Capítulo 29: Jocker

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Recuerdo esa noche haber escuchado a Alex decir que llevaba unos 4 días sin dormir, ya que al colgar nuestras llamadas ella dormía tranquila, pero al pasar las horas se despertaba aterrada, no podía descansar por las noches ya que enseguida comenzaban sus pesadillas.

Decía que eran las pesadillas más crueles e inhumanas que alguien pudiese imaginar, a tal grado que ella sentía que moriría durmiendo.

Lucía tan desgastada y débil, tenía los ojos consumidos por las ojeras, rodeados por su característico color negro intenso, la mirada llena de angustia por no poder dormir y las manos tan nerviosas y las pupilas dilatadas por toda la hiperactividad de su cuerpo en estado máximo de alerta.

Se veía consumida por todo el terror que la abrumaba.

Cuando ella me contó a detalle la situación que intentaba sobrellevar, decidí apoyarla, hacer lo que estuviese en mi manos para aliviarla, para poder ayudarla a dormir.

Así que cuando Alex me escribía diciendo que ya estaba agotada y debía descansar, yo le marcaba y dejaba la llamada el resto de la madrugada, no importaba si ella ya dormía, o si yo estaba estudiando para algún examen. La llamada se quedaba abierta para escuchar si Alex lloraba o gritaba por un mal sueño.

Cuando esto ocurría, colgaba la llamada y me encargaba de llamarla haciendo vibrar el móvil de Alex hasta despertarla, y hacerle saber que yo estaba del otro lado de la llamada pendiente de ella, hacerla sentir que no estaba sola y lograr tranquilizarla para que intentase dormir de nuevo.

Me aseguraba de que cada día hubiese descansado y comido adecuadamente.

Al acercarse las fechas de noviembre le dije a Alex que viajaría nuevamente a casa para estar con mi familia en época de día de muertos, ella asintió un poco triste al saber que no nos veríamos cada viernes como de costumbre.

Irás a visitar a tu familia también?-La cuestioné un poco preocupado, ya que la mayoría de los estudiantes al aproximarse estas fechas se van de la ciudad, y no quería que ella se quedase sola.

Mis padres me escribieron diciendo que llegarán la próxima semana-Me responde bastante insegura, pero me dirige una sonrisa para calmarme sin abrir los labios.

Estás segura de que vendrán?-Le pregunto bastante preocupado.

Deben venir, hace varios meses que no los he visitado ni ellos a mí, así que confío en que querrán venir en cuanto se desocupen del trabajo-Me responde esperanzada de la promesa que sus padres le han hecho.

Para ese entonces, la ciudad ya se había vestido de un color anaranjado por todas sus calles, el clima más fresco y con aroma a flores de Cempasúchil. No había calle que no te transmitiera la sensación de estar rodeado de altares y ofrendas a los difuntos que sus seres queridos habrían llevado, o incluso los tapetes de colores realizados en la calle que la cubrían por completo resaltando los pétalos de flores amarillas, rosadas y anaranjadas y rodeados de diamantina de color verde, azul, plateado y dorado en cada detalle de este.

El 30 de octubre recogí a Alex de su casa para recorrer un rato la ciudad los dos juntos, ya que a la mañana siguiente yo viajaría fuera de la ciudad.

La tomé de la mano por todo el camino, nos tomamos fotografías juntos en los altares que más nos gustaron, y otras más con alguna marmota de muerte. Compramos una marquesita de fresa y queso, para después comerla sentados en la fuente del zócalo.

Se veía feliz, moviendo sus pies de lado a lado sentada en la fuente, como si por esos segundos nada le preocupase.

Seguimos recorriendo la ciudad por la noche y llegamos a una calle en la que vendían flores de distintos colores y frente a estas una panadería que despedía por sus alrededores un olor peculiar, un fuerte aroma a pan de yema. Entramos a la panadería y compramos un minipan para cada uno, lucían exquisitos, cada uno con sus semillas de ajonjolí que adornaban su superficie y sintiendo su calidez al llevarlo en la mano.

Cuando salimos de la panadería en cielo resplandecieron los fuegos artificiales de muchos colores, formando calaveras en ellas. Una tras otra, sonaban las bombas de colores en el cielo oscuro, dejando caer pequeñas cascadas de luz que iluminaban los alrededores del zócalo.

Al voltear mi rostro me percaté de que Alex estaba sollozando mientras tomaba con una mano su nariz y mentón, como evitando hacer ruido. Coloco mis manos sobre sus hombros y le pregunto la razón por la que se ha sentido así.

Crees que mis padres vendrán a verme? Los hecho mucho de menos y ellos no han preguntado por mí desde hace mucho, pareciera que intentan olvidarme-Me cuestiona con un suspiro al terminar la pregunta y su llanto aumenta de intensidad haciendo que sus ojos se tornen de un color rojo intenso.

Nadie que te conozca lo suficiente podría olvidarte Alex, probablemente tus padres tengan bastante trabajo que les impide tomarse un tiempo para llamarte, pero estoy seguro de que les preocupas, eres un ser con muchas cualidades, lleno de bondad y que logra hacer que los que se encuentran cerca de ti puedan brillar. Ellos harán lo posible por venir a visitarte, y si no es así buscarán la oportunidad para poder verte de nuevo-Le respondo mientras la abrazo fuertemente y dándole palmaditas en su espalda en señal de compasión.

Gracias por estar siempre a mi lado cuando siento que el mundo se me cae a pedazos, normalmente no me gusta tener compañía, pero desde que te conozco no imagino estar al lado de alguien que no seas tú-Me acaricia las mejillas y gira entre sus dedos un mechón de mi cabello, se levanta de puntitas para besarme con dulzura los labios.

Había probado cientos de dulces exóticos, otros miles de postres exquisitos, pero ninguno se asemeja a la dulzura de sus besos.

El siguiente obsequio que le di fue una calavera de chocolate, para que pudiera comerla cuando me encontrase fuera.

A la mañana siguiente, eran las 5am pero decidí escribirle un mensaje de texto diciéndole lo mucho que la extrañaría, que esperaba verla en cuanto volviese a la ciudad y sobre todo, que la quería.

Alex debía estar durmiendo a la hora que le llegó mi mensaje, ya que no respondió. Esa última vez que la vi, lucía un poco cansada y desvelada, pero me había dicho que las pesadillas habían disminuido, me preocupaba que las volviese a tener si yo no estaba cerca. Por otro lado, llegué a sospechar que algo extraño ocurría entre los padres de Alex, me parecía demasiado despreocupado que sus padres no estuviesen al pendiente de ella, aún más siendo mujer, tenía muchas hipótesis girando en mi cabeza, pero deseaba que todas ellas fuesen falsas.

Pensaba también en el origen de las pesadillas de Alex, recordé cuando en una plática con Shawn me contó que a su hermano le pasaba algo similar al dormir, pero hasta que fue a terapia de psicología pudo saber que una de las razones por las cuales ocurren estas pesadillas es por algún evento traumático que haya sufrido en su pasado, me explicó también que muchas veces estos eventos no se reflejan al instante, sino que pueden tardar meses o incluso años en tornarse de una forma que dañe a la persona que lo ha vivido.

Creía que Alex sufría por algo tan fuerte que le habría ocurrido, algo indescriptible que provocaba sus pesadillas, tan atroz que la consumía en vida y le arrebataba la pureza de su ser. Pero me aterraba aún más que eso algún día le impidiese seguir con vida.

Quería que cuando ella me tuviese la suficiente confianza pudiera contarme la causa de sus temores nocturnos, no iba a presionarla para contármelo, pero me preocupaba que cuando yo supiese lo que ocurría ya fuese demasiado tarde.

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BYLUR (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora