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📍MANHATTAN, NUEVA YORK. Viernes 2 de septiembre, 2O22.
ARABELLA SE DESPERTÓ TEMPRANO, sintió la emoción palpable en el aire, la anticipación de pasar tiempo con Ana llenando sus pensamientos desde el momento en que abrió los ojos. Después de completar sus rutinas matutinas con una efervescencia inusual, se sumergió en la tarea de prepararse para el día. Cada elección de atuendo, cada toque final de maquillaje, todo se hacía con una sonrisa juguetona en su rostro.
Finalmente lista, se acomodó en su sofá acogedor, rodeada de sus perritos Milo y Presley, que parecían sentir su entusiasmo y se acurrucaron a su lado. Sus ojos se desplazaban constantemente hacia su teléfono celular, una conexión directa con la castaña. Con cada vibración, su corazón saltaba, pero pronto aprendió a discernir la importancia de cada notificación. Cinco minutos se convirtieron en una danza de impaciencia y nerviosismo, mientras cada segundo parecía una eternidad.
Carter sentía cómo la anticipación crecía con cada latido de su corazón. Esperaba ansiosamente el mensaje de la actriz, uno que hablara de los buenos días y que confirmara que estaba en camino a la cafetería. Cada segundo que pasaba sin recibir ese mensaje la llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo, pero sabía que cuando finalmente llegara, toda la espera habría valido la pena.
Justo cuando la anticipación parecía casi insoportable, el teléfono de Bella vibró con el mensaje que había estado esperando. Sus ojos se fijaron en la pantalla, donde las palabras de Ana le dieron la bienvenida al día de una manera especial.
¡Buenos días! Estoy en camino a la cafetería. ¡No puedo esperar para verte!
La sonrisa que se extendió por el rostro de la castaña fue imposible de contener. Rápidamente, sus dedos se movieron sobre el teclado mientras respondía:
