Quinta grieta: ¿quién soy? II

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¿Si sabéis cuando caminas por una cuerda floja? Sin experiencia siempre caes.

Yo vivo en esa constante de subir y caer. De caer y despertar sin saber nada, sin saber quién soy o cómo estoy.
A veces con nuevas heridas, otras con el miedo vacío y otras en una sala blanca amarrado. Sea cual sea, sigo, me levanto y me vuelvo a presentar ante mi mismo intentando responder a la pregunta de quién soy.

Así que, hola, me llamo Elliot, Elliot Arai y tengo TID, trastorno de identidad disociativo.

Estoy reconstruyéndome, volviendo a sentir, dejando de culparme y llorar las heridas, aceptarme como soy y aprendiendo a vivir conmigo mismo.

No, no soy mi trastorno, pero que no lo sea no significa que no lo vea y
cómo curo una herida que no puedo ver.

Porque este libro no es un libro, es una herida abierta, es un hola y un
adiós, es una carta gigantesca, es un testamento para mi y para todos ellos, para ti, para decirle todo lo que nunca podré llegar a decirle.

Para el niño que era bueno en mates, en lengua y en todas las materias, pero al que su mamá nunca felicitó ni miro.

Al niño que jugaba con muñecas pensando que quería ser ellas en un futuro y ahora en su futuro su hada madrina no apareció.

Al niño que buscaba temas de conversación para encajar,que agachaba la cabeza si le decían que se tenía que callar, que no era su turno de jugar.

Al niño que le amenazaban con quitarle sus deberes por ser demasiado empollón.

Al niño que no sabía que los monstruos no estaban debajo de las camas si no entre su familia, entre sus vecinos y amigos.

Al niño al que le arrebataron su infancia y lo dejaron tirado para luego llegar a casa
dejar del pan,
sonreír y decir
que no había pasado nada.

Al niño que siente rabia
por las mujeres de su familia
y su poca voz
que se les fue arrebatada,
pero que tienen más fortaleza
que todos los hombres de este mundo de pura masculinidad desfasada.

Al niño que torturaron, maltrataron y abusaron porque le dijeron que solo era cosa de una vez, que era divertido, que éramos amigos y él, él tan solo quería un amigo.

Al niño que miro el odio y el rencor a los ojos y le dio una bofetada,
al que le mordió la polla
y se la arrancó al grito
de "hija de puta"
y a mucha honra.

Al niño que fingió, mintió, manipuló
y creo una vida alterna para no hacer daño a su familia destrozada.

Al niño que no entendía nada de lo que le pasaba, pero que seguía porque le decía que la vida continuaba.

Al niño al que convulsionó
y le diagnosticaron epilepsia
durante dos años.

Al niño al que drogaron.
Al niño que tuvo amnesia
la gran parte de su vida
porque su vida era vivida
por otras personas
que sabían sobrellevar
la carga de vivir
intentando no matarse.

A ese niño que soy cuando crezco y me subo al escenario
y me olvido de todo ello
porque también soy ese.

Soy aquel que te da la primera impresión de felicidad,
el tío que no parece de su edad,
que parece que ha vivido cientos de vidas más,
soy ese que sonríe,
te hace reír,
el que habla de libros,
te toma una foto,
habla de todo un poco,
te escucha sobre todo.

Soy el chico de los micros,
el que da saltitos cuando se emociona, te saluda, te admira
y te habla de sus amigos artistas
y que es de sus mayores fans.

Soy el chico que soy cuando no tengo intentos suicidas, cuando no tengo una sobredosis de pastillas, cuando bailó bachata con mis amigos
y no en un psiquiátrico amarrado, recordando que se sentía tener los pies en el suelo.

Soy el chico que soy cuando soy un rato y luego me olvidó de quién soy.

Soy el traumado, el maricón, el loco, el violado, el trastornado.

Soy ese, el que, por un instante, vive sabiendo que no lo ves de cerca
porque si lo ves, vive con el pánico de que te vayas.

Y mi niño,
si se van,
que se vayan.

Y lo siento.
Lo siento por no haberte cuidado tanto.
Lo siento por haberte hecho creer durante mucho tiempo
que tú eras el problema,
que eras el culpable de todas tus decisiones
cuando esas decisiones
las tomaste intentando no dañar a mamá,
intentando sobrevivir
y mira, aquí estás.

No, mi niño,
tú no eres una carga,
un exagerado
o un maldito crío
que no hace nada bien.

Tú eres un niño
que está aprendiendo a vivir
y que se ha encontrado
con la muerte tantas veces
que ahora eres el niño
que miro a la muerte,
le dio una abrazo
y le dijo
"estoy aquí, no estás sola".

Fin.

El niño que miro a la muerte y le dio un abrazo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora