Cuatro

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Chenle no quería levantarse, pero tenía clases y ya su mamá había ido a despertarlo, tenía miedo de que si tardaba mucho en bajar su madre le regañara, él era sensible a los gritos de esa mujer.

Con flojera caminó hasta el baño de su habitación y tomó una ducha corta que le hizo espabilar un poquito. Se puso el uniforme y antes de salir se fijó en su reflejo en el espejo. Sus cabellos artificialmente rubios estaban un poco despeinados, pero no lo suficiente como para dañar su imagen así que no se tomó mucho en arreglarlos.

Al bajar las escaleras se dirigió a la cocina y su madre al notar su presencia volteó a verlo con el ceño fruncido.

—Estaba a punto de subir a buscarte. Tu desayuno está en el mesón, avísame si pasa algo.

Chenle tomó la bolsa que contenía su comida y se despidió de su mamá antes de salir de la casa en dirección a su colegio.

No vivía muy lejos y gracias a eso llegó en menos de veinte minutos, tenía otros diez minutos antes de que tuviera que ir a su primera clase.

Instintivamente sus pies lo llevaron al árbol en donde se reunía todos los días con sus amigos. Ese día no fue diferente al resto y en cuanto su amigo Donghyuck lo notó a lo lejos, gritó lo más alto que pudo llamando la atención del chino y de todos en un radio de 50 metros.

Chenle rió al ver a Jeno golpeándolo en la nuca y se apuró para sentarse en el espacio que siempre dejaban para él.

Él era el que siempre llegaba tarde.

El primero en saludarlo fue su novio, quien se había teñido el cabello de rojo hacía unos días, y aunque Chenle nunca lo decía ni lo diría en voz alta, sabía que Renjun se veía bien con cualquier cosa que se hacía.

Renjun le revolvió los cabellos con una mano y luego dejó su brazo alrededor de su cuello de forma relajada, en un hábito que ya era hasta natural.

No se dijeron nada cursi, ni siquiera un beso, por más corto que fuera, pero esa pequeña acción hizo el interior de Chenle relajarse como nunca, cosa que ya era frecuente cuando estaba con Renjun.

No sabía si alguien entendería lo que significaba querer tanto a una persona como él quería a Renjun, pero por más que pensara la mayor parte del tiempo en el mayor, sabía que las muestras de afecto no eran lo suyo, o por lo menos no las verbales, pero estaba bien, porque sabía que Renjun sabía lo que significaba para él.

Así todo estaba bien.

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–Moon

R U D E | RenleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora