Capítulo 3

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Matheo

Las palabras de Draco aún seguían en mi mente. Pensaba que era inevitable que ella sintiera cierto desprecio hacía mí.

Desdé que había salido del tren, sentía varias miradas, deseaba que dejarán de mirarme, pero sabía perfectamente que no pasaría y menos cuando supieran de quien era hijo, siempre había pasado, pero a mi hermano parecía no afectarle, Tom era muy diferente a mí.
Él era el perfecto, el que acataba las órdenes de Lucios, Tom aprendía los encantamientos y hechizos en un cerrar y abrir de ojos, yo no. Por cada regla que rompía o cosa que no quería hacer, me castigaban, golpes era lo que recibía, uno tras otro, heridas pocos graves, pero que dejaban cicatrices. No sabía cuántas tenía, pero sabía que mi hermano no tenía ninguna.

No te como Lexie había entrado al gran comedor, había llegado después de sus amigos, ahora se encontraba con su túnica y el cabello amarrado en un chongo mal hecho, pero parecía no importarle  y como hacerlo, si aún así se veía linda.

—Es un placer tenerlos aquí de nuevo.— hablo el director.— Cómo ya habrán oído y algunos visto, este año tendremos con nosotros a dos nuevos estudiantes.

La mayoría comenzó a aplaudir, pero sabía que solo pocos lo harían de nuevo cuando escucharán mis apellidos.

—Por favor, pasen con la profesora Mcgonagall para que el sombrero les asigne su casa.— concluyó.

Ambos nos pusimos de pie.

—Prepárate, primo.

Le dí una última mirada antes de pasar al frente.

—Muy bien, ¿Quién quiere pasar primero?

—Yo lo haré.— hablo con seguridad mi hermano.

La profesora asintió.

—¡Tom Riddle!— exclamó.

De inmediato los murmullos comenzaron.
No pude evitar mirar a Lexie; era como si ella se hubiera quedado en blanco, sus amigos no dudaron en verla.

—¡Slytherin!

Y cómo lo había pensado anteriormente, no muchos aplaudieron está vez.

Mi hermano volvió al lugar donde estaba antes y fue en ese momento donde odie no pasar primero, definitivamente ahora toda la atención estaba en mí y no solo eso, la forma en la que Lexie me miraba movió algo dentro de mí. Era como si sus ojos albergaran una pequeña esperanza, esperanza que en unos segundos iba a matar.

—Vamos muchacho, acercate.— ordenó la profesora.— ¡Matheo Riddle!— grito.

En ese preciso momento, Lexie dejó de mirarme, ni siquiera espero a escuchar en qué casa me quedaría, aunque claro, era obvio.

—¡Slytherin!

Inmediatamente me puse de pie y me senté enfrente de mi hermano, evadiendo todas las miradas y tratando de no escuchar los murmullos notorios sobre nosotros.

Podría fingir que no importaba, podría hacerlo a la perfección, pero en mi mente se quedó plasmada la imagen de Lexie al escuchar mi apellido.

—¿Qué?— cuestionó mi hermano.— ¿No te gusta la atención que tenemos?

No respondí, detrás de Tom, podía ver a Lexie, ahora su cabeza estaba recargada en Harry Potter. Tense mi mandíbula, ambos tenían muchas cosas en común gracias a mis padres.

—¿A quién estás viendo, Matheo?— indagó Pansy.

—A un fantasma de seguro.— respondí con sarcasmo.

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