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Misuk:

"Nena"

La sonrisa del señor Jeon me hizo hacerme más pequeña de lo que era a su lado. Él simplemente hacía volar mi cabeza con sus miradas, a veces sentía que las entendía, otras veces sentía que no tanto, como justo ahora.

¿Qué era lo que se le estaba pasando por la cabeza al señor Jeon mientras me veía totalmente avergonzada por estar húmeda debido a él?

Tal vez lo descubriría o tal vez no.

—¿Puedo mirar allá bajo esa humedad que dices sentir? —sus palabras me hicieron sentir escalofríos en todo el cuerpo.

El señor Jeon quería ver mi...coño.

Dios mío, jamás nadie me había pedido cosa igual, y al no tener relaciones sexuales con nadie, ni siquiera un ginecólogo había pedido algo así. Podía ser lo que sea pero cuando un hombre pedía algo así, era porque se refería a algo sexual, no había que ser tan tonto como para intuirlo.

Pero... ¿Yo dejaría al señor Jeon ver mis partes más... Íntimas? ¿Estaba segura de mandar todo a la basura por... él?

La verdad era que nunca había sentido nada parecido con ningún hombre, el señor Jeon me hacía sentir... Distinta, además de bien, sentía que podía darle todo de mi sin importar si me daba algo a cambio o no. ¿Eso estaba bien? Porque yo sentía que sí.

Asentí sutilmente y el señor Jeon no perdió el tiempo para arrodillarse frente a mi, sus manos acariciaron mis muslos y temblé de solo sentirlo.

Las mariposas no paraban de revolotear en mi interior, simplemente mágico.

El señor Jeon se quedó viendo mi intimidad sin expresar absolutamente nada, solo se relamió los labios como usualmente hacía, y volvió su vista a la mía, su rostro se había oscurecido tanto que me daba miedo, y aunque estaba de rodillas, no dejaba de parecerme intimidante.

—Si es por el bello, lo siento, pero en el convento no nos permiten rasurarnos las partes íntimas, señor —lo vi tragar mi vista y su sonrisa siniestra se volvió a formar en sus labios al oírme.

Volvió a mirar mi coño, y esta vez con... Hambre, tal vez con ganas de... Tocarlo. Quizás nunca podría descifrar el siguiente paso del señor Jeon, el siempre era tan impredecible que era imposible entenderlo del todo.

—Eso es lo de menos. Mañana nos metemos los dos al baño y yo me encargo de dejar ese coñito tan suave como la nalga de un bebé —su lengua delineó sus dientes.

Me sentía tan acalorada, y no era menos vergonzoso si el señor Jeon seguía mirando mi intimidad sin apartar la vista en ningún momento.

—Sube una pierna a mi hombro, Misuk —mandó.

Yo me tensé de pies a cabeza, ¿A caso él...?

Me empecé a marear de solo pensar lo que podría implicar que subiera una pierna, el señor Jeon quería poner su cara ahí, ¿Eso era posible, legal e higiénico? Definitivamente nunca había pensado que eso era posible.

Me tardé bastante pensando en miles de escenarios en lo que él señor Jeon tenía su rostro perfectamente hermoso en mi
... Intimidad y al no estar segura de si eso era algo bonito para él, no me moví, por lo que él señor Jeon terminó subiendo por el mismo mi pierna a su hombro.

Me sonrojé tanto que incluso vi todo mi cuerpo rojo de la vergüenza. Tenía al señor Jeon arrodillado entre mis piernas y él parecía bastante cómodo con ello.

Intenté zafarme, pero el señor Jeon no me dio tregua a moverme. Simplemente me mantuvo estática en mi lugar.

Cuando sus ojos tocaron los míos, y su nariz acarició mi bello púbico los escalofríos parecían acabar con mi cuerpo y quise gemir y a la vez hundir mi cara en la tierra de la vergüenza.

Unholy › jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora