CAPÍTULO 4 - Consecuencias

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Al otro dia Milori ya no tenia ese sabor agriado en la boca.

Durante los próximos siete días no hubo nada anormal, se sintió como siempre y no había nada de qué preocupación. Se vio con Clarión algunos momentos del día y en la noche, solían tratar de comer juntos y su hermana le arreglaba los horarios y le hacía menos pesado el trabajo para que pudiera pasarlo con la castaña. Esos siete días habían sido absolutamente tranquilos... raramente tranquilos. Milori ya tenía la sensación de que algo malo estaba pasando. Ni los reyes norteños fueron molestados con sus cartas, ni los occidentales. Estaban demasiado ausentes y era demasiado bueno para ser verdad. Todo estaba marchando demasiado bien... ya sabían que esos no daban su brazo a torcer esto se volvía más extraño.O era que algo estaban tramando o algo ya habían hecho... la cosa era ¿Qué? No se sabía y sentía que él ya había caído.

Sabía que los occidentales eran capaces de muchas cosas, pero jamás tratarían de atacar puesto directamente a que todas las miradas se pondrían en ellos. No, tal vez eran paranoias suyas y no había de que preocuparse. Pero en su interior sabía que los reyes habían venido en persona por alguna razón y solamente no la había descubierto.

Mordió su labio inferior mirando la ventana, una fina capa de nieve caía del cielo nublado y gris... la ventana estaba abierta dejando entrar la suave brisa de invierno. Volvió su vista a los papeles tratando de dejar esa incomodidad atrás... pero se le era imposible. Algo en su interior le decía que algo estaba mal y muy mal... pero no sabía que antes de la tormenta primero venían las nubes.

Clarión también tenía ese presentimiento, miraba el cielo algo nublado suspirando. Le pregunto una y mil veces si no hubo nada raro, lo cual él siempre le ponía un "no". Ella sintió que si algo malo había pasado y algún detalle se estaba olvidando, pero... ¿Cuál? ¿Qué detalle se estaba olvidando? ¿Qué cosa se estaba saltando? El miedo crecía en su interior mientras él no estaba pero se iba cuando él la tenía entre sus brazos. Su sexto sentido femenino le decía que solo se estaba arremolinando las nubes para dejar caer la tormenta... en pocas palabras, que lo malo iba a venir pronto. Ella movía sus manos nerviosas y acariciaba su abdomen... algunas gotitas caían sobre el lugar de las hadas cálidas

–Esto solo está comenzando- murmuro mientras en sus pensamientos tratados de tranquilizarse, no debería ponerse muy nervioso en su condición.

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Los reyes occidentales estaban sentados tranquilamente en unas sillas de su hermoso palacio

-¿Cuánto debe pasar?- dijo la chica totalmente impaciente

–Quince días- hablo -¡es mucho tiempo!- se quejó Bias mientras fruncía el ceño

–Pero es totalmente seguro señorita- hablo con total despreocupación mientras veía el frasquito que seguía conteniendo líquido

-¿estás seguro?- dijo cruzándose de brazos

–Estoy totalmente seguro- dijo sonriendo con maldad. La rubia resoplo, luego volvió su vista al cielo y entrecerrando sus ojos unos segundos.

–Quiero estar segura- dijo cruzándose de brazos y volviendo su mirada hacia su marido. Quería saber que su plan no podía tener falla o margen de error, que realmente los quince días iban a ser compensados ​​por los resultados.

–Si quiere... sé cómo hacerlo- dijo el pelirrojo mientras le sostenía la mirada. Realmente estaba seguro de lo que había hecho y sabía que era imposible fallar.

-¿Cómo?- Exigió saber la poco paciente mujer. Una sonrisa se formó en los labios del hombre y le susurro algo al oído que la hizo sonreír

–Ahora sí creo que con eso es imposible que ellos ganen- ambos cruzaron miradas diabólicas antes de volver a ver al azul del cielo. Una mujer los miraba horrorizada

-¿usaron lo que estoy pensando?- murmuro mientras temblaba

–Si- dijo totalmente segura la rubia. La mujer bajo la mirada aterrada antes de salir sin nada que decir... cuando sus amos hablaron así de serio era mejor no preguntar más.

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Al noveno día, Milori estaba caminando tranquilamente por el pasillo, iba a ver su lechuza. De pronto se sintió mareado y se sostuvo de la pared mientras su cabeza no dejaba de dar vueltas, la agito un poco tratando de reponerse... el líquido negro ya había invadido más de tres partes de su sangre. De pronto ese mareo se fue, dejándolo bastante confundido

–Rayos- susurro sin prestarle demasiada atención. Solo debe ser por el estrés ¿o no? Camino hacia afuera mientras sentía como los copitos de nieve le caían sobre la capa.

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En las islas occidentales los reyes tachaban los días

–Es el noveno...- murmuró ella con cierto pesar mientras hacía una mueca molesta. No era una mujer muy paciente y la espera la ponía de mal humor.

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Al onceavo día se sintió más cansado y se dormía mucho más rápido, le pareció más duro el trabajo y le costó operar en algo por mucho tiempo. Snow creyó que era la falta de descanso al igual que Clarión y nadie se alertó. El trajo de sentirse mejor pero ya el cansancio le ganaba ¿Qué rayos le estaba pasando?

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La reina Bias miraba el calendario mientras la mujer anterior le servía algo de té

-¿Eso tiene cura?- murmuro temblando. Ella la miro unos segundos con desde y levanto la barbilla bastante orgullosa.

–No y por eso lo utilizamos- hablo altiva.

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Al décimo tercer día empezó a dolerle la cabeza de vez en cuando, sumado al cansancio. Milori creyó que solo era algo común por la inestabilidad que tenía al cruzar casi todo el día la frontera. Estar en clima frio y luego calido le proporcionaba esto. La enfermera le dio unos medicamentos pero no ayudó mucho. Aun así prefirió no alertar a Clarión ni a nadie y escondió sus malestares... pero eso fue una muy mala idea, guardárselo para sí mismo solo estaba haciendo más complicada la situación. El liquido negro ya estaba invadiendo casi toda su sangre.

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El pelirrojo rey tacho el dia

–Solo faltan dos y todo empezara- hablo sin inmutare mientras su mujer sonreía de una forma nada amigable

–Veremos cómo se las arreglan luego de eso...- y ambos se miraron dejando escapar una carcajada... esto se iba a poner interesante... y ellos no iban a permitir que nadie pero nadie arruine sus planes siniestros, esta vez les tocaba jugar su carta a ellos e iban a utilizar la más peligrosa y certera que tenían.

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Al décimo quinto día... Milori estaba leyendo unos papeles cuando unos mareos llegaron a atacarlo

–ahora no- murmuro enojado mientras fruncía levemente el ceño y elaborado de concentrado. De repente la cabeza le empezó a arder ya dolor, su corazón empezaba a latir con más fuerza y ​​ayudaba a que el líquido terminara de contaminar la poca sangre que quedara. Dejo los papeles en la mesa y se apoyó adolorido en la silla. Su cabeza le daba vuelta y comenzo a arderle todo el cuerpo

–Tranquilo... ya pasa- murmuro para sí miso mientras sentía un dolor agudo en el abdomen. Cerró los ojos adolorido y se paró apoyándose en la mesa, respirando agitadamente y sintiendo un calor fuera de lo común. Levanto la vista hacia la pared pero vio todo como que si diera vueltas, los colores se hacian borrosos y se le hacia dificil tensar de pie

-¿Qué rayos pasa?- murmuro mientras las náuseas empezaban a rondarle

-¿Milori?- la voz de su hermana lo alerto, levanto la vista pero solo la vio borrosamente. El trato de sonreírle tratando de decirle que todo estaba bien, pero en su rostro más pálido de lo normal y agitado se podía ver perfectamente que no era así -¡Milori!- dijo asustada cuando el cayó al suelo totalmente inconsciente

𝙴𝚕 𝚝𝚛é𝚋𝚘𝚕 |  ʟᴏʀᴅ ᴍɪʟᴏʀɪ ʏ ʟᴀ ʀᴇɪɴᴀ ᴄʟᴀʀɪᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora