Raiden Shogun x Malereader!

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Un secreto muy dulce

De nuevo, estabas en la cocina. Bueno, no era simplemente una cocina, era la cocina, ¿Y por qué? Fácil...¡La cocina de la mismísima Shogun! Ni siquiera sabías cómo habías llegado aquí. Quizá fueron tus increíbles dones de cocina o...suerte. Aunque no lo llamarías mucho "suerte"... incluso la persona más estúpida y loca de toda la región sabe que no debe meterse con la mismísima Shogun Raiden.

Tomaste un respiro, mientras pisabas de nuevo la cocina, estirando tu cuerpo mientras tronabas tus dedos.

-... Aquí vamos...- trataste de aliviar tus nervios con otro respiro. Solo esperabas que no te vayan a decapitar.

Antes de que pudieras retractarte o irte a llorar a una esquina pensando que es tu fin, un soldado entro a la cocina, te inspeccionó por unos momentos con su mirada, su rostro totalmente serio mientras el silencio era bastante incómodo, hasta que finalmente decidió hablar.

-...Este es el pedido de la Shogun.-
El soldado se acercó a ti, entregándote un tipo de pergamino cerrado.

Asentiste, mientras agarrabas el pergamino y sonreias débilmente al soldado, tratando de lucir amable.

-Uh... Gracias.- dijiste, mientras asentias de nuevo. Te intimidaba un poco aquel soldado...bueno, todos los soldados te intimidan. Era de esperarse de un cobarde, después de todo.

El soldado se quedó en silencio, nuevamente inspeccionandote con la mirada mientras se dió media vuelta y se retiró de la cocina. Dejándote absolutamente solo...con el pergamino. Clickeaste tu lengua, dando un suspiro mientras seguías mirando a dónde el soldado se retiró.

-Que amable...- dijiste con un tono sarcástico mientras dirigias tu atención al pergamino en tus manos, nuevamente poniéndote nervioso.

-Solo es un pergamino...- tragaste saliva, abriendo el pergamino mientras al ver el interior de este, te diste una...sorpresa poco esperada.

Pensaste que la Shogun pediría un banquete completo, lleno de filetes extravagantes, vino fresco, pollo a la miel y un montón más. Pero al abrir el pergamino...te encontraste con un pedido simple...demasiado simple como para ser verdad....

"Dango"

Te sorprendiste mucho. ¿Acaso la Shogun ya había comido? ¿Este era su postre o algo así? Es probablemente uno de los postres más simples y fáciles que te han pedido en toda tu carrera de chef. Pero simplemente apretaste el pergamino, asintiendo mientras lo cerrabas y te pusiste a trabajar.

Los minutos pasaron, y en menos de media hora, ya tenías el postre listo. Lo emplataste perfectamente, no te había costado tanto pero...no podías evitar sentirte nervioso. ¿Por qué algo tan simple?

Pero sacudiste tu cabeza, sacando esos pensamientos mientras agarrabas el plato, dirigiendote a la sala donde se encontraba ella. La Shogun Raiden, Arconte Electro y gobernante de Inazuma. La reencarnación del trueno más temerosa en persona, mejor dicho.

Tus manos temblaron un poco, pero después de unos latidos de tu corazón, te dirigiste a la sala, y lo primero que viste fue a la Shogun de espaldas, al parecer, sus manos en su regazo mientras volteaba su rostro ligeramente a ti, al escucharte entrar. Aún sin mostrar sus ojos. Aclaraste tu garganta, caminando a ella mientras gentilmente ponías el plato delante de ella, aprovechando para apreciar...o mejor dicho, admirar su rostro. Sabías que los dioses eran atractivos pero...te sorprendiste demasiado al verla tan de cerca.

-...- La Shogun continúa en silencio, mientras asiente su cabeza. Nuevamente te aclaraste tu garganta, ganando su atención mientras tus ojos se cruzaban con los de ella.

-...Mí Shogun, espero que este plato sea de su agrado. Es un plato simple, pero sin duda me esforce mucho en él.- asentiste tu cabeza, mientras diste una sonrisa casi invisible para los ojos. Y después de tus palabras, notaste algo que casi le dió 3 vueltas completas a tu corazón. La Shogun...sonriendo. No mostraba sus dientes, y su sonrisa era prácticamente casi invisible igual que la tuya. Pero era suficiente como para ver.

Abriste un poco tus ojos, pero ganaste tu compostura de nuevo, desviando tu mirada rápidamente mientras te dirigias nuevamente a la cocina, no sin antes dar una pequeña reverencia. La Shogun te siguió con la mirada hasta que finalmente entraste a la cocina. No pudiste poner tu mano en tu pecho cuando por fin entraste, dando un respiro.

-...¿Qué fue eso?- Alzaste una ceja, mientras clickeabas tu lengua.

Sacudiste tu cabeza, mientras esperabas pacientemente que la Shogun terminará su comida. Así pasaron los minutos, tú, cruzado de brazos mientras le rogabas a Celestia que no te mataran. Después de unos minutos más, no sentiste ningún ruido, así que tomaste aire de nuevo mientras entraste a la sala, incluso más confidente mientras sonreias un poco, agarrando el plato vacío con tus manos mientras inclinabas tu cabeza a un lado.

-¿Cómo le pareció, mí Shogun?- aún sonreias de manera débil, mientras trataban de examinar el rostro de la Shogun.

-...Fue muy agradable, sin duda. Diría que es el Dango más "disfrutable" que he tenido.- La Shogun te mira, sonriendo de igual manera mientras también parece estar inspeccionando tu rostro.

Querías saltar de alegría, mientras asentias con la cabeza y sonreias de manera más amplia.

-Gracias, mí Shogun.- diste una pequeña reverencia de nuevo, mientras estabas a punto de retirarte de la sala.

Sin embargo, la voz de La Shogun te detuvo.

-Espera.- La Shogun te mira, mientras continúa con su sonrisa. Pero sigue con su aura igual de intimidante que siempre.

Tragaste saliva, mientras dirigias tu cuerpo a ella, inclinando tu rostro a un lado.

-¿Pasa algo, mí Shogun?- le preguntaste, mientras disimulabas perfectamente tus nervios.

Ella clickeo su lengua, mientras asiente su cabeza, como si estuviera procesando sus palabras.

-...¿Te pareció extraña mí petición? Después de todo...imagino que tenías otra...imagen sobre mí.- ella parece un poco avergonzada aquellas palabras. Aunque seguía con su aura intimidante.

Pensaste duramente tus palabras. Te parecía raro pero...incluso los Arcontes tienen sus gustos y preferencias. Después de todo, fueron mortales alguna vez en todos sus años. Clickeaste tu lengua, mientras reías suavemente, sacudiendo tu cabeza.

-No... bueno, no del todo. No me parece para nada raro, mí Shogun. Está bien si le gustan las cosas dulces...no a todos los Arcontes les tienen que gustar comidas elegantes o..."maduras"- reiste de nuevo, mientras aún tenías el plato en tus manos.

La Shogun asiente con su cabeza, mientras desvía su mirada por unos pocos segundos, nuevamente mirándote a ti.

-...Ya veo.- ella sonríe un poco, mientras desvía su mirada de nuevo a la mesa. Tomaste eso como señal.

Te dirigiste nuevamente a la salida de la sala, pero, nuevamente, escuchaste la voz de la Shogun llamándote. Volteaste su rostro, y ahí estaba.

La Shogun estaba sonriendo ampliamente, aún en su silla mientras su rostro estaba girado hacia ti, sus ojos emanaban una extraña calidez y amabilidad.

-...Espero que puedas cocinar aún más para mí.- La Shogun sonríe aún más, mientras te deja totalmente inmóvil, aún con el plato en tus manos.

No tenías palabras suficientes, así que simplemente asentiste con tu cabeza y rápidamente entraste a la cocina, dejando el plato en el lava platos y...sentiste tus rodillas debilitarse. Era... ¿miedo? No...no era eso. Recostaste tu espalda contra la pared, mientras pusiste tu mano en tu rostro, sintiendo lo caliente que estaba. Entendiste lo que estaba pasando.

Apenas la conocías hace unas horas. Pero es la primera vez que sientes que esa "extraña" petición por parte de la Arconte te ha conectado con ella. Quizá sufras de ataques del corazón de ahora en adelante...

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