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Todo estaba tranquilo en un día cualquiera, la pelinegra y el castaño estaban en la cocina, se habían ofrecido a hacer el almuerzo por decisión de la más baja, aunque tampoco fue tan malo para Silvio, si así podía pasar tiempo con ella, para él es...

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Todo estaba tranquilo en un día cualquiera, la pelinegra y el castaño estaban en la cocina, se habían ofrecido a hacer el almuerzo por decisión de la más baja, aunque tampoco fue tan malo para Silvio, si así podía pasar tiempo con ella, para él estaba bien.

Mientras Color removía algunas verduras en una olla, Silvio cortaba otras más para agregarlas a la sopa que preparaban. Extrañamente estaban en silencio, era de esos momentos en los que se quedaban callados por más extraño que fuera y sólo disfrutaban de la compañía del otro. Ese silencio se vió interrumpido por el mexicano, que de la nada comenzó a cantar para entretenerse.

Aquí estás, ya no puedes detenerme —cantó el castaño intentando imitar la voz del cantante, algo que no le salió como quería

Ella sonrió para sí, dándole una mirada fugaz a su amigo, solamente escuchándolo cantar, le gustaba la canción y también le gustaba escucharlo cantar, aunque no fuera el mejor en eso.

—¿Cómo lo iba a saber-eh-eh? Que te apestaban los pies-eh-eh —continuó él ganándose una mirada extrañada de su acompañante

—Así no va, pendejo —expresó la pelinegra

—Claro que sí, búscala para que veas —se defendió él

Hubo un pequeño silencio y Color sólo negó para sí al escuchar lo dicho por el castaño, pero no podía negar que le hizo gracia.

—Tú me confundes, yo sí soy gay- —volvió a cantar— Ah, no... Yo sólo quiero pasarla bien, yo tengo miedo de que me gustes... Y que vaya a enloquecer

Color miró a su amigo extrañada por lo que dijo, pero luego siguió en lo que estaba tranquilamente, sólo escuchando como él cantaba, él en verdad siempre tenía ideas locas y no tenía miedo en demostrarlas.

—Si eso pasa yo seguiré, contigo aquí, como un perro fiel...

—Yo tengo miedo de que me gustes y que vaya a enloquecer —terminó ella con una sonrisa

Silvio frunció su ceño y miró a la pelinegra con una sonrisa divertida, no perdería esa oportunidad para bromear un poco.

—¿Qué insinúas? —cuestionó achicando sus ojos

Color rió ante eso, negó para sí misma pensando que Silvio no cambiaría nunca, siempre era lo mismo cuando decían algo así, era casi inevitable para ellos.

—¿Qué? ¿Acaso no puedo cantar también? —rió la menor dejando un momento lo que hacía para mirar a su amigo

—No, claro que puedes, sólo que si lo dices así mi pobre corazoncito se ilusiona —dramatizó el castaño fingiendo tristeza

¿𝑺𝒐́𝒍𝒐 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒂𝒔? [sɪʟᴠɪᴏ ɢᴀᴍᴇʀ x ᴏᴄ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora