Quince

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—Renjun —llamó el chino menor, viendo al contrario con una ceja alzada.

Ambos estaban cenando en el parque favorito de Chenle. Según Renjun, el menor no había sospechado nada de su propuesta, pero lo que no sabía es que Chenle lo conocía lo suficientemente como para saber que esta no era una de las salidas espontáneas que al mayor a veces le daba por preparar.

—Te escucho.

—¿Tienes algo que decirme?

Renjun quedó paralizado. Tragó lo que quedaba del arroz en su garganta y se hizo el que no entendía nada.

—¿Quién? ¿Yo? ¿Por qué piensas eso?

Chenle siguió mirándolo sin creerse ni un poquito la actitud del mayor.

—Me trajiste a cenar cuando has estado quejándote todos estos días por la universidad y después de estarme ignorando por casi tres semanas. Tiene que haber algo importante.

Renjun sabía que ya era el momento y Chenle estaba serio, algo raro en él.

—Está bien... Pero primero comamos el postre.

Chenle le miró mal, pero Renjun le sonrió con inocencia.

—Renjun —llamó de nuevo, como advertencia.

—¡Te prometo que no es nada malo!, solo... quiero prepararme mentalmente.

Chenle se le quedó viendo con excepticismo pero pronto lo dejó ser y asintió.

El mayor respiró hondo para disipar los nervios y le pasó uno de los cupcakes que su hermana había preparado a su novio, uno que era especialmente diferente al resto. La cara de Chenle se iluminó con una sonrisa y tomó el postre.

—¿Lo hizo Yizhuo noona?

Chenle no le dio ni tiempo a Renjun de responder para cuando ya tenía gran parte del pastelillo en su boca. Lo masticó tan rápido que Renjun no tuvo chance de preocuparse hasta que el de cabellos oscuros empezó a ahogarse, intentando recuperar el aire mediente sonidos raros que hicieron al mayor ponerse detrás de él y empezar a apretar su estómago para que Chenle escupiera lo que tenía en la boca.

Después de unos intentos Chenle por fin pudo respirar normalmente, haciendo a Renjun sentir alivio.

Nunca pensó que algo así podía pasar.

Nunca más volvería a ser cursi en su vida.

Chenle notó que en los pedazos de cupcake había algo que brillaba y lo tomó para detallarlo mejor. Renjun estaba mucho más callado que de costumbre y cuando el menor se dio cuenta de qué era aquel objeto casi se vuelve a ahogar.

—U-un... ¿¡Un anillo!?

Renjun suspiró por el escándalo de su novio y se tiró en el césped con cara de tragedia.

—Si... Se supone que iba a ser más... romántico —respondió con cierta pena.

Chenle se quedó observando el anillo con adoración, sin prestar mucha atención a lo ridículo de la situación y de lo mal que la estaba pasando Renjun.

—Ren... ¿me estás pidiendo matrimonio...?

Renjun miró el perfil de su novio, sin comprender muy bien como Chenle podía olvidarse de las cosas tan rápido, literalmente casi se había muerto por el bendito anillo.

—¿...Supongo?

Chenle no perdió el tiempo en tirarse encima del mayor y llenar su cara de besos mientras escuchaba la risa baja de su pareja.

—¡Claro que quiero casarme contigo!

Renjun tomó con delicadeza la cintura del menor y dejó un beso suave y un poco más largo en los labios del contrario, haciendo que Chenle dejara de moverse por unos segundos, sintiéndose completamente seguro en los brazos ajenos.

—Eres increíble —dijo el rubio, acariciando los cabellos de Chenle.

El chico sonrió en grande.

—Te amo —juntó su frente con la del mayor.

Renjun tomó un respiro profundo, llenando sus fosas nasales de la esencia de su pareja y sonrió.

—Yo te amo más.




–Moon

R U D E | RenleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora