Draco ya no sentía la presión que antes lo había atenazado mientras sostenía a Scorpius con cuidado en brazos. La señora Weasley miraba con ternura a su nieto, observando sus cabellos rojos, sus ojos azules y las pequeñas pecas que adornaban su piel. Era una réplica perfecta de su hijo George, y las palabras que ella sentía brotaron del corazón mientras decía: "Gracias". Draco volteó hacia la señora Weasley, sorprendido por sus palabras, con una dulce sonrisa agradeció a Draco. "Gracias por estar aquí. Es el mejor regalo que podría haber recibido", añadió con emoción en su voz.
Draco se permitió sonreír genuinamente, dejando de lado momentáneamente su máscara de seriedad. "Gracias a usted por no rechazarnos", dijo con gratitud. La señora Weasley, con calma y tranquilidad en su rostro, respondió: "Querido, jamás te hubiéramos rechazado. Eres la persona que más ama a nuestro hijo George. Eres su alma gemela, y nosotros jamás haríamos algo para separarlos".
Las palabras de la señora Weasley causaron un rubor en las mejillas de Draco. Saber que George había compartido con su familia el amor que sentía por él le llenó el corazón de una calidez que nunca había experimentado antes. La charla continuó, y Draco explicó que la decisión de visitar la casa de los Weasley había sido suya y que George no sabía nada al respecto. Era una sorpresa tanto para George como para sus padres. La señora Weasley se emocionó ante la idea de que sus hijos pronto llegarían y conocerían al pequeño Scorpius, quien dormía plácidamente en la cuna que el señor Weasley había sacado del desván.
Draco pidió a Hermione que enviara una carta a George, informándole de la supuesta enfermedad de la señora Molly y urgéndolo a venir a la Madriguera. Hermione se mostró reacia ante la broma de mal gusto, pero, sin muchas opciones, accedió a escribir la carta.
Mientras Draco, Hermione, Harry y los señores Weasley se encontraban en la cocina preparando el almuerzo, la puerta principal se abrió. Ron y Ginny entraron discutiendo acaloradamente sobre quién era el mejor jugador de Quidditch. Se dirigieron a la sala, aún envueltos en su debate, hasta que los ojos de Ginny se posaron en la cuna junto a la chimenea. Ambos se acercaron confundidos, y los ojos de Ginny brillaron al ver al pequeño bebé dormido. Observó sus cabellos rojos y sus mejillas gorditas y rojas con adoración. "Ron, mira qué hermoso es", exclamó Ginny, acercándose aún más al bebé.
Ron, perplejo, preguntó sin saber a quién pertenecía el bebé. Ginny ya había deducido que era su sobrino, el hijo de George, pero decidió no revelarle la verdad a su hermano en ese momento, temiendo su reacción. Los ojos de Scorpius se abrieron, revelando sus características semejantes a las de Draco, y Ron, asombrado, gritó sin control: "¡Malfoy!". El eco de su voz llenó la casa, asustando al bebé y haciéndolo comenzar a llorar con un puchero inevitable en sus labios.
Ginny se mostró molesta ante la reacción de Ron y le reprochó furiosa: "¿Qué has hecho, Ron? Mira lo que tu grito hizo". Intentó calmar al bebé, pero solo lograba aumentar su llanto. Con palabras llenas de consuelo, trató de apaciguarlo: "No, no llores, bebé. El tonto de Ron te asustó".
Ron frunció el ceño ante la respuesta de Ginny y dijo en defensa propia: "¿A quién le llamas tonto? Además, ¿no te das cuenta de que es el bebé Malfoy?". Ginny se levantó molesta y le espetó: "Sí, idiota, pero también es el hijo de George, tu sobrino, por lo tanto, es un Weasley, cabeza de paja".
Draco miró con alarma la situación que se había desarrollado en la sala. Su corazón latía rápido mientras llegaba corriendo hasta la cuna donde Scorpius estaba llorando, sus rasgos característicos de malfoy estaban plasmados en su rostro preocupado. Levantó a su bebé en sus brazos con cuidado, arrullándolo con voz suave para calmarlo. Mientras intentaba consolarlo, los llantos del bebé comenzaron a disminuir gradualmente, reconociendo la seguridad y el amor en los brazos de su padre.

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DRACO MALFOY
Fanficun celo inesperado, ara que Draco encuentre a su Alfa predestinado. +18