cap 5

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Con una pesada resignación, Harry observó una vez más cómo Draco Malfoy se retorcía, vomitando por quinta vez aquel día.

"Draco, deberíamos dirigirnos a la enfermería," sugirió Harry, manteniendo su voz lo más suave posible, temiendo que un tono demasiado severo pudiera empeorar las cosas. Viendo cómo la tez de Draco se volvía más pálida de lo que parecía posible, extendió una mano para acariciarle la espalda, una pequeña muestra de consuelo en medio de circunstancias inciertas y aterradoras.

Harry había asumido, de alguna forma inesperada, el papel de confidente y paño de lágrimas del reclusivo Draco Malfoy. Sucedió aquel día cuando Draco no llegó a su encuentro después de la clase de posiciones. Había buscado a Draco, con Hermione susceptible por los pasillos de Hogwarts, mientras Ron estaba obstinadamente renuente a cualquier intento de búsqueda. Ron no tenía interés en buscar a Draco, incluso si implicaba que el castigo de Harry se extendería más allá de lo que podía soportar.

Finalmente, con la ayuda de Myrtle la Llorona, Harry encontró a Draco escondido en uno de los baños menos visitados de la escuela. Había irrumpido con el ceño fruncido, listo para reprochar a Malfoy por su ausencia inconsiderada. Pero sus críticos pensamientos y reproches habían sido empujados a un lugar lejano en su mente al escuchar los sollozos apagados del rubio.

De algún modo, era asombroso. Draco, el mismo chico que había sido su rival personal durante sus cinco años en Hogwarts, estaba llorando. Por un breve instante, Harry se preguntó si esto era algún tipo de karma, pero rápidamente descartó ese pensamiento. En lugar de eso, abrió la puerta del baño, se tomó un momento para componerse y, con un suspiro resignado, se sentó a lado de Draco.

"Aunque el destino trazó nuestro sendero como enemigos irreconciliables, esta noche, quizá en un sueño profundo, ha olvidado sus designios, pues ahora nos encontramos en la paradoja de ser enemigos que se han convertido en amigos" Con las palabras de Harry vibrando en el aire, un abrazo sincero y conmovedor envolvió a Draco, quien se entregó a su refugio en el pecho de su antiguo rival. Los sollozos silenciosos que atormentaban al joven Malfoy se liberaron formando un caudal incontenible de lágrimas, permitiéndole finalmente exhalar su pesar y desahogar todo aquello que yacía oculto en su corazón.

En esa íntima comunión, Harry adoptó el papel del confidente silente, prefiriendo respetar el poder de las lágrimas como catalizador de una catarsis necesaria. No se atrevió a interrumpir aquel acto sanador que se desplegaba ante sus ojos, dejando que las lágrimas fueran los únicos versos capaces de narrar la historia que Draco llevaba dentro.

Aunque desconocía los detalles de las heridas emocionales de Draco, Harry se aferraba a la certeza de que alguien había lastimado al rubio de una forma insidiosa y profunda. El sufrimiento no era solo fruto de batallas físicas; se trataba de una afrenta al alma, la cual resonaba en ese estado desgarrador. A través del abrazo solidario y el silencio empático, Harry se convertía en aquel amigo inesperado que Draco nunca pensó tener.

Draco se limpió débilmente la boca, tratando de recuperar un poco de su compostura habitual. "Estoy bien, Potter," balbuceó, forzando una sonrisa débil mientras trataba de recordar exactamente qué había comido. Pero, por alguna razón inexplicable, su mente seguía volviendo a una deliciosa y decadente tarta de chocolate.

"Sí, claro," respondió Harry, su ceño surcado de preocupación. "Es lo mismo que me dijiste ayer y la semana pasada." Harry sabía algo definitivamente no estaba bien con Draco. Vomitar diariamente era un signo claro de que algo no estaba bien. Durante los dos meses que habían estado bajo castigo, nunca había visto a Draco tan enfermo. Estaba seguro de que el deterioro de su salud había comenzado alrededor de hace dos semanas, cuando lo encontró llorando en el baño.

DRACO MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora