Sonrisa brillante [Belcebú x Nikola Tesla x Satanás]

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Principalmente Belcebú x Nikola Tesla, pero hay una pizca de Satanás x Nikola Tesla.

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Belcebú no podía amar, se suponía que no debía y que cualquiera que se acercará demasiado a él tendría la condena de morir bajo sus propias manos solo para acrecentar su sufrimiento. Su maldición solo por ser quien era, no por sus acciones o pensamientos.

Era algo que había aprendido a comprender, a entender y a vivir, aunque el dolor de sus amigos perdidos le hacía un hueco en el pecho y la pérdida de Lilit le había roto más de lo que nunca sabría describir. El dolor no era pasajero, pero aprendió a vivir con eso tanto como le fue posible.

Por mucho, mucho tiempo.

Por eso, ahora, cuando mira a Tesla corriendo de un lado a otro dentro de su laboratorio, curioseando la tecnología que había hecho para Adamas o los frascos que todavía contenían un par de semillas de Hajun, se sentía confundido.

Una parte de él gritaba que lo alejara lo antes posible porque sabía que la razón por la que su pecho latía era por qué estaba empezando a apreciar la compañía. A apreciar… Un poco más allá de “enemigo, amigo o colega” y más como… Como amor.

Y el amor no era algo a lo que tuviera derecho, era un demonio, la encarnación del mal, el señor de las moscas que llevaba al humano al pecado de la gula. Puede que fuera un dios en algún punto, pero ahora solo era-

— ¡Belcebú! ¿¡Te importa si cocinó algo para todos!?

— La cocina es tuya y todo lo que quieras… — Cerró la boca abruptamente, Nikola le vio y sus ojos estaban tan brillantes.

Ahora solamente era un idiota enamorado, estaba cometiendo de nuevo uno de sus errores porque era demasiado tonto, demasiado torpe para decir que no…

— Disculpa que sea tan atrevido ¿Podría quedarme a dormir aquí? Ya es tarde y Adán cierra la puerta con el atardecer.

— Puedes tomar la habitación de Adamas.

Demasiado endeble para negar algo.

— No. — Nikola niega, parece pensativo. Belcebú desearía saber que piensa el hombre. — No quisiera…

— Entonces toma la mía. No la uso mucho.

Incapaz de negar nada a ese, a este humano.

— ¿No duermes?

Niega. Nikola parece espantado.

— Pero eso es muy-

Belcebú dejó de mirar al humano porque sabe que no va a soportar la pregunta que este tendrá escrita en el rostro. Solo prefiere… Prefiere no dormir, ni siquiera pensar demasiado en eso porque le trae pesadillas.

Nunca las ha logrado espantar, recordatorio de que no lo merece. De que está condenado para ser miserable solo por ser quien es y no quiere incluir a Nikola dentro de esas pesadillas, como otra de sus víctimas.

Como otro al que amo y perdió, pero todavía cree que si fuera con Nikola podría soportarlo todo. Es torpe, tonto, condenado a repetir sus errores cientos de veces, pero no puede…

No puede evitar que el pensamiento se forme en su cabeza. El científico a su lado, acurrucado contra su pecho mientras duerme y, aunque él no duerme tan seguido, se quedaría con allí solo para observar sus rasgos tranquilos, para apreciar algo que podría perder. Eso le traería paz.

Y sí, definitivamente lo piensa.

“Dormiría contigo” Eso es lo que pasa por su mente.

O supone que lo hizo, porque el rostro del científico humano está todo rojo, los ojos confundidos y la expresión congelada mirando directamente al demonio en búsqueda de una explicación. Belcebú se congela también, mirando insistentemente al piso en un intento de desaparecer.

En ese momento Adamas, siempre tan discreto, tumba una mesa al escuchar las palabras del demonio. Tiene el rostro en shock y, como un milagro, se retira en total silencio. De puntillas, aunque alza el pulgar en su dirección.

Entonces, Nikola no tiene una expresó clara. Belcebú no quiere mirarlo, no va a dar explicaciones. Lo acaba de arruinar.

Tal vez eso aleje al humano de él y le dé la oportunidad de salvarlo, porque no puede hacerlo por voluntad propia. Eso… Eso sería una… Una… Una…

Nikola se ríe, es suave, es como el trino de un pájaro, como la canción que puede salir de las cuerdas de un arpa recién afinada. Cuando se calma, Nikola todavía sonríe suavemente en su dirección, avergonzado y con las mejillas completamente rojas, pero incluso sus ojos acompañan el gesto.

Esa sonrisa no tiene una descripción.

No sabe cuantos adjetivos podría ponerle a ese gesto que quiebra la penumbra del laboratorio con un toque que llega a ser antinatural.

Está acostumbrado a la oscuridad, al encierro, pero cuando alza la vista para verlo, la luz de esa sonrisa le deja ciego. Es radianes, refulgente, le hace sentir calor de solo mirarla.

Quisiera verlo sonreír siempre, solo para él y que llene de luz como lo hace porque es casi mágico. Y se odia.

No lo merece, podría matarlo solo por amarlo, pero hay algo dentro suyo que susurra “Ya murió por nosotros”, y esa voz es aterradora… Sabe bien que no es suya.

No es su voz, no es algo que debería existir, pero existe y… Ama a Nikola al igual que él.

Mira a Nikola sonreír como él.

Desea el calor de esa sonrisa como él.

Y es tan débil como él ante el humano.

— Me gustaría. — Nikola empieza, jugando con uno de los anillos que lleva en las manos. — Digo, compartir cama… Por la noche. Yo no me… No me muevo demasiado.

Belcebú asiente, algo dentro de él casi se burla de esa forma de huir de la insinuación que pudo ser, pero que es agradable de oír

— Me gustaría.

“Nos gustaría”.

Love in... [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora