Número desconocido: Ya ha pasado la maldita semana. Ha sido muy dura.
Yo: Eres imbécil, por tu culpa me lo quitaron. Al cogerlo tenía más de 2.000 mensajes.
Número desconocido: No sabes cuánto lo siento.
Yo: Ya, no lo sé, como todo sobre ti. ¿Me puedes decir de una vez, cómo te llamas?
Número desconocido: Prefiero que sea un secreto.
Yo: Te da igual que me haya quedado sin móvil durante una semana. Tendrías que haber visto la cara de mis padres, en esa semana me pusieron más castigos.
Número desconocido: A mí no me da igual. Te he dicho que lo siento mucho, ¿es que no viste mis mensajes de la semana pasada?
Yo: Claro que los he visto. ¿No cogiste el móvil durante todo ese tiempo?
Número desconocido: Em... No, pero estuve a punto de hacerlo.
Yo: Ah... Eso me imaginaba.
Número desconocido: ¡Te he dicho mil veces que lo siento!
Yo: Borra mi número.
Número desconocido: Dios mío... ¿Vas a volver a ser la misma gruñona y cortante?
Yo: ¿Qué? Siempre he sido así contigo.
Número desconocido: ¿Y con los demás?
Yo: ¿Y con las demás personas a las que conozco y las he visto en persona? A ellas las trato de diferente manera que a ti.
Número desconocido: Entonces, tienes doble personalidad.
Yo: No. Lo que pasa es que sé el nombre de esas personas.
Número desconocido: Y dale... ¿Quieres saber mi nombre?
Yo: Oh, eso no estaría mal. Saber el nombre de una persona con la que hablas casi todos los días estaría bien, ¿no?
Número desconocido: ¿Y por qué? ¿Qué necesidad tienes? ¿Es algo de vida o muerte?
Yo: Es de no caer en la locura. Eres un pesado.
Número desconocido: Y eso te gusta.
Yo: Claro que sí, campeón.
Número desconocido: Sí.
Yo: Borra mi número, desconocido.
Número desconocido: Oh, no. ¿Desconocido? Yo no soy un desconocido para ti. Me empiezas a cabrear...
Yo: Y tú a mí.
Número desconocido: Pero tú lo haces porque, por alguna extraña razón, me odias.
Yo: Sí, te odio.
Número desconocido: ¿Y por qué? Si no me conoces.
Yo: Pero eres un plasta mandándome mensajes todo el rato, y con eso, ya te odio.
Número desconocido: Llegas al odio en muy poco tiempo.
Yo: ¿Y? Sigo enfadada.
Número desconocido: A ver... Cuéntame por qué.
Yo: Y ahora haces de psicólogo...
Número desconocido: Dime.
Yo: Sigo enfadada desde el día en el que me empezaste a hablar. ¿Por qué? Porque a pesar de que te dije que olvidaras todo, porque fue un malentendido, seguiste hablándome y no quisiste borrar mi teléfono. ¿Por qué no aceptas una confusión? Como la "chica de la disoteca" te dio mal su número, has venido a fastidiarme y a ver si intentas algo conmigo.
Número desconocido: ¿Intentar algo contigo? De eso no va la película preciosa. Seguí mandándote mensajes porque quería hablar con una persona desconocida. ¿Nunca has hecho eso?
Yo: No... Pero si lo hubiese hecho, y la otra persona me hubiese pedido un trillón de veces que borrara su número, lo hubiese hecho.
Número desconocido: Seguro.
Yo: Anda, vete de una vez con la chica esa.
Número desconocido: No tengo su número, ¿te estás perdiendo?
Yo: Ya sé que no lo tienes, pero vete a otra discoteca y cógete a otra.
Número desconocido: No quiero.
Yo: ¿Prefieres quedarte aquí molestándome? Déjame de una vez.
Yo: Conmigo no va a funcionar.
Número desconocido: ¿El qué?
Yo: No voy a hacer los mismos planes que teníais tú y la chica que te encontraste.
Número desconocido: ¿Qué planes?
Yo: "Enamorarla".
Número desconocido: ¿Crees que te intento enamorar? Vas de lista, ¿eh? A ella si quería "enamorarla", tienes razón, pero contigo intento establecer una conversación decente.
Yo: Eres un imbécil y un mentiroso.
Número desconocido: ¡No miento!
Yo: ¡Claro que sí!
Número desconocido: ¡No! ¡No lo estoy haciendo! ¡Yo nunca intentaría tener algo contigo!

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Te has equivocado
Short Story《 Yo: La tarde del sábado es sagrada. No la contamines con tus estúpidos mensajes. Número desconocido: ¿Estúpidos mensajes? Mis mensajes son poesía. Yo: Claro que sí, eres el poeta del siglo XXI. Número desconocido: Gracias por reconocerlo 》. Betty...