"La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas."
—Hermann Hesse
A la corta edad de 8 años Jimin entendió lo que era estar solo y que, además, no tenia otra opción más que permanecer de esa manera, apartado y en silencio. Cuando sus padres sufrieron la pérdida de su hermano menor, comprendió el dolor de no tener a nadie con quien contar.
Sus padres optaron por mantenerse herméticos, lejanos y dispersos, pues Jimin ya era lo suficientemente fuerte para hacerse un sándwich, lavar sus dientes y hacer la tarea sin necesidad de ayudarlo pero...
¿Quién podía deshacerse del pesar que cargaba dentro?
¿Quién llegaría a abrazarlo?
¿Dónde estaban los "te amo"?
Nadie respondería aquel triste llamado, nadie tocaría su puerta preguntando por la razón de su llanto, nadie se acercaría a el. Porque la tristeza enferma y peor aún, contagia.
Fue en una tarde de verano, en los columpios se encontraba un pequeño niño de 8 años llorando en silencio y con la vista centrada en sus pies que se movían casi involuntariamente, cuando algo llamó su atención. Un niño con el rostro sucio le ofrecía de su helado de chocolate a medio derretir.
—Si te comparto de mi helado... ¿dejarías de llorar? —preguntó el niño esperando expectante.
Nuestras vidas se miden en eventos, unos más importantes que otros, unos más felices que otros y unos más dolorosos. Pues nadie es el dueño de su propia vida.
—N-no quiero helado —Jimin no dejaba de observar al niño que permanecía frente a él— no creo que me puedas dar lo que quiero...
El niño suspiro y se acercó para empezar a secar con sus pulgares las lagrimas que parecían no detenerse.
—Entonces... cuéntame, pequeño. ¿Qué necesitas para dejar de llorar?
¿Qué pasaría si lo decía en voz alta por una vez en su vida? ¿Sería acaso, aquello, suficiente?
—Familia... —dijo casi en un suspiro— Quiero una familia.
El contrario no contestó, conocía poco de aquello que le era solicitado.
—No se como es una familia... yo tampoco tengo una— dijo para acomodarse en el columpio continuo.— Pero podemos quedarnos juntos y decir que somos una familia.
Jimin solo pudo sonreír, no entendía si aquel detalle era suficiente o no, solo fue capaz de percibir el delicado vibrar de su pecho y como su cuerpo se sentía más ligero, como si el suelo no existiese y se encontrara ligeramente suspendido en el aire.
—Tenemos un trato —le extendió la mano— Soy Jimin, tu familia.
El niño limpió la suya en su playera, manchándola del chocolate restante.
—Es un trato. Soy Taehyung, tu nueva familia.
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My boy.
FanfictionJungkook siempre tuvo su vida en orden. Siempre hubo comida en la mesa, regalos en navidad, buenos amigos y amor paternal, nunca supo que era necesitar o anhelar algo. Hasta que lo conoció a él, su primer amor. Su ferviente juventud se verá envuel...