Esas hermosas cartas que él va a atesorar con su vida, no había manera que una chica le pudieses llegar tanto al corazón, solo había un problema. la identidad de aquella misteriosa joven era un misterio total.
De aquella chica sólo sabía que le gust...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Él no tenía que haberla acorralado, estaba estresado y necesitaba tener sus sentimientos en línea, la obsesión con aquella chica de las cartas, pero no se lo creía, no se creía que aquella chica de ojos grises no podía ser la chica de las cartas por eso había revisado todas las cartas que había. Tenía miedo porque era la primera chica que quería como amiga, que había hablado con alguien abriéndose él o buen escribiendo aunque fuese cortas líneas, pero ahí estaba las dos de la mañana del lunes sin saber como expresar que era ella en una carta. Risu era completamente diferente a lo que había conocido en demás chicas, con ella podía hablar sin sentir el asfixiante amor y devoción que muchas mujeres le daban, era la primera mujer que había despertado algo de interés en él románticamente sin que ella se acercase primero.
Pero las cartas, aquella chica era diferente, podía sentir en ella una amiga y eso era una de las cosas que pasaban por su cabeza, no quería descubrirla, pero quería hacerlo al mismo tiempo, quería mostrarle el cuadro que estaba debajo la sábana, pero al mismo tiempo tenía miedo de la impresión que Risu se fuese a llevar. Tenía sentimientos complicados desarrollándose en su interior y todo por culpa de una mujer, si su mejor amiga no estuviese ocupada con su desfile del viernes la podría molestar sin importar que ella se riese de él, sin importar que lo tomase por loco.
Eres Risu Tokito ¿Verdad?
Leyó lo único que había escrito en esas cuatro palabras, como si el tiempo se hubiera atorado para él sin saber que pensar, sin saber que más poner para que la chica le hiciese caso, sin saber como llevar la impresión con aquella mujer. Tampoco era como que pudiese borrarlas, Uzui se llevó las manos a sus cabello y se lo revolvió, por un momento pensó en montarle guardia a su correo para estar seguro que era la chica, que Risu era la que dejaba las cartas ahí, pero tenía miedo de equivocarse de nuevo.
—Todas las pistas dan a ella, tiene hermanos gemelos, su hermano está de modelo con mi amiga, ella y Haru se llevan mejor, su mejor amiga regresó del extranjero, más que no cada vez que me menciona nos vemos, le gusta la fotografía y es buena en ella ¿¡Por qué tengo miedo entonces!? —Se preguntaba a sí mismo algo molesto con él, sus mayores miedo siempre era así, con ella y con todos.
Tomó la última carta que ella le había mandando y la releyó por última vez en dignarse que escribirle, en dignarse en decirle muchas cosas que no podía expresar.
Querido Uzui:
Ya le prometí que si acertaba en mi nombre entonces iré al desfile con usted, dado a que esta es su última oportunidad de tratar de acertar para ello entonces le seré sincera. Tengo miedo de que esta vez si acierte, porque la persona que se oculta no es la persona que desearía conocer, soy como el cuadro de su exhibición, hablo del que estaba escondido detrás de la sábana, al que si le soy sincera también tengo miedo de ver. Contemplar con mis propios ojos lo que pueda pasar, me llena de pavor, por eso las inseguridades salen en mi mar de sentimientos, salen a la luz después de estar mucho tiempo en el fondo de el lago de mis mentiras, las que me digo a mi misma antes de dormir.
