¿𝑺𝒐́𝒍𝒐 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒂𝒔? [sɪʟᴠɪᴏ ɢᴀᴍᴇʀ x ᴏᴄ]

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Después de extrañamente llegar a salvo al instituto, la pelinegra se dirigió al salón para entrar a clases, además fue regañada por el profesor por llegar tarde. Estaba en su asiento de siempre con aquella hoja de exámen frente a ella. Recordaba que eso lo habían visto clases anteriores, pero no recordaba que era exactamente lo que vieron, su mente estaba en blanco, no recordaba nada.

Miró disimuladamente su teléfono en sus piernas mirando la repuesta en el chat de su mejor amigo y ella, agradecía que estuviera sentada hasta el fondo del salón, donde casi no podía verla el profesor.

Anotó la respuesta en su hoja de exámen, sólo le quedaban tres preguntas para terminar, había llegado muy lejos con su estrategia de pedirle ayuda al castaño.

Escribió en su teléfono la siguiente pregunta para enviársela a su amigo y que él buscara la respuesta, mientras tanto fingió pensar que respondería por si al profesor se le ocurría mirarla a ella justamente. En poco tiempo le llegó el mensaje de Silvio con la respuesta a la pregunta, procedió a escribirla en su hoja con rapidez y poder enviar la siguiente pregunta.

Todos los demás estudiantes iban terminando poco a poco, veía como unos cuantos se levantaban y llevaban su exámen al escritorio del profesor.

Miró nuevamente su teléfono viendo el último mensaje, leyó también el mensaje de su amigo deseándole suerte para que todas las respuestas estuvieran bien. Eso preocupó a la pelinegra, pero luego se le pasó cuando vió el emoticon que él le envió, algo que la hizo reír, pero reprimió esa risa, pero su sonrisa le fue más difícil evitarla.

Su sonrisa se borró al instante cuando una mano tomó su teléfono, levantó la mirada sintiendo miedo de quien fuera y efectivamente sí era el profesor. Este miró el teléfono observando los mensajes y luego volvió su mirada a la pelinegra.

—Con que haciendo trampa, ¿eh? —dijo el mayor

—No, profesor, no es lo que parece —intentó defenderse, pero fue interrumpida por el mayor

—Está castigada, Señorita 21, después de clases vaya a la sala de castigo —sentenció el profesor con seriedad—, el dispositivo le será devuelto cuando se vaya y también queda desaprobada en el exámen

Dicho eso le quitó la hoja, regresó a su escritorio con la hoja y el teléfono de ella.

Color no podía creer que en serio la estaban castigando por eso, además de reprobar el exámen. Apoyó su codo sobre la mesa y su rostro sobre su mano, teniendo una expresión de molestia, eso sin contar las miradas hacia ella por lo ocurrido, y más la de su amiga Ela, que la miraba con preocupación, eso era lo que no quería, que la menor desaprobara el exámen.

Color ya no tuvo más opción que aceptar su destino e ir a su castigo merecido, en verdad había hecho mal en hacer trampa.

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