8. ★NagiReo★ "¿Me seguirías queriendo aunque fuera una planta?"

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★Relaciones: Nagi Seishirou/Mikage Reo
★Palabras: 853
★Advertencias: Ninguna
★Etiquetas: Pre-canon, relación establecida, Fluff, algo ridículo.
★Sinópsis:
「Nagi a veces desearía ser una planta」.

Nagi Seishirou a veces no parecía un ser humano

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Nagi Seishirou a veces no parecía un ser humano.

Muchos se preguntaban qué clase de anomalía genética o perturbación de las fuerzas naturales sostenían su existencia.

Apenas y lograba hacer lo que un humano promedio hacía: ingerir alimentos y líquidos suficientes, deponer esos mismos y moverse un poco cuando no estaba durmiendo. A veces jugaba videojuegos, a veces leía algo simple, a veces asistía a las clases sin dormir demasiado en ellas, pero incluso eso era rozar demasiado el límite para ser un humano autosuficiente. 

Luego, por una increíble cadena de eventos su camino chocó con el de Mikage Reo. 

Reo era totalmente diferente, obtenía lo que quería y trabajaba duro para obtenerlo. Mikage Reo es quizá la primera fuerza del universo que alteró la vida de Nagi Seishirou. La segunda, fue el fútbol.

El cómo Nagi sacaba las energías suficientes para jugadas tan talentosas a base de gelatinas, seguía siendo un misterio. Pero lo seguro era que la existencia de Reo cerca de su órbita cambió a la inexplicable supervivencia de Nagi Seishirou a una más tolerable por el universo. No solo por comenzar a moverse dentro de la entropía a la que debía pertenecer, sino que incluso llegó a remover las emociones que permanecían planas y dormidas a sus adentros. 

Quizá era justo decir que Mikage Reo lo había vuelto más humano y a la vez más irregular. 

—¿Una planta? —Reo acariciaba el cabello de Nagi, estaba húmedo por el sudor del partido, aunque al joven millonario no parecía importarle. 

—Sí, en mi siguiente vida quiero ser una planta —musitó Nagi, sin siquiera abrir los ojos, habiendo agotado toda su energía del día—. No escuela, no esfuerzo. Solo fotosíntesis. 

Reo dejó escapar una risa. 

—Quizá lo fuiste en tu vida pasada y por eso eres así. 

—Ojalá volviera a serlo, entonces. 

Nagi Seishirou no pensó en la profundidad de sus palabras, así como no era consciente de sus verdaderos deseos o de las fuerzas que su nacimiento en este mundo llegaron a alterar. Así que solo se quedó ahí, sin pensar en las palabras dirigidas a su —por increíble que suene— novio. 

—Reo… —En medio del sueño que lo arrastra a un mundo onírico, Nagi murmuró—. ¿Me seguirás queriendo aunque fuera una planta? 

El joven Mikage detuvo sus caricias, su estómago se removió como si contuviera la risa, o esa impresión le dio a Nagi, quien no encontró voluntad suficiente para abrir los ojos y comprobarlo. El regazo de su compañero era demasiado confortable para pensar en lo demás. 

—Claro, aunque así no podrías jugar para mi, seguirías siendo mi tesoro. 

Satisfecho por la respuesta, Nagi se quedó dormido sobre el regazo de Reo. 

Un pensamiento vago o un deseo profundo, cualquier ente sobrenatural podría confundirlo, quizá el mismo cerebro atípico de Nagi Seishirou podía hacer jugadas con ello. 

Lo único de lo que Nagi estaba seguro, era que cuando recuperó la conciencia, se encontraba en una gran habitación que sin duda no era suya.  

Por alguna razón, no encontró posible volver a dormir, aunque fue innecesario, ya que logró encontrar a alguien moviéndose sobre la cama de aquel lugar.

Reo salió de sus mantas, con el cabello revuelto, diferente a su suave peinado, y sus ojos aún adormilados. 

Era una vista bonita, así que Nagi no se quejó, aunque por su situación actual no podría de todas maneras. 

Reo se talló los ojos y miró en su dirección, posando su mirada en él. Sonrió ampliamente como pocas veces se permitía en público y se acercó. Su cara estaba tan cerca que podía hacerle cosquillas en sus delgadas hojas. 

—Buenos días, Nagi, hoy toca que tomes agua, aunque no necesites mucha, aún debes tomarla. 

Nagi casi se pierde en el tono dulce de la voz de Reo, vio cómo su mano se estiraba para tomar una pequeña jarra de agua y la vertió sobre él, refrescándolo gratamente, haciendo que las raíces bajo la tierra de la maceta se estremecieran con satisfacción. 

—Se ve que tenías sed, buen chico —murmuró, mientras pasaba uno de sus dedos sobre sus hojas. 

Nagi era una planta, y de alguna manera se sentía feliz como planta, pues tenía el cariño y los cuidados de Reo. Poder estar con Reo era lo mejor. 

Sin embargo, tras unas pocas palabras el chico se fue, dejando a Nagi en una habitación grande y solitaria, en espera de su regreso. 

Quizá y solo quizá, ser una planta tenía unas pocas desventajas. 

—Joven amo, ¿quiere que lleve al joven Seishirou por usted? —Baya le preguntó cortésmente. 

Aún así, Reo negó con la cabeza. 

—Me gusta llevarlo —dijo mientras acomodaba a Nagi en su espalda—. Me pregunto qué estará soñando, se ve muy tranquilo. 

Baya sonrió. 

—Quizá sueñe con el joven amo, después de todo siempre le piensa mucho. 

Reo desvió la mirada para disimular su sonrojo y la felicidad que esa idea le causaba. 

—Es Nagi, probablemente sueñe con ser una planta o algo así. 

Baya estuvo de acuerdo. Ninguno de los dos podía saber la razón de sus palabras. 

Nagi Seishirou era una anomalía difícil de entender, después de todo. 

De 0 a 100 【Blue Lock ★ One Shots】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora