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*BILL*

Me sentía en un sueño, ambos caminábamos tomados de las manos, mirando hacia nuestros alrededores, ambos sonrientes, de vez en cuando me giraba a verla, su melena negra chocaba contra el viento, su sonrisa perfecta aún seguía ahí. Mientras caminábamos de la mano volví a sentir la suavidad de su piel tocando la mía, sentía que nada era real, era muy lindo para ser real y si era un sueño deseaba que no se acabara nunca, deseaba estar en coma y que el sueño dure por siempre. Me giré a para ver su rostro, la sonrisa aún no se iba y pude notar lo emocionada que estaba. Seguimos caminando por un rato, ambos en silencio, de a ratos mirándonos con una sonrisa, disfrutando del viento y de nuestra compañía luego de cinco años lejos del otro, ambos felices, ¿A donde estábamos yendo? Ni idea, solo caminábamos, juntos, tomados de la mano y con una sonrisa en nuestro rostro, sin ningún lugar a donde ir. Podía jurar que nuestros corazones estaban latiendo al unísono.

 —¿Hacia donde caminamos?— pregunté luego de diez minutos de caminata, la miré y ella solo se encogió de hombros, sonreí y seguimos caminando por un tiempo más, encontramos un parque y decidimos que recostarnos en el césped iba a ser de lo mejor, decidimos hacerlo y ahora ambos mirábamos hacia el cielo, las estrellas, la luna, pero, Heather tenía a su estrella favorita a su lado, sonreí al recordar esa noche, ambos de la misma manera, recostados en el césped mirando al cielo, ella me dijo que la estrella que más le gustaba la estaba mirando en ese preciso momento, como se dieron cuenta, no soy bueno captando indirectas por lo que luego de dos años entendí lo que quiso decir.

Los minutos pasaron y vi como Thea se sentaba, imité su acción, se giró hacia mi y ambos volvimos a mirarnos, con una gran sonrisa en nuestro rostro, sus mejillas estaban levemente rosadas, probablemente igual que las mías. Vi como sus ojos brillaban y en un movimiento se abalanzó hacia mi, ambos quedamos recostados en el césped, ella sobre mí y yo sosteniendo su cintura, nos unimos en un gran beso apasionado, duró bastante hasta que tuvimos que separarnos para poder respirar.  —Lo siento Bill...— habló Thea, le miré confundido  —¿Por qué te disculpas?— pregunté —Fui una idiota, lo siento por lo que pasó hace varios años atrás, te juro que me siento muy arrepentida y que ninguna de mis lágrimas de esa noche fueron falsas, mi corazón se quebró completamente, sentí que había matado una parte de mí, lo siento Bill— sus palabras sonaron demasiado sinceras. Pasó sus manos por su rostro y cabello sin importarle correr su maquillaje o despeinarse —Thea... No te disculpes, fue hace muchos años, la gente cambia, ¿Sabes? Menos Tom, el sigue siendo un idiota— oí su risa, volví a oírla, mi corazón dio un vuelco —Me lo imaginaba— ella río —De verdad Bill, lo siento muchísimo, no sé lo que me pasó aquella noche en aquella fiesta... De verdad lo siento— sonreí y la abracé —Thea, yo te perdono y te perdonaré las veces que sea solo para no perderte— ella sonrío —Nunca te volvería a hacer una cosa así— asentí y volví a acercarme a ella, ambos con una sonrisa, intenté besarla pero rápidamente colocó su mano en mi pecho impidiendo que me acercara a ella —¿Qué sucede?— pregunté mientras me alejaba un poco —¿Por qué te sigues hablando con Hailey?— me sorprendí ante su pregunta, respiré y comencé a hablar —Volvimos a hablar en dos mil diecisiete a finales de ese año, ella me contactó por Facebook y comenzamos a hablar, todos los días le pregunté como te encontrabas y cuando me comentó que vendrían aquí de vacaciones, comencé a hablar con Nathan para poder darte un detalle cuando llegaras— me miró sorprendida y a la vez confundida —Los chocolates...— susurró, supuse que pensó en voz alta y asentí lentamente —Los chocolates te los había enviado yo en el momento que Hailey me avisó que habían aterrizado— ella sonrío —Muchas gracias, por cierto— me sonrió —De nada Thea— nos quedamos en silencio por unos segundos sin saber que hablar, pero, no era un silencio incómodo, era un silencio cómodo y muy agradable —¿Qué ha sido de tu vida en estos años?— pregunté —Intenté buscarte en alguna red social por todos estos años pero cuando comencé a hablar con Hay ella dijo que no tenías— Thea asintió dándome la razón —Si, bueno, no tengo redes sociales donde suba cosas de mi cara o así, tengo más que nada perfiles falsos— la miré confundido —Tengo perfiles falsos para ver el tuyo...— confesó, sonreí y acaricié su mejilla levemente —Mi vida ha sido bastante bonita. Al mudarme a Berlín comencé a trabajar de modelo, conocí a Heidi, nos hicimos amigas, fuimos a México, luego vinimos hacia aquí y mi papá intentó asesinar a Hay— la escuché atentamente, mirándola a los ojos aunque a veces se desviaban y miraban sus labios rosas —Sí, me enteré de lo ocurrido con tu padre— ella asintió y bufó frustrada.

 —¿Esto en que quedará?— preguntó —¿Volveremos a ser pareja?— volvió a preguntar —Prefiero... Ya sabes, esperar un poco y ver como sigue nuestra relación por ahora luego de estar tantos años lejos— ella asintió tranquila, parecía ser que mi respuesta era lo que ella estaba esperando que dijera —Me parece bien...— me acerqué a ella, mi mano posada en su cintura, sus manos apoyadas en el césped sosteniendo su hermoso cuello. Corrí un mechón de pelo detrás de su oreja y volví a besarla apasionadamente, al separarnos nos abrazamos y volvimos a recostarnos en el césped, pero esta vez, era yo el que estaba sobre ella, dirigí mi mirada hacia sus brazos recostados en el césped y vi que unos bellos tatuajes pintaban su piel pálida, me volví a sentar en mi lugar y ella imitó mi acción —Veo que... Te has hecho tatuajes— recorrí sus brazos con mis ojos —¡Si! ¿Te gustan?— habló feliz, asentí con una sonrisa —Mira, este es...— comenzó a contarme sobre sus tatuajes y yo parecía estar escuchándola pero en realidad me había perdido en esos bellos ojos negros que penetraban mi alma, no sabía donde estaba ni sabía que hora era pero estaba con ella y eso era lo único que me interesaba.

In The Sunshine - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora