Otra vez te veo, princesa

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-No, hombre...- dije cabreado.
Cerré la puerta del coche con un portazo molesto por tener que pagar para aparcar aquí, sabiendo que me iba a salir caro-. Pondré dinero para cinco horas- metí las monedas necesarias y me alejé.

Empecé a pasear por la línea de playa en la que había muchas casas que tenían mucha suerte al poder abrir sus puertas y encontrarse con un maravilloso mar. Hoy hace un día espléndido. Seguí caminando mientras que sacaba mi móvil del bolsillo y le mandaba mensajes a Betty. Espero que no le sienta mal que haya venido.

Llegué a la playa que se situaba enfrente de su casa y vi que había 15.

"¿Qué hago?".

Pues llamaré a todas.

Emepecé por la primera casa y a los cinco largos minutos me abrió un señor con bigote y sin camisa.

-Perdone- lo saludé-, ¿es usted el padre de Betty?

-¿El padre de Betty? ¡No! No soy su padre. ¿Qué Betty? ¿Para eso me has molestado a las cuatro de la tarde?

-Lo-lo siento- me disculpé.

-¡Anda y vete a molestar a otra casa!

-Lo siento- repetí.

Vale, no me imaginaba esta reacción por parte de él.

Llamé a la siguiente casa y me abrió una señora, y me respondió con el mismo mal genio que el anterior vecino.

-¡Vete de una vez o llamo a la policía!- gritó ella desde su casa mientras que yo salía corriendo de su puerta.

Resoplé por las malas contestaciones que estaba recibiendo y me fui a la siguiente casa.

Llamé al timbre y me abrió otra señora, pero ella en cambio con una linda sonrisa.

-Disculpe, ¿conoce a Betty?

-¿Betty? ¿Cómo se apellida?

-Em... No lo sé.

-Lo siento, no le puedo ayudar- y me cerró la puerta en las narices.

Las apariencias engañan.

Me fui a la siguiente casa y me paré antes de llamar. Le envié un mensaje a Betty, diciéndole que abriese la puerta de su casa, y al ver que no se había abierto la que tenía delante, me di cuenta de que no era la suya.

Vale, no quiere verme.

Seguí a la siguiente casa ya que alguien, no me decía dónde vivía.

En la siguiente casa, me abrió una señora de 50 años y al parecer se llama María...

Me acerqué a la siguiente casa y llamé.

-No puede ser...- sonreí.

Se acaba se asomar Betty por la ventana, y no me abre.

"Qué mala es...".

Esperé impaciente a que me abriese la puerta, y me reí al ver un pequeño cuerpo que se escapaba por la ventana.

" Yo: Entonces vives en la casa número 13... Interesante. El número de la mala suerte".

Mientras que corría tras ella por las calles de su ciudad, empezamos a devatir sobre el tema de la "mala suerte". Es muy raro mientras que hablas con una persona sobre algún tema, correr tras esa misma persona.

"Ay Betty, las cosas que me haces hacer".

Escuché una suave risa a unos cuantos metros y la vi sonriendo. Se ríe de mis "estupideces" con las supersticiones.

Te has equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora