Cuarta grieta: Crecer entre lobos II

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Mis apellidos me queman.

Vengo de una familia que siempre está cuando tiene que estar
y que pese a sus diferencias son una pequeña unidad,
pero que ha dejado que los lobos se vistan de ovejas,
los ha seguido invitando a su mesa
y han hecho que yo coja sus manos
y les siga llamando familia.

Mis apellidos me queman porque aunque este orgulloso de todo lo que me han dicho y enseñado, de
todo lo que he crecido observándolos. El orgullo de estar a su lado me dura hasta que me da la conciencia.
Y eso sí que lo siento.
Porque no lo siento en la sangre,
lo siento en el corazón.
Ese que le pertenece a ellas.
A ellas que sí son mi familia.
Esa misma que me enseñaron a amar con todo y contra todo,
pero ahora resulta que el contra son ellos
y eso hace que me queme aún
más.

Familia.
"No quiero romper la familia”
¿Cómo se rompe algo que ya está roto, papá?
"Todos merecen el perdón"
¿Cómo le perdono si veo el dolor en esos ojos que son mi alma, tía?
"Ya ha pasado mucho tiempo"
¿El mismo tiempo en el que sus gritos de auxilio fueron tapados por tus
propias manos?
"Es que da pena"
¿Pena?
¿Dónde estuvo la pena hacia esas mujeres?
¿Dónde estuvo la pena hacia esas niñas, hacia esa familia que tanto dices que querías?
¿Quién me tuvo pena a mí, abuela?
Pero si quieres...
Si quieres te doy todo eso.
Si quieres te dejo que intentes reparar algo que todo el mundo ha
quebrado.
Te doy tu perdón,
tu tiempo, tu pena,
te doy lo que quieras,
pero ni se te ocurra pedirme mi silencio porque me niego.
Me niego a hacer como si no hubiese pasado nada.
A querer tapar la herida con sangre que ya no es mía.
A hacer todo lo que ustedes hicieron en su día
y terminaron dañando a sus hijas.

Me niego a hablar con cada persona que ha convivido con ello.
Escuchar cada una de las palabras que salen por sus bocas y de romperme un poco más cada vez que escucho sus historias y no a la maldita cadena.
De hablar, escuchar y romper.
De hablar, escuchar y romper.
Y no romper nada.
Me niego a darte mi silencio para que haya otra más, para que se piense que así siempre se tiene que estar.
A callar con el puto escudo familiar cuando la familia también te puede
violar.

¿Qué porqué hago esto?
Tal vez por odio.
Tal vez por dolor.
Tal vez por rencor,
por repulsión.
Tal vez por todas las anteriores juntas. O tal vez para que las nuevas generaciones que tengan esos apellidos,
se quiten la venda,
abran la puerta
y digan:
yo sí te creo, mamá.

Mi familia no es una familia disfuncional.
Mi familia es una familia enmudecida y sumisa, es una familia que funciona, pero que esta quebrada por años y años de silencio que yo no puedo soportar, que yo no puedo no mirar.

Descubrir que las personas que amas hicieron daño a las personas que
más te importan en el mundo no solo duele si no que también crea una
brecha que ni el perdón puede superar.

No, yo no habría hecho lo que mi
familia hizo y siguió haciendo en sus vidas, pero con mucho esfuerzo
puedo llegar a intentar entender la estructura, entender la cultura del país en donde nacieron, el silencio que acarrea la vergüenza y la negación junto al miedo a la realidad y digo con mucho esfuerzo porque que lo intente entender no significa que la avale, porque no lo hago, porque no lo hice ni por un instante.

Porque hoy sé que yo no tengo que porqué amar a mi familia y que el respeto y el amor se ganan, pero el perdón también. Y yo no se los debo.

gracias por leerme!!
dadle a la estrellita y comentad que os está pareciendo las grietas que me hace mucha ilu leeros.
os abrazo<3

El niño que miro a la muerte y le dio un abrazo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora