CAPÍTULO 7 - Portal

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Clarión se adentraba a un lugar que estaba mas haya de la tierra de las hadas. Era una isla que estaba cerca, estaba completamente deshabitada, no había ni siquiera una pequeña planta... la castaña apretó sus labios. En ese lugar no había nada, nada de nada... o eso era para alguien ignorante creería. Camino inseguro por las rocas negras de la isla, estaba todo en silencio... si no fuera por el viento frío y desolado que soplaba. Sus alas estaba resguardadas atrás de la capa, su rostro estaba mirando hacia adelante. La tierra en el viento se intensifica... ya no se podía ver demasiado hacia adelante. De pronto uno de sus pies choca contra una roca, ella baja su mirada hacia ella.Era totalmente verde y con una forma extraña, parecía un triangulo con grabados extraños. Una media sonrisa apareció en su rostro afligido antes de tomarla entre sus manos

-necesito pasar a tu mundo mágico, necesito sanar el destino trágico- murmuro. La roca empezó a brillar con intensidad. De pronto el viento paro, las olas que arreciaban las costas se detuvieron, las nubes grises del cielo se despejaron y una luz empezó a descender del cielo. En una parte se paro y apareció una línea vertical de luz que llego hasta el suelo. La reina miro el portal, no era la primera vez que pasaba, Dante antes de irse se lo había mostrado. Su respiración se agito, tenía muy poco tiempo y no tenía nada que perder. Se acerco con total inseguridad y toco la linea, esta solo brillo levemente mas

–tienes que ayudarme, mis intenciones no son malas, trato de sanar a la persona amada- volvió a murmurar. La línea empezó a brillar antes de abrirse en forma de un triangulo, toda esta figura irradiaba luz –el portal...- murmuro ella antes de pasarlo, cuando ella estuvo en el otro lado se cerro... pero no se dio cuenta que una figura de ojos negros la miraban y sonreían de forma maligna.

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Los ministros se miraron los unos a los otros

-¿crees que encuentre algo?- murmuro el del otoño mientras daba leves tiembles

–no lo se...- murmuro ella

-¿Por qué no nos dejo ir con ella?- dijo el ministro primaveral

–por que alguien debe ocupar de la tierra de las hadas- murmuro la del verano. Los cuatro ministros se miraron

–señores- hablo la enfermera. Los cuatro se dieron vuelta, la mujer los miró con preocupación –esta cada vez peor... temo que solo le quedan un par de días de vida... al menos que algo al fin le resulte- dijo totalmente destrozada. Los cuatro se miraron muy preocupados mientras empezaban a murmurar

–espero que logre encontrar algo- dijo dolida la hada invernal.

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En la isla desierta la silueta aun sin nombre se acerco a la roca... tomo la roca entre sus manos y dijo lo mismo que la reina. Luego de haber pasado lo mismo la extraña entro... una sonrisa malvada cruzó sus labios y sus ojos iban fijos en el objetivo

–veremos... si lo logramos- dijo con total sangre fría mientras que en su capa se veía el sello de la corona occidental. La reina estaba en grandes problemas.

Clarión caminaba por un camino rojo en medio del bosque, los árboles estaban de verdes luminosos y olían a menta. Todo podia ser magico aqui, aqui podia aparecer algo bueno o algo malo. Las enredaderas en flor se enredaban en los árboles más grandes, una preciosa río corría por un costado, los árboles eran muy altos y tapaban el sol

–tengo que llegó a la cueva- murmuraba la castaña mientras viajaba de no distraerse con nada.. Su hermano siempre había sido muy bueno en estas cosas... pero ella venia por una respuesta y no grababa que podía encontrar. Miraba de vez en cuando a los costados, pero todo estaba raramente en silencio

–debes continuar, nada de esto te debe atrapar... no tomes el agua del río, no comas frutos del árbol... no te dejes engañar, cuando llegues a la cueva puedes tu guardia bajar- murmuraba lo mismo que su hermano le había dicho milenios atrás , casi como un mantra –si escuchas pájaros volar tu vista no has de levantar, a los ojos a ninguna criatura mágica miraras. Si escuchas tu nombre solo avanzando, no te dejes engañar, todo aquí podrá tratar de atrapar- decía mientras sentía el frío aumentar. Todo estaba en quietud, nada era... no recordaba que haya habido inconvenientes raros cuando vino con su hermano, pero por las dudas prefería recitar su discurso. Este era hogar de criaturas de magia blanca y negra y no podia fiarse de ellas. La sombra que la siguió escuchaba o recitado y trató de hacerle caso, quería salir ganando en esto.

Luego de una hora caminando apareció el cansancio, Clarión se sentó en una roca

–no debes detenerte- hablo para si misma. Respiro, se sintió cansada y el corazón le latía dura –ya casi- dijo ella mientras se paraba

–Clarión...- esa voz masculina llego a sus oídos, tubo la sensación de voltear pero lo grabó. Cerro los ojos con pesar y sigue caminando -¡Clarión! ¡por favor!- volvió a escuchar. Esa voz masculina y tan conocida -¿no quieres estar conmigo?- hablo de nuevo

–es magia Clarión, no debes detenerte- dijo mientras caminaba tratando de hacer oídos sordos a esa voz que realmente quería escuchar en la realidad –Milori...- murmuro para si mismo mientras caminaba sin darse cuenta vuelta

-¡espera!- volvió a escuchar -¡no me dejes solo!- eso realmente la tentó. Se paro pero no se dio vuelta

–sigo para no dejarte solo, sigo para volverte a escuchar... sigo porque se que tu en este momento no eres real- dijo con tono firme sin mirar atrás. Las voces se acallaron, ya no había porque seguir. Ella siguió caminando, quería encontrar respuestas ¡por favor! ¡que haya alguna solución! Su ceño se frunció levemente mientras negaba con la cabeza, de pronto todo se había vuelto más caluroso. Su respiración seguía agitada pero no quería parar... de pronto a lo lejos se vio la boca de la cueva...

En el hospital invernal las hadas sanadoras estaban realmente nerviosas, sintieron que toda esperanza se estaba acabando. El señor del invierno solía murmurar algunas cosas sin sentido, cosas que ellas no entendían. El se sintió solo y la oscuridad lo estaba consumiendo. Ese fuego invisible lo siguio quemando

–Clarión...- murmuró con la poca fuerza que tenía, no podía dejarla sola, no ahora. Ni a ella ni a nadie... trato de despertarse de la oscuridad, de abrir los ojos... pero todo le pesaba. La oscuridad era su mayor compañía... se sintió intranquilo y adolorido. Tenía que despertar pero no podía, algunas voces conocidas y desconocidas se arremolinaba en la oscuridad. Pero había una que le daba fuerza para seguir –no te vayas...- murmuro, esa voz femenina y tan querida se seguían escuchando, no podía dejarla sola... no en esta situación ¡debía salir de esto!

𝙴𝚕 𝚝𝚛é𝚋𝚘𝚕 |  ʟᴏʀᴅ ᴍɪʟᴏʀɪ ʏ ʟᴀ ʀᴇɪɴᴀ ᴄʟᴀʀɪᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora