Prólogo

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Una pelinegra y un castaño caminaban por una gran plaza en un paseo tranquilo, al menos no tan tranquilo, bromeaban y se reían un tanto escandalosos

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Una pelinegra y un castaño caminaban por una gran plaza en un paseo tranquilo, al menos no tan tranquilo, bromeaban y se reían un tanto escandalosos. Cualquiera podría confundirlos con novios, pero solamente se veían como amigos y la manera en que se trataban, según ellos, era para reforzar su amistad.

La de ojos marrones comía un helado de vaso, mientras que el más alto terminó el suyo minutos atrás, pero luego compró otro.

Color miró a su alrededor en un momento de silencio que extrañamente se había creado, porque ellos casi nunca se quedaban callados. La menor observó a muchas personas en aquel sitio y pronto una idea pasó por su cabeza. A eso miró a su amigo castaño de manera travisa.

—Te reto por veinte euros a que grites en medio de la plaza que eres gay y señales a alguien cualquiera diciendo que es tu novio —retó la pelinegra con una sonrisa divertida y a la vez pícara

—¿En serio me estás retando a eso? —cuestionó Silvio un poco ofendido

—A que no puedes —siguió ella con su tono desafiante

—Pues, ve preparando ese dinero, porque ya es mío —se aclaró la garganta y le dió su helado para que lo sortubiera—. Sólo observa

Se alejó de Color que al verlo caminar hacia el centro de la plaza reía silenciosamente, pensando que su amigo estaba loco por en verdad estar dispuesto a algo así. Lo vió situarse junto a la fuente que centraba el lugar y él volvió a aclarar su garganta listo para lo que haría.

—¡SOY GAY! —gritó el castaño con todas sus fuerzas

Silvio vió como su amiga contenía la risa por su acción y se preparó para seguir.

—¡Y ESTE HERMOSO CHICO DE AQUÍ ES MI NOVIO! ¡Y ME SIENTO ORGULLOSO DE SER SU PAREJA! —volvió a gritar ahora señalando a un chico cerca de él, quien se avergonzó de eso y cubrió su rostro evitando las miradas

Ante eso último la pelinegra no contuvo su risa y estalló en carcajadas, no pensó que Silvio fuera tan capaz de hacer eso, aunque conociéndolo bien era de esperarse que fuera capaz.

Observó como aquel chico comenzó a replicarle algo al castaño, de ahí comenzaron una pequeña discusión y Color se sintió apenada por la situación en la que metió a su amigo. Por lo visto el chico estaba con su novia que también le reclamó por lo dicho por el castaño.

En poco tiempo se armó un escándalo y lo único que hizo el de ojos azules fue correr escapando de la peraja ahora enojada por sus palabras. Se acercó a la pelinegra con prisa y la tomó de la muñeca haciéndola correr junto a él.

Ambos corrieron siendo perseguidos por la novia del chico, mientras que este los seguía más atrás intentando alcanzarlos.

Ambos amigos sólo corrían escapando, mientras sus risas los envolvía, no pensaron en las consecuencias de sus actos, aunque tampoco les importaba mucho, siempre se las apañaban para salir ilesos; oh, bueno, en la mayoría de los casos era así. En un momento aquella pareja ya no los perseguían más, por lo visto se habían cansado y decidieron irse, pero si tendrían cuentas por arreglar ahora.

El par miró hacia atrás mirando que ya estaban libres, se detuvieron mirando aún detrás de ellos verificando que ya no los seguían. Ambos se miraron un momento teniendo sus respiraciones agitadas, más de la nada comenzaron a reír escandalosamente por el reciente suceso, ni siquiera les sorprendía lo ocurrido, les habían pasado cosas similares mucho antes.

Al ver sus manos estaban entrelazadas, que al correr se habían tomado así para no separarse. Aún así no les importó mucho, tenían la suficiente confianza como para tomarse de la mano sin otras intenciones.

—Ya cumplí el reto, pagarme mi dinero ahora, desgraciada —rió el castaño victorioso

—No vale, no pensé que en serio lo fueras a hacer, además de que me hiciste correr por tu problema —replicó la contraria aun intentando controlar su respiración

—Un reto es un reto, dame mi dinero —habló chocando su dedo índice con el pecho de la más baja, justo con su mano tomada a la de ella

La pelinegra suspiró con resignación, soltó la mano del castaño y sacó un pequeño monedero, y de este le dió el monto acordado. Se sentía una tonta al perder ese dinero así de fácil, debió suponer que el se ojos azules cumpliría el reto sin problema, conociéndolo debió suponerlo.

El castaño contó el dinero y luego lo guardo en su bolsillo con aires presumidos.

—Es un placer hacer negocio con usted, que así lo manda el patrón —dijo para luego reír con su típica risa

—Como el patrón ordene —rió ella también siguiéndole el juego

La de ojos marrones miró su vaso observando como ya no quedaba nada en este.

—Bueno, esa carrera me hizo caer mi helado así que bueno, supongo que ya no queda más por hacer —dijo Color mirando aún su vaso un tanto entristecida

—Si quieres ten el mío —ofreció el castaño extendiendole el suyo

—Ay, por eso te quiero apesar de que seas un pendejo —agradeció recibiendo el helado y él sólo le sonrió

Silvio miró la hora rápidamente en su teléfono y luego lo volvió a guardar.

—Bueno, ya es momento de irme, seguro Sparta y Flex se preguntarán donde estoy —comentó el castaño un tanto desanimado por tener que irse

—Pues, estás conmigo, no veo problema con eso —se encogió de hombros la contraria con simpleza

—Sí, pero ya sabes lo que piensan ellos de que supuestamente estamos enamorados y eso —expresó un tanto fastidiado

—No importa, ellos pueden pensar lo que quieran, pero si tú y yo sabemos que no es verdad, no hay porqué hacerles caso

—Tienes razón —coincidió

Hubo un pequeño silencio, el castaño volvió a tomar la mano de su acompañante y volvió a entrelazar sus manos.

—Entonces... Ya me voy —expresó con una pequeña sonrisa—, ¿quieres que te lleve a tu casa primero?

—No, está bien, puedo caminar —dijo ella volviendo a encongerse de hombros

Hubo otro silencio mientras sus miradas conectaban, era como si no quisieran dejarse ir, aunque sea por un momento. Color comenzó a balancear su mano entrelazada con la de Silvio mientras aún se miraban, en verdad no querían separarse.

Sin previo aviso el castaño la tomó de la cabeza acercándose hasta ella y juntó sus labios en un suave beso, la más baja no tardó en corresponder, cerrando sus ojos dejándose llevar por aquella adictiva sensación.

Al separarse sus miradas volvieron a juntarse, la pelinegra volvió a jugar con sus manos balanceandolas mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.

—Adiós —dijo Silvio

—Adiós —respondió ella

El castaño se fue alejando lentamente queriendo no irse, pero aún así le sonreía dulcemente.

Llegó un momento en el que sus manos tuvieron que separarse y el castaño siguió retrocediendo aún sonriendole a su amiga, y ella también le sonreía.

Silvio terminó por darse la vuelta e irse completamente, poniendo sus manos en sus bolsillos sonriendo para sí pensando en Color. Ella hizo lo mismo y se giró sobre su eje caminando en dirección contraria, teniendo una tonta sonrisa en su rostro.

Así ambos amigos se separaron tomando cada quien su camino, pensando en el momento en el que volvieran a encontrarse. Era su manera de tratarse y aunque negaran estar enamorados, según ellos...

Era para reforzar su amistad.

¿𝑺𝒐́𝒍𝒐 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒂𝒔? [sɪʟᴠɪᴏ ɢᴀᴍᴇʀ x ᴏᴄ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora