Tercera grieta: Ser o no ser IV

611 77 3
                                    

—¿Recuerdas cuando te preguntaron que porqué no te cansabas de dar tanto la lata con reivindicar a la comunidad y hablar siempre de lo mismo? Que la gente se iba a terminar aburriendo —dijo el niño pensativo, una pequeñita sonrisa se asomaba en sus labios —. Me gustó lo que respondiste.

—¿Y por qué en vez de preguntarme el porqué doy tanto la lata sobre algo no te cuestionas el porqué es necesario que la sigo dando? —cité recordando lo dicho ese día. La sonrisa que antes era pequeña se convirtió en una con todos los dientes.

—¿Sentir orgullo cuando te escucho hablar es revolución?

Cogí su pequeña mano.

—Sí, porque la revolución empieza en ti.

Un día me dijeron que no se puede
vivir en una revolución toda la vida.

¿Qué pasa cuando eres un chico al que le gustan otros
y sales de fiesta un día y al día siguiente tus padres están llorándole
a un cuerpo inerte porque siete chicos
te pegaron una paliza por ser y cito "un maricón de mierda"?

¿Qué pasa cuando eres una mujer que se viste como se le canta el orto
y dos tíos creen que eso es invitación para tocarte sin autorización
y si es que se defiende "ay, es que esta histérica, la regla ya le bajo"?

¿Qué pasa cuando tus manos tiemblan,
tu garganta se cierra porque no puedes mirar al futuro sin tener presión,
cuando ves cosas que los demás no,
cuando sostenerte es difícil y hablarlo no es una opción?
Vaya a ser que te digan loco y te encarcelen
en una prisión a la que llaman manicomio.

¿Qué pasa cuando eres negro y tres polis ven "actitudes sospechosas" en ti?
Alzas los brazos y dices tranquilamente "no he hecho nada".
A los segundos tu cabeza esta contra el suelo.
No tenias nada, solo el color de tu piel.

¿Qué pasa cuando sales de los paramentos de lo establecido,
cuando sales del canon de belleza impuesto,
de la cisheteronormatividad,
cuando vas en contra de lo patriarcal?

¿Qué pasa cuando solo soy, amo o follo?
Qué pasa cuando no crees que esto pasa porque pasa aquí
y pasa en todos lados.

Estoy cansado,
cansado y harto de sentir alivio porque no me ha pasado a mi,
porque no le ha pasado a alguno de mis amigos,
porque yo sigo vivo,
pero ¿y si mañana no?

¡¿Qué quieres?!
¿Quieres que me arrodille?

Ten, me estoy arrodillado, me estoy hincando.

¿Quieres que no haga nada,
que me quede callado viendo postrado
como sigues tratando de enfermos a mi peña trans,
como ves a las lesbianas como porno cual trozo de carne,
como aceptas a los gays solo si no se les nota y con la pluma a su casa
o que la gente bisexual sigue confundida, indecisa y que les no binaries siguen sin existir?

¿Quieres que lo haga?
¿Quieres que siga hincándome ante ti y no te plante cara?
Estas tú que lo voy a hacer.

Yo me voy a levantar.
Me voy a levantar en esa cena familiar
y la voy a cagar mandando a callar
al tío mayor con su comentario machista.

Que me voy a levantar en esa cena de bar
con colegas por ese comentario lgbtfobico.
Que me voy a levantar
y callar a ese profesor con su comentario capacitista.

Que me voy a levantar ante ti, ante ustedes.
Que vamos a gritar tan pero tan alto
que ya no habrán ni lugar ni espacio para las flores.

Nos discriminan, nos golpean, nos gritan
y cuando no les basta con eso,
nos matan,
pensando que,
no nos matan ya con todo lo anterior.
Que nos quieren quitar hasta el corazón.

Porque esa sangre,
la misma que corre por tus venas,
mancha el suelo del pavimento con el cuerpo de un chico
al que a golpes le acaban de quitar la vida,
la misma que corre por la niña a la que dijiste
que solo era un niño confundido
y a día de hoy se suicida,
la misma que corre por la mujer que salió de fiesta y no volvió a casa,
la misma de aquel encerrado en el manicomio
porque sus voces no podían acallar la tuya.

Dicen que somos la generación de cristal,
pero tal vez
seamos la generación que dejó de aceptar
que no es lo mismo
resistir para morir que existir para vivir.

Revolución porque existimos todos los días.
Revolución porque queremos seguir con vida,
porque merecemos vivir nuestra vida.

Revolución porque no van a volver a tener
el beneficio de nuestro silencio
nunca más.

¿Sabes? Después del rechazo, de la ignorancia, del morbo, de la discriminación, de los prejuicios, del miedo, de la rabia, del dolor, después de todo eso junto y hasta más, llega Eric, mi mejor amigo, a decirme que no estoy solo en esto y a ponerme el nombre que hoy llevo con orgullo. Llega mi mami y su apodo "mi pequelliot" aceptando que siempre fui eso, su hijo. Llegan mis hermanos y su "mi hermano mayor es poeta". Llega salir a la calle rodeado de banderas junto a personas que viven lo mismo, llega la familia elegida y su ternura que te abriga y corrige tus pronombres cuando tú no puedes. Llega la revolución y las ganas de quemar el cis-tema, llega apropiarte de sus palabras y jugar con ellas, llega doler, rabiar y llorar, pero en paz sabiendo que tú no eres el puto problema y, sobre todo eso, llega decirle a ese niño pequeño que fuiste que...

Sigue doliendo. Sigue jodiendo y la cosa no ha mejorado tanto, se camufla y tal. Los políticos siguen siendo idiotas, la peña igual, pero...

Por momentos eres feliz —continuó con los ojos brillando. Asentí.

—No es que olvide que existe el odio o el miedo, es que sé que puedo ser feliz pese a todo ello. Que merezco ser feliz siendo yo.

—¿Somos felices? —preguntó.

—Somos nosotros —dije con sinceridad.

—Me alegra estar triste, pero al menos siendo yo.

Ambos nos quedamos mirando a la nada.

—¿Qué le responderías a Shakespeare?

—Vivir —respondí sin dudarlo —. Aunque cueste que te cagas.

El niño sonrió contento con la respuesta.

—Oye —dijo, volviendo a romper el silencio—. ¿Tú crees que puedas poner en un apartadito pequeñito la frase que te voy a decir y que así se cierre esta grieta?

—Depende de qué tan buena sea —dije picándole. Rodó los ojos y me susurró la frase al oído, como si no quisiera que el bosque se enterara. Ahora fue mi turno de sonreír.

—Ves, soy tan bueno como tú.

—Es porque yo en algún punto fui tú.

Y dicho eso, escribí:

Te juro que vale la pena.

¡Gracias por leerme!

Y ya sabéis, comentad, dar a esa estrellita y que llegue a más peñita.

Tened un buen día.

El niño que miro a la muerte y le dio un abrazo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora