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*SEGUIMOS CON HAILEY*

Ya habían pasado tres días, Nathan tenía que irse, todos estábamos en el aeropuerto, algunas lágrimas salían de mis ojos, lo iba a extrañar demasiado. —Te voy a extrañar mucho, cielo— dijo Nathan mientras me tomaba por la cintura, enrollé mis brazos al rededor de su cuello y besé sus labios —Yo también voy a extrañarte mucho cielo. Mándale saludos de mi parte a tu madre, por favor— Nath asintió, ambos sonreímos. Él soltó mi cintura y se acercó a los demás para saludarlo, en unos pocos minutos Nathan ya se encontraba perdido entre toda la gente, me acerqué a Heidi, Heather, Bill y Tom —Ya lo extraño...— hablé mientras las lágrimas salían por mis ojos, Bill me abrazó —Tranquila— susurró en mi oído mientras me soltaba del abrazo, sequé mis lágrimas y sentí como esta vez era Tom el que me abrazaba, un escalofrío recorrió mi cuerpo ¿Qué carajo me sucedía? —¿Vamos a comer?— sugirió Heidi —¡Sí! Muero de hambre— respondió Heather, reí, elevé mi cabeza para ver el rostro de Tom por la clara diferencia de altura que había, él bajó su cabeza y ambos nos miramos, sonreí y él me devolvió la sonrisa, rápidamente me envolvió en un abrazo fuerte y cálido, como solían ser en esos tiempos...Cuando teníamos doce años. Nos soltamos del abrazo y comenzamos a caminar hacia la salida del aeropuerto, Tom y Heidi tomados de la mano, al igual que Heather y Bill, me gustaba ver a mis amigos de la infancia y claramente a mi hermana con la persona que amaban a su lado, era tierno, pero la situación me hacía extrañar cada vez más a mi chico que ahora se encontraba en un avión, yendo a Suiza, donde viven sus padres....

El tiempo pasaba y ya era la tarde, el sol se escondía y todos caminábamos tranquilamente por las calles de Los Ángeles, me gustaba caminar por allí, era lindo, me recordaba a mi adolescencia, extrañaba esas épocas, las extrañaba mucho y aún las extraño, pero ese no es el caso, ¡En fin! —Oigan...Es tarde, tendríamos que irnos a casa— sugirió Heather, me reí, sabía que ella quería irse por el sueño que tenía en ese momento, Bill y Tom se habían dado cuenta de lo mismo que yo así que los tres nos reímos —Es mejor que digas que tienes sueño Thea— habló Tom, Heather rodó los ojos con gracia y a los minutos ya cada uno estaba yendo a su propia casa, Tom estaba por irse cuando recordé que su chaqueta se encontraba en mi casa —¡Tom!— lo llamé —¿Si?— respondió mientras se giraba hacia mi —Dejaste tu chaqueta en mi casa— hablé —¡Oh! Cierto, vayamos a tu casa, ¿Heidi, vienes?— asentí y Tom se acercó a mi, dirigimos nuestras miradas a Heidi, ella negó con la cabeza —Tengo sueño, iré a casa, Tom si quieres ir ve, pero no estaré despierta— todos reímos, Heidi era muy dormilona —Está bien, adiós chicos— saludó Tom, yo saludé con la mano, en pocos segundos la camioneta de Heather siendo manejada por Bill ya se encontraba perdida en la carretera, tomé la mano de Tom y comencé a caminar pegando pequeños saltitos —¿Cómo puedes tener tanta energía Hailey?— me encogí de hombros y seguí caminando, esta vez sin dar esos pequeños saltitos —¿Estamos cerca de tu casa?— me preguntó Tom, asentí —Sí, Tom, estamos cerca— rodé mis ojos y ambos seguimos caminando, charlando de cosas sin sentido, a veces nos quedábamos en silencio y otras solamente charlábamos mientras mirábamos el cielo, el suelo, las hojas, los árboles ETC. En pocos minutos ya nos encontrábamos en la puerta de mi casa, solté la mano de Tom, metí mi mano en mi bolso y saqué las llaves, puse una en la puerta y giré, Tom abrió la puerta y corrió hacia el sofá a tirarse, me reí y me tiré a su lado, ambos recostados en mi gran sofá —¿Dónde está mi chaqueta?— caminé hacia la cocina y vi la chaqueta sobre una silla, la tomé y se la di en manos, me senté a su lado —Gracias— sonreí —De nada Tommy— la sonrisa de Tom se esfumó a penas lo llamé por ese apodo —¡Tom! He escuchado como Heidi te dice así y tu no le dices nada— Tom rodó los ojos —Tu madre te decía ricitos de oro y yo ¡Nunca! te he llamado por ese apodo— habló enojado —¡Pero me gusta ese apodo! Solo que queda raro, tengo veintisiete años, no seis— ambos reímos —Tengo algo que mostrarte Tom— me miró confundido, tomé mi teléfono y abrí las fotos, abrí la primera y se la mostré —¿Esa foto la tomó Bill, no?— asentí 

 En pocos minutos ya nos encontrábamos en la puerta de mi casa, solté la mano de Tom, metí mi mano en mi bolso y saqué las llaves, puse una en la puerta y giré, Tom abrió la puerta y corrió hacia el sofá a tirarse, me reí y me tiré a su lado, ambo...

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—Odiaba cuando me tirabas de las rastas— me reí y golpeé su hombro —¡Oye! Tu te vengabas tirándome del pelo— él asintió —Tienes razón— seguí buscando y encontré una foto, del dos mil nueve, en verano. Sonreí y le extendí el teléfono a Tom para que observara la foto

—Odiaba y sigo odiando que me tomes así de la cara— él río —No es mi culpa que seas más bajita que yo, tengo que tomarte así para poder alcanza tu rostro— me reí —Antes éramos casi de la misma estatura— el asintió —Pero yo seguí creciendo y tu, tu...

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—Odiaba y sigo odiando que me tomes así de la cara— él río —No es mi culpa que seas más bajita que yo, tengo que tomarte así para poder alcanza tu rostro— me reí —Antes éramos casi de la misma estatura— el asintió —Pero yo seguí creciendo y tu, tu te quedaste ahí— golpeé su hombro y él se quejó, extendí mi mano para que me devolviese el teléfono pero observé como sus dedos movían la pantalla para ver las fotos siguientes

—Odiaba y sigo odiando que me tomes así de la cara— él río —No es mi culpa que seas más bajita que yo, tengo que tomarte así para poder alcanza tu rostro— me reí —Antes éramos casi de la misma estatura— el asintió —Pero yo seguí creciendo y tu, tu...

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Ese silencio raro apareció otra vez, me miró a los ojos y me mostró las fotos —¿Por qué aún las tienes?— me preguntó, suspiré y me acomodé en mi lugar —Tom, las guardo porque me gustaste desde que tenía once años hasta los veinte

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Ese silencio raro apareció otra vez, me miró a los ojos y me mostró las fotos —¿Por qué aún las tienes?— me preguntó, suspiré y me acomodé en mi lugar —Tom, las guardo porque me gustaste desde que tenía once años hasta los veinte...Pero nunca pude estar contigo, tú estabas con muchas chicas, mientras que yo, yo estaba perdidamente enamorada de ti hasta que luego apareció Nathan y bueno...Me casé con él, pero, mi adolescente interior siempre deseó que mi boda fuera contigo Tom, siempre estuve enamorada de ti, desde que te vi por primera vez, con tus rastas sueltas, un cigarro en una mano y en la otra una botella de cerveza— confesé, me sentía nerviosa, no sabía que hacer, casi se me olvidaba hasta respirar, pero suspiré y lo miré a los ojos esperando una respuesta —Hailey...—

In The Sunshine - Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora