Capítulo XII

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A la media hora de haber llegado, apareció Emmett, su cara mostraba algo de frialdad y temor, no sabía qué era lo que ocurría, se veía algo raro y distante, como si algo malo hubiera ocurrido.

-¿Ocurrió algo?- le pregunté, pero él pareció ignorarme- Te estoy hablando, podés contestar.

-Perdón- agaché la cabeza y se fue hacia la habitación, lo seguí.

-¿Podrías decirme qué pasa? Sabes que puedes contarme lo que sea- me senté junto a él.

-El médico dijo que una operación podía curarme, pero es muy arriesgada- me miró fijamente a los ojos- no quiero hacerla.

-Tienes que hacerla, esto es lo mejor que te puede pasar- aún no comprendía por qué no quería.

-Es arriesgada y no quiero dejarte sola nunca- me abrazó y luego continuo-, jamás me perdonaría dejarte.

-Quiero que sepas algo, si tu mueres moriré contigo, eres la única razón por la que sigo con vida- lo miré y luego lo besé, no fue como cualquier otro, lo bese de tal manera como si fuera el último, lo amaba demasiado, no era un amor pasajero. Yo sabía que esto era algo que iba a durar, y si algo nos separaba, yo moriría porque él era la única razón por la que seguía aquí, con fuerzas para seguir adelante.

-Yo también te amo con mi vida, siempre estaré contigo- me devolvió el beso con mucha ternura y suavidad.

En ese momento me puse a pensar realmente que pasaría si algo malo le ocurriera, que sería de mí si el muriera, cómo iba a poder encarar mi día a día. Como iba a poder ver hacia el futuro cuando él era lo más preciado que tenía. Ya me había puesto melancólica, y bastante mal. Listo, no pensé más en ello, tenía que despejarme, almorzamos si hablar de nada, luego él se fue a practicar un poco con la batería y a sus clases de guitarra, al parecer ahora le interesaban los instrumentos de cuerda.

Volví a salir, tenía el día libre hoy, así que volví al parque ya que tenía que componer unos temas para la disquera así ya podría salir mi primer disco, que rezaba para que tuviera buenas críticas, todo dependía de ello, si a los críticos ni al público le gustaba no valdría la pena seguir grabando ningún disco más.

Estaba sentada en un banco escribiendo sobre mis piernas cuando me tapan los ojos con unas manos, me dio un susto enorme. Me di media vuelta para ver quién era y ya deben imaginarse quién podía ser. Si, era Lio, otra vez, ahora ya me sentía algo perseguida porque donde iba el aparecía de la nada, mágicamente.

-¿Qué haces aquí, de nuevo?- estaba atónita, ¿acaso me seguía?

-Nada, te vi y quise estar contigo- se sentó junto a mí y se puso a ver mis hojas- ¿Estas componiendo de nuevo?

-Sí, para la disquera- trataba de no hablarle mucho quería concentrarme- tengo que hacerlo para el viernes próximo.

-Bueno, me quedare en silencio para que puedas hacerlo todo- se quedo como petrificado a mi lado en completo silencio.

-No necesito completo silencio para hacerlo, solo algo de concentración- lo mire y luego seguí escribiendo, aunque él no pareció notar mi expresión de "por favor déjame sola". Permaneció sentado junto a mí toda la tarde, cuando me tuve que ir.

-Lio, debo irme, ya es tarde- me estaba parando, cuando toma mi brazo y me besa.

-Necesitaba hacerlo, lo extrañaba- su tono era calmado y dulce, como si no supiera lo que se le venía encima.

-¡¿QUE HICISTE?!- estaba sorprendida, definitivamente no entendió que no quería estar con él y estaba con Emmett- Te dije mil veces las cosas claras, y no entendes- seguía sosteniendo mi brazo- ¡suéltame!

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora