Un olor exquisito se había quedado impregnado en ella, en su piel, y la imagen del Dios no había podido salir de su cabeza. Reconocía que la emoción en su pecho era solo por el hecho de tener, al fin, contacto con aquello que tanto se le prohibia, nada mas, pues no buscaba amor verdadero en los brazos de aquel, hasta la idea de permanecer a su lado le inquietaba un poco, le hacía sentir asustada.Cuando se despojo del velo, en la intimidad de la cabaña de Artemisa, deslizo sus dedos por los labios que habían tocado los de Ares, aún pensando en todo aquello y sintiendo ese aroma.
Con el paso de las horas el mismo de iba desvaneciendo causando un sentimiento nostálgico en ella. ¿Que le pasaba? ¿Por qué ese olor tan delicioso le hacía sentirse bien?
Ahora que pensaba, incluso los malestares de su enfermedad se redujeron considerablemente al lado de ese Dios.
– Persy.
Artemisa la miraba desde su hamaca con sigilo. Esa mirada fría de águila, heredada del mismo Zeus, analizaban a su hermana con precaución.
– ¿Si?
– ¿Algo que contarme?
Un suspiro salió de la pelirroja antes de negar.
– No realmente.
– Bueno, entonces deberías salir a darte un baño, apestas a muerte.
Los ojos verdes de Persefone se quedaron fijos en los de Artemisa, con pánico creciente en ellos.
–¿Muerte?
– Si, un aroma muy característico de Ares y otros pocos, por cierto.
El silencio procedido a aquello agobio más a la Diosa de la Primavera.
– ¿Muerte?
¿Era ese el aroma que no podía sacarse de la cabeza? ¿Esa exquisitez?
– Estuviste muy pegada a el ¿no es así?
Más silencio tras esa pregunta, pero como todos saben, el que calla una respuesta otorga otra.
La rubia se levantó mirando con rudeza a la kore.
– Si el boca floja de Ares dice algo soy mosca muerta, Persefone.
– Yo... Disculpame Artemisa.
– Mejor ven, hay que darte un baño – soltó la rubia acercándose a ella.
– ¡No!
Las cejas de Artemisa se fruncieron profundamente.
–¿No?
– No..., Mira, no se que me pasa, pero este olor, este aroma a muerte como le llamas tu, me está ayudando.
Los labios de la otra de abrieron con impresión.
– Pero... ¿Que dices? ¿Te estás oyendo? Eres la Diosa de la primavera, das vida, no puedes bajo ninguna circunstancia relacionarte con la muerte ¡Eres hija de la misma Demeter! ¡Representas fertilidad!
– ¿Y eso que? Tu eres diosa de la caza y a su vez protectora de las jóvenes vírgenes. Ambas cosas no tienen relación alguna y aún así son méritos tuyos. Muchos los Dioses tienen títulos que son contrarios y eso no se cuestiona, ¿Por qué, entonces, lo haces conmigo? Soy una deidad joven, aún tengo mucho por descubrir y aprender.
Artemisa le miro con fastidio.
– Eres una cabezona, muévete.
Un silencio se hizo espacio entre ambas, y el mismo se alargó aún después de haberse sumergido en las aguas de un río.
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Vida y Muerte
RomantizmNo hay vida que no culmine en la muerte, pero la misma vida se habré un espacio en medio del inminente y putrefacto fin, alzándose como una bella flor en medio del frío invierno. Basado en el mito de Perséfone. Joya de portada hecha por @alsolouis_...