10.

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No había otra forma de explicar que Matthew le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole lindo y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.

Al parecer, Matthew se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.

Así que cuando Matthew entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.

Pero Matthew lo ignoró, y Jiwoong quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!

Ay, ¿qué estaba pensando?

—Hola Matthew, ¿cómo estás? —saludó su mamá entrando a la cocina—. Oh, ¿trajiste pastelitos?

—Hola suegrita —Matthew dejó la caja sobre la mesa—. Los hice especialmente para usted.

—¿Y para mí? —Jiwoong extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.

—¡Son míos, Kim Jiwoong! —se quejó ella.

—¡Eres mi madre! —protestó Jiwoong.

—¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!

—¡Pero mamá!

—¡¿QUIERES EL SARTÉN, JIWOONG?!

Jiwoong se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Matthew se sentó en sus piernas, sonriendo.

—No te preocupes,lindo, te hice un pastelito especial para ti —Jiwoong, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Matthew, mirándolo a los ojos.

—¿De verdad lo hiciste, sonrisitas? —Jiwoong miró la forma en la mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.

—Sí —Matthew se inclinó, dándole un beso en los labios, y Jiwoong parpadeó por la sorpresa.

Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Matthew actuó como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.

Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.

—Te quiero, lindo —murmuró Matthew.

A Jiwoong no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.

—Aaaaaaaaay, ¡son tan lindos!

Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Jiwoong los dejó medio ciegos.

Matthew se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Jiwoong frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.

—¡Se la enviaré a todas mis amigas! —estaba diciendo mientras salía de la cocina.

Jiwoong suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.

Luego, arrugó los labios percatándose de algo.

—Matt —el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado—. ¿Cuándo me mostrarás tu casa?

Matthew se tensó.

Luego, trató de relajar sus hombros.

—No es necesario —Matthew hizo un gesto despreocupado—. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntos.

¿Por qué cuando Matthew decía eso algo parecía doler en su interior.

¿Por qué cuando Matthew decía eso algo parecía doler en su interior

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novio de alquiler ∼ mattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora