Capítulo 10

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Draco

La vi caminar hacia el castillo; haberla visto me había alegrado el día y sentí alivio cuando me disculpé por haberla dejado plantada por culpa de Astoria. Me quedé pensando un momento, hasta que me llegó un olor a cigarro y sí, era Nott junto a Blaise.

—Vaya, no conocía ese lado romántico, Malfoy.— dijo mientras el humo salía de su boca.

Rodé los ojos.

—Ni te lo imaginas.— insinuó Blaise con una sonrisa.

—Cuidado y se atrevan a decir una palabra de esto.

—Vamos, Malfoy, no puedo creer que te avergüence que te guste Lexi. Ella es una chica increíble, y la mayoría quisiera tener la oportunidad de que si siquiera los mire.

No me daba vergüenza que alguien como Lexi me gustara, por supuesto que no. Pero tampoco se lo haría saber, ya que iría corriendo como un estúpido perro a contárselo a Matheo.

—Son cosas que no te incumben, Nott, y podrías dejar de fumar un momento. El olor es desagradable.

—Como digas, hurón.

Theodore apagó el cigarrillo, no sin antes fumar un poco más y soplarlo en mi cara.

—No entiendo cómo Daphne soportó tu pésimo olor.— me quejé.

—Así como Zabini soportó tu pésimo carácter.— respondió.

No soportaba la presencia de Theodore y aunque mi familia y la suya se llevaran muy bien, no era lo mismo con nosotros. Pero tenía que soportarlo solo por el hecho de que a Lexi le agradaba.

Lexi

Caminaba por los pasillos del colegio con la mirada perdida, abrumada por las críticas y los susurros que parecían seguir cada uno de mis pasos. Cada palabra mordaz se clavaba en mi corazón, haciéndome sentir más pequeña e incomprendida.

Entonces, justo en una esquina, me topé con Cedric, y a su lado estaba Justin Finch, uno de sus mejores amigos. Sin embargo, en lugar de la calidez familiar, vi en los ojos de Cedric una sombra de decepción y enojo.

—¿Qué haces aquí lexi? no tengo ningún interés en escucharte.— dijo Cedric, su tono lleno de amargura y reproche.

Sentí un nudo en la garganta. Mi participación en el Torneo había dejado una brecha entre ellos, una brecha que parecía crecer con cada palabra no dicha.

—Cedric, lo siento mucho. No fue mi intención.— Murmuré.

Pero Cedric no cedió. Su mirada era fría, distante, como si el fuego de nuestra amistad se hubiera extinguido para siempre.

—Lo siento Lexi, pero como había dicho, no tengo ganas de hablar contigo.

Esas palabras fueron como un golpe al corazón. El rechazo de mi mejor amigo, la ruptura de un lazo que creía inquebrantable. Trate de decir algo más, pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta, ahogadas por la desesperación.

Con un último suspiro, ví a Cedric alejarse, dejándome sola en medio del pasillo vacío. 

Justin se acercó a mí con una expresión preocupada en su rostro, consciente del tormento que yo enfrentaba por la distancia con Cedric. Con pasos lentos pero decididos, se detuvo frente a mi, sus ojos reflejando una mezcla de empatía y frustración.

—Lexi, intentó hablar con Cedric, de verdad lo intentó.— comenzó Justin, su voz cargada de la tensión de las conversaciones no concluidas—. Pero parece que no está listo para escucharme, mucho menos para escucharte a ti.

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