Fue 5 minutos antes de que la campana tocara. Eso dicen los rumores. Otros dicen que fue desde el estacionamiento, al bajar, todo aquel que se encontraba en este era capaz de distinguir que el labial de Seulgi estaba corrido y que sobre los labios de Taehyung un velo tenue de carmín se posaba. También hay quienes afirman que al terminar el último partido, el viernes para ser precisos, ambos fueron supuestamente vistos tomados de la mano y riendo mientras se besaban la cara con picardía.
Sea cuándo y donde fuere, ahora lo confirma el verlos entrar por la escuela abrazados. La postura era incómoda e innecesaria hasta cierto punto, pero mandaba un claro mensaje: Esto es oficial.
Taehyung era capaz de percibir cada mirada, cada murmuro y cada persona que empezaba a textear sin parar apenas viéndolo. Ser el centro de atención le hacía un cosquilleo en la mandíbula y le otorgaba un subidón de éxtasis. Anhelaba saber todo. Si los superpoderes existen, él amaría la capacidad de leer mentes. Quiere escuchar los lamentos de todos los que tienen un crush con él y se ven invadidos por la desilusión, los pensamientos de envidia de aquellos que rogaban por una oportunidad con Seulgi; más que nada, desespera por conocer lo que Jungkook esconde tras esa mirada carente de impresión e impregnada de lo que luce como indiferencia, esa que le otorga en el pasillo, incluso cuando le sonríe con un ápice de malicia, no hay reacción alguna.
Quizás por una única ocasión, Taehyung pierde el poder de leer a Jungkook. Es increíble como hace apenas un mes era ya una habilidad desarrollada. Conoce sus puntos fuertes, cuantos lunares hay en su espalda y los lugares donde las caricias le hacen reír. Sus debilidades las tiene enlistadas en las notas de su teléfono y todas sus cartas las guarda bajo la cama. Sin embargo, ahora luce como un completo extraño, apenas y guarda el sonido de su voz en algún lugar de su amígdala, pero hasta ese le parece un recuerdo ajeno.
Pasa de largo, la sensación de pesadez no se le va del estómago, ni siquiera cuando ya se encuentra en su aula, alejado de él. Las ideas le brotan como un río acaudalado y bramoso. Le torturan y en sus oídos sólo resuena el ruido de cientos de abejas. Es Yoongi quien le da un golpe en el hombro y le hace salir del enjambre.
—Tae, la clase ya acabó.
—¿Las dos horas?Con delicadeza, asiente. Taehyung no siente más que la feroz necesidad de huir, sin saber con exactitud de que. Ya en el baño se encierra y deja que el agua del grifo salga, hunde el rostro en el pequeño riachuelo que se crea en el lavabo al taparlo con un poco de papel; sumergido, deja salir el oxígeno contenido.
Sale todo: la ira, la dispersión, Jungkook, las lágrimas, los besos, Jungkook, los gritos, los recuerdos, el sabor a menta, Jungkook.Cuando ya no hay más para soltar, se incorpora, mira su reflejo y a tientas palpa su rostro en busca de algo firme que le recuerde que está aquí, en el presente, en el baño, un lunes por la mañana, ya es la hora del almuerzo.
Tocan la puerta y toma el tiempo justo para recuperar su respiración. Al abrirla lo ve. Es Jungkook, quien a pesar de estar en una llamada, le brinda una mirada para saludarlo.
—Sí, aquí está. Te lo paso. —Le extiende el teléfono y en un susurro dice: Es Namjoon.
Con recelo toma la llamada y confirma que es su hermano, histérico y enfadado. Lo calma y se justifica diciendo que estará para la cena. Ya al terminar entrega lo correspondiente.
Un silencio incómodo cae en la escena. Es Taehyung quien habla primero pero antes de formular cualquier oración se ve interrumpido.
—¿No se lo has dicho?
Niega de inmediato.
—¿Y tú? ¿Le dijiste a tus padres? —Jungkook lo niega. — ¿Y a Seokjin?— Repite el gesto anterior.
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My boy.
FanfictionJungkook siempre tuvo su vida en orden. Siempre hubo comida en la mesa, regalos en navidad, buenos amigos y amor paternal, nunca supo que era necesitar o anhelar algo. Hasta que lo conoció a él, su primer amor. Su ferviente juventud se verá envuel...