lo pidió llorando y yo no pude hacer nada para impedirlo. Amigos, solo amigos. Ahí descubrí lo que es llorar por una chica, lo que es sentir el corazón roto de verdad y me costó, me costó superarlo.

De hecho, aún no lo tenía del todo superado cuando apareció él.

Recuerdo que una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo la primera vez que me tocó, un calambrazo que me dejó extasiado y entonces, empezamos a hablar guiados por ese extraño suceso. Conexión enseguida, verbal y física... Luego supe porqué, demasiado tarde como para rectificar.

Mi hermano mayor, Ryunosuke. Sin saberlo, sin saber quien era ese chico de casi mi edad, me acosté con él y, al día siguiente, lo conocí de verdad. Mi hermano mayor, Ryunosuke.

Había cometido un acto incestuoso e inmoral, depravado y enfermo sin saberlo en absoluto. Lo peor es que el cabrón de mi hermano sí lo sabía, desde el principio y me utilizó para jugar a joder al hermano pequeño, simplemente eso, muy consciente de nuestros actos depravados.

Desde entonces… no hemos parado de jugar.

-El maltrato genera maltrato. Es así, estás psicológicamente demostrado, no le des más vueltas, Tachihara.

Tuyo para jugar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora