Por la ciencia [NikoBeel]

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El laboratorio estaba lleno de movimiento de las máquinas, los experimentos, así como posibles sujetos de prueba totalmente voluntarios, por lo que para cuando Nikola entró por un momento (así como por primera vez en toda su existencia), Beelzebub sintió vergüenza del pequeño desastre que había creado sin darse cuenta.

Había cosas por todos lados, haciendo que el habitual orden que solía guardar se viera alterado por… Todo.

El científico humano suspiro, pasando de todo eso, sin prestar atención a la sensación de desolación dentro del demonio y pronto se encontró frente a la pizarra donde por horas Beelzebub se había perdido intentando encontrar lógica a un último argumento… no logró mucho, ni siquiera avanzar un poco, pero, al menos a su cabeza llegó la idea de llamar a una de las mentes más brillantes de la humanidad.

Puede, también y solo un poco, que la presencia de Nikola fuera levemente reconfortante.

— Está bien. — Empezó Tesla, mordiendo el borrador de su lápiz y relajando el ceño a la fuerza mientras veía al demonio. — Entonces ¿Crees que el error está en los cálculos?

Beelzebub necesitó un momento para recuperarse, pensando más en la manera en que la bata de laboratorio parecía estar hecha a mano para encajar en el científico que otra cosa, pero cuando logró arrastrar la mirada hasta un rincón de su oficina, asintió con un gesto sombrío.

— Sí, el error ha de estar allí, si no sería más como… m…

Antes de que cualquier palabra pudiera salir de su boca, el rostro del científico humano lo encaró. Tenía el ceño fruncido y una ceja levantada en una pregunta silenciosa, obvia. Se veía… digno de admiración.

Se perdió por un instante en la expresión molesta del humano, labios levemente fruncidos mientras sus ojos se volvía casi arrogantes a la espera de ver qué palabras salían de su boca. De oír lo que suponía estar a punto de decir.

Beelzebub retrocedió y se mordió la lengua. Su mente le repitió una y otra vez: no digas magia, no digas magia, no digas…

Pero la mirada de Nikola era insistente, era cortante como el más fino bisturí y ¿para qué negarlo? Era extremadamente bonita, demasiado bonita y la única razón por la que el cerebro del demonio no conectaba del todo con su boca.

Nikola Tesla le miró por varios minutos en los que estuvieron en silencio, simplemente viéndose. Beelzebub no se movió, tomando la mirada del humano tanto como podía, desde la chispa de ilusión en la parte posterior del azul acero, hasta la manera en que las pestañas se batían en cada pestañeo. El humano tenía algo, sin duda, algo muy fuerte que no podría describir más qué…

— Como magi… Magia.

En el mismo segundo que las palabras salieron de su boca, el ceño de Nikola empeoró de gravedad. Se arrepintió de inmediato, pero era demasiado tarde para echarse para atrás, lo sabía.

— No, nom, ¡Neim! ¡No es magia y me decepciona que otro hombre de ciencia pueda llegar a pensar así!

Puso los ojos en blanco casi de inmediato cuando el humano empezó a negar con vehemencia y por un momento observo el rápido ir y venir del mismo por la extensión libre de la pizarra. Ni siquiera se fijó en lo que esté estaba haciendo, pero se veía demasiado concentrado en la actividad, saltando de un lado a otro, moviéndose.

No podía siquiera seguirle el ritmo con la mirada, pero era… Bonito de ver. Ver a alguien más en su laboratorio, el ruido de la tiza que le advertía que estaba acompañado y los leves murmullos del humano mientras continuaba expandiendo su conocimiento.

En otras circunstancias, interferiría, pero esta vez Beelzebub se quedó en silencio y retrocedió. Cerró los ojos mientras la voz suave de Nikola seguía repitiendo elementos, números, letras, cuentas, correcciones e hipótesis en una canción que parecía no tener fin.

Se dejó llevar, el indicio de una sonrisa apenas apareció en sus labios.

— ¡Esto no es nada parecido a la magia! — Nikola gritó, obligándole a abrir los ojos y atajar el borrador de tiza que le lanzó. — ¡Es solo ciencia! Una a la que no estoy muy acostumbrado, pero ¡capaz de ser descifrada con el esfuerzo adecuado, señor Belcebú!

El demonio admiró la obra que Tesla le mostraba orgulloso y parpadeo un tanto confundido antes de entender del todo que se supone que estaba escrito allí. La voz del humano le explicaba, le enseñaba… solo podía ver sus labios moviéndose energéticamente y querer acercarse, querer mucho.

Querer.

— Uh. ¿Señor Beelzebub? — Nikola llamó cuando el gesto del demonio se convirtió por completo en oscuridad y melancolía. Carraspeo, entre confundido y algo incómodo. — Ha sido un placer ayudar a un amigo de la ciencia.

Los ánimos del señor de las moscas bajaron rápidamente. Sí, amigo. No, amigo no.

Ninguna opción. Nada. Satanás… Suspiro con cansancio extendiendo la mano para estrechar la de Tesla y el calor fue agobiante. Demasiado cálido para su alma.

No podía, sabía que no, pero cuando alzó la mirada encontrando los ojos brillantes del humano… realmente no importó.

— Me gustaría que me ayudará en otros asuntos. — Comenzó, tomando con cuidado una flor de un jarrón caído cercano y moviendo esta suavemente hasta que murió entre sus dedos. — Si eso no le ocupa demasiado tiempo.

— ¡No! Por supuesto que no. Me parece una buena idea colaborar con usted y por supuesto, si me permite, quiero acompañarlo en sus experimentos.

Quiero.

Beelzebub agitó la cabeza un poco y sonrió, estirando la mano para tomar y estrechar la que el humano ofrecía. La piel era increíblemente cálida contra la suya tan fría.

— Entonces permanezcamos juntos… por el bien de la ciencia.

Mientras fuera solo por eso, no debería haber problema.

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Primero, me disculpó por lo feo que pueda estar esto, debería estar durmiendo, pero escribir de ellos dos me da cien años de vida y no puedo evitarlo. (Seguro tiene errores y los corregire después)

Love in... [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora