Capítulo IX

22 1 0
                                        

Cuando vi el número en el teléfono me di cuenta de que era el de mi padre, no era normal que él me llamara a esas horas. Algo había pasado como para que él me llamara.

-Hola pa, ¿Qué paso?-

-Hija, es tu madre. No está bien, la acaban de internar en el hospital. Ven cuanto antes- luego de eso se cortó, no tenia señal.

Empecé a armar la valija con ropa como para un mes, en ese momento Emmett se despierta, medio dormido y me ve empacando. Enseguida vuelve en sí y me dice:

-¿Qué haces?, si no quieres estar conmigo solo debes decirme no irte-

- No pensaba escaparme de ti, internaron a mi madre- se me calló una lágrima de mi ojo.

-Iré contigo, te dije que jamás te dejaría sola- me abrazó y me contuvo mientras yo solo podía llorar. Me aterrorizaba la idea de que mi madre estuviera muy grave.

Llegué al aeropuerto y saqué el primer vuelo a Buenos Aires y me quedé sentada allí esperando a que se hiciera la hora. El tiempo pasaba lento, estaba muy nerviosa y asustada. No sabía qué era lo que le pasaba a mi madre, me aterrorizaba saber que ella podía estar grave.

Por fin se había hecho la hora de partida, así que tomé mi bolso y me subí, claro que Emmett me acompañó. El viaje duró alrededor de cuatro horas, tenía el corazón en la boca, estaba estresada y muy tensa. No sabía si esto saldría bien.

Bajé al aeropuerto y pedimos un taxi hasta el hospital donde estaba mi madre, antes hicimos una parada por mi casa a dejar los bolsos. Al llegar a la sala donde ella estaba vi cómo los enfermeros entraban y salían a cada rato, estaba conectada a un respirador artificial, casi ni se movía y su pulso era bajo. Podría decirse que estaba llegando a un estado de coma. Mi padre lloraba, jamás lo había visto llorar de esa manera, estaba como un niño pequeño sin su mamá, como perdido.

Pasaban las horas y no teníamos respuesta alguna, era desesperante. Me quedé dormida en la sala de espera, Emmett me acariciaba el pelo y me besaba la cabeza, me despertó cuando mi madre por fin abrió los ojos.

-¡Mama! ¿Estás bien?- tenía los ojos llorosos.

-Claro hija, siempre estaré bien.- con la poca fuerza que tenía comenzó a escribir una nota- por fin conocí a tu novio, dile que lea esto.

La nota decía:

"No creo que pueda quedarme mucho más, pero de ser así, quiero que cuides a mi hija como tu tesoro y jamás la dejes ir"

Comencé a llorar desconsoladamente y le di la nota a Emmett, él solo le dijo que me cuidaría como una joya única. Nadie sabía lo que tenía mi madre, no era nada en realidad, le hicieron todos los estudios y dieron bien. Toda esta situación era realmente rara. Mi madre se había enfermado de repente y de un momento a otro estaba internada en terapia intermedia.

Les solicité a los médicos que realizaran estudios de sangre y orina para ver si había rastros de intoxicación o alguna droga, cosa que iba a ser imposible, sin embargo le hicieron los estudios necesarios, y los resultados estuvieron a las dos horas más o menos.

Abrí el sobre con los resultados y lo que vi casi me mata, jamás pensé ver eso y menos de mi madre. Todas mis ideas y principio se vinieron abajo, mi madre consumía drogas. No solo una, sino que varias y bastantes peligrosas principalmente por la cantidad que tenía en su sangre.

Mi pregunta también era si mi padre sabia de esto y por qué no me lo había dicho. Estaba asustada pero a la vez enojada, muy enojada. No podía creer cómo me habían mentido de esa manera.

Trate de hablar con mi padre, pero él solo lloraba, no pude obtener casi nada de información, yo quería saber todo lo ocurrido, desde cuando consumía las drogas hasta el momento que quedó desvanecida. Sentía que como hija debía saberlo, pero nadie me escuchaba y todos se apartaban.

Pasaron las horas y ya era la mañana cercana al mediodía cuando mi mamá pudo recuperar su conciencia y estaba despierta y lúcida. Aproveché eso para preguntar qué es lo que había pasado.

-Hija, esas drogas son buenas, calman el estrés y te relajan- hablaba despacio  y pausado.

-Esas drogas te van matando, es increíble que me digas esto.

-Perdón, pero las necesitaba, cuando te fuiste a la universidad yo no sabía cómo seguir, temía que te pasara algo y que no pudiera verte más, esto fue lo único que me calmó- se le habían caído un par de lagrimas.

-Listo, si para que vos estés bien y dejes las drogas tengo que estar yo, acá voy a estar, dejaré la universidad y todos mis planes. Volveré la semana próxima, traeré mis maletas.- definitivamente la vida de mi madre estaba en riesgo y no iba a darme el lujo de volver y hacer que nada había pasado.

Era una decisión muy difícil, tenía que dejar lo que más amaba en la vida, a Emmett, la música y mi carrera como artista. Todo para que mi madre sanara, jamás me arrepentiría de esto. Me dolía mucho hacerlo pero era algo que tenía que hacer y Dios querría que todo saliera bien.

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora