Capítulo VII

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No dejaba de pensar en lo que Lio me había dicho, era algo inevitable de pensar. Todo lo que había pasado en la última semana había sido raro y peligroso. Todo en mi había cambiado, no podía creer todo lo que mi amigo me había dicho, lástima que era demasiado tarde, lo había esperado demasiado tiempo, casi tres años.

Le había dicho lo que sentía y el solo lo ignoro como si fuera una tontería, recuerdo bien cuando un día dijo que me amaba mucho, ese amor le duro dos días y luego no me hablo mas, me dejo plantada como una estúpida. El creyó que iba a ir en su búsqueda, que iba a seguirlo y a estar dependiendo de él. Yo solo me aparté  y acepte su decisión, ahora era tiempo de que el aceptara la mía.

Era raro saber que el chico que yo amaba ahora me ama, no sabía cómo esto nos afectaría como amigos pero si sabía que iba a hacer lo mismo que él me había hecho, no le daría importancia a lo sucedido, aunque era difícil de ignorar. El había sido mi amigo de toda la vida, yo lo sentía así, le dije que lo amaba pero él no sentía lo mismo, me rompió el corazón cuando me lo dijo, en ese momento, cuando él solo me rechazo había sentido que mi vida se venía abajo y todos mis sueños de estar con él iban a ser solo sueños y jamás realidad.

Era hora de que el sintiera lo mismo que yo, no por ser rencorosa, sino porque sentía que él tendría que ponerse en mi lugar cuando yo pase esa situación. No quería que nuestra amistad terminara, yo lo quería mucho, pero nunca sería lo mismo.

Bueno, debo dejar de pensar en esto, era demasiado, tenía miles de cosas que hacer y muy poco tiempo. Tenía que grabar para la disquera y ensayar con la banda, además tenía un montón de exámenes para los cuales debía estudiar.

Mi primer examen era de guitarra, no era complicado pero estaba fuera de práctica, no había estudiado desde el accidente en mi hombro, así que no estaba muy preparada, practiqué más que nada a la tarde durante dos días, hasta que llego el día de la presentación, por suerte me fue bien, no me confundí en nada pero me dolía mucho el brazo, cuando terminé de rendir, mi profesor me llamó para darme el informe mensual. Ahí decía cómo había trabajado durante el último mes y si había algo para modificar con respecto a mi conducta o técnica.

Me daba miedo ya que mi profesor de guitarra era algo estricto y no sabía qué era lo que podía llegar a decir, esto me marcaria de por vida ya que la disquera quería leer el informe. Lo abrí lentamente con cara de susto. No era larga, de hecho era muy corta. Decía así:

"Elizabeth Bell, felicitaciones por tu gran progreso en las clases y por demostrar esfuerzo día a día, llegarás muy lejos. Continúa de esta manera y serás alguien muy importante. Nunca te detengas, y no permitas que nada, ni nadie te aparte de tus sueños y de tu talento."

Por suerte no era nada malo ni nada que pudiera arruinar mi carrera, me alegró mucho saber que el profesor me apoyaba en la música y más al saber que creía que era buena. Solo me había asustado, pero pude respirar hondo y tranquilizarme.

Todo parecía mejorar poco a poco, aun seguía pensando en lo que había pasado con Lio, pero traté de dejar de pensar en ello, tenía un mini ensayo con la banda, así que podía liberar mis sentimientos y pensamientos mediante la música, sabía que podía relajarme y hacer lo que a mí más me gustaba, cantar.

Al llegar al salón de ensayos, noté que faltaba alguien, no cualquier persona, era Emmett, él no estaba. Les pregunté a los chicos si lo habían visto pero nada, nadie sabía dónde estaba, estaba desesperada, no le había puesto demasiada atención en los últimos días, tenía miedo de que él se hubiera enojado conmigo.

Lo busqué por todo el instituto, pero no lo encontré. Me estaba volviendo loca por no encontrarlo, donde podría haber ido. Recorrí cada centímetro de la escuela sin encontrar rastro alguno de él.

A la media hora buscarlo, veo que estaba sentado en el parque de la universidad muy apartado, me acerqué. Le toqué la espalda, ya que era absurdo gritarle porque no oiría. Me extrañó demasiado su reacción, se volteó, me miró y se dio vuelta otra vez y me ignoró.

Le volví a tocar la espalda, esta vez me miró y me dijo:

-Se que volverás con él, se que de mí te olvidaras- veía su cara enorme y triste- él llego antes que yo y tú te enamoraste de él, yo solo fui tu consuelo.

-Claro que no eres mi consuelo, y él podrá a ver llegado antes pero vos te quedaste y es lo que vale, jamás te dejaría ir- me puse muy mal por lo que pasó- eres lo más preciado y hermoso que tengo.

-Tú también eres lo único que me mantiene vivo y con ganas de vivir- una lágrima brotó de mi cara y Emmett me la secó.

-Odio pelearme con la gente y más a las que amo- sonreí.

-Jamás nos volveremos a pelear, no me gusta verte así, tan frágil y triste- me besó, pero no fue un beso como cualquier otro, este era distinto, podía sentir cuanto me amaba y eso me hacía muy feliz.

Fue el beso más largo de mi vida, nunca querría ni pensaría alejarme de él ni por un segundo, él me recordó porque era feliz y todo volvió a ser de color rosa. Necesitaba estar más tiempo junto a él, Emmett me hacia feliz y con él podía olvidar mis problemas.

No puedo explicar la hermosa sensación que tuve cuando me besó, lo extrañaba. No habían pasado ni diez minutos cuando me volvió a besar, esta vez caímos en el verde césped y él quedó encima de mí, fue un beso apasionado, creo que él debía extrañarme como yo a él.

Nos quedamos tendidos en el pasto, mirando el cielo, como dos niños pequeños, yo tenía mi cabeza sobre su pecho mientras él me abrazaba, estuvimos un largo rato así hasta que nos miramos y él sonrió y besó mi frente con mucha ternura. Recuerdo que de niña soñaba estar con mi príncipe azul tirada en el piso, y él, abrazándome. Si alguien alguna vez les dice que los sueños no se hacen realidad, enséñales que los sueños llegan, no siempre de la misma forma que los piensas pero siempre llegan, tarde o temprano tu mayor deseo llegará, claro que si es optimista.

Pasamos casi toda la tarde allí, hasta que recordé que en media hora tenía que ir a mis clases de piano, que no está de más decir que como siempre tenía examen. Me apresuré a entrar en el salón, un rato antes para practicar unos minutos. Practiqué unos cinco, diez minutos cuando mi profesor entró, serio y con cara de enojado. Solo me limite a pensar "listo, adiós carrera, adiós futuro". Era muy raro ver a mi profesor de piano serio, él siempre tenía una sonrisa y buena onda, no sabía lo que le pasaba hoy.

El examen era más difícil que los otros, ya que él me daba una partitura y en el momento debía tocarla, sin ensayos previos ni nada.

-Acá tienes tu partitura, haceme el favor de hacerlo bien. No quiero tener que escuchar a otra persona más que no lo haga- me entregó las hojas, supuse que su mal humor se debía a que nadie había podido aprobar, cosa que me puso muy nerviosa.

Al ver la partitura no pude evitar abrir la boca, estaba asombrada, era realmente difícil y sin práctica no podría aprobarla, era muy complicada. Ahora sí no sabía cómo salvarme de esta. Pero comencé a recordar lo que me hacía bien, lo que me hacía feliz, la tarde de hoy junto con Emmett y todo eso me relajó y pude tocar la melodía como si me la supiera de memoria.

La reacción del profesor fue rara, estaba asombrado y sin palabras. Me felicitó como nunca y su cara de enojo pasó a una gran sonrisa. Me sentí orgullosa de mí misma, de cómo había logrado hacerlo.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora