Capítulo 14

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Narra Javiera

Ese beso con Flavia desestabilizó aún más mi vida, llevábamos algo de tiempo distanciadas con Maira, ella está coqueteando con alguien más y ya no se que siento. 

Flavia sigue siendo esa primera mujer a la que amé, pero también la primera que me lastimo, 7 meses tardó en formar una vida y nuestra promesa de cinco años se fue a la mierda. 

Entró en la sala de reuniones y escuchó a Gonzalo hablando con Zamora, llevamos algo de tiempo detrás de una pista por la desaparición de unos recetarios médicos de Joaquín Acevedo. 

– Pero puede ser la familia también pues jefe, ¿no?– pasó a Gonzalo y me coloco en mi lugar, reviso mi libreta porque se que anote algo sobre ello 

– Si, puede ser alguien de la familia. Oye ¿y Miranda?, la sobrina, esa chica tiene problemas de drogas 

– Si, pero no creo que tenga acceso fácil a la recetas, la tienen que tener super vigilada con eso– apoyó ambas manos sobre la mesa

– Bueno, pero cuando alguien es adicto hace cualquier cosa para conseguir lo que sea, ¿hace cuanto tiempo que no tiene una recaída?– Siento todo dar vueltas a mi alrededor, mi garganta se cierra y mi cabeza duele. 

Siento que mis piernas fallan y no logran responder cuando intento sentarme. Caigo golpeando mi cuerpo contra el piso, Gonzalo se acerca a mi y me ayuda a pararme. 

– Cáceres– Gonzalo toma mi cara en sus manos para que lo mire– ¿Puedes mirarme?– hago un esfuerzo por enfocar mi vista– ¿estai bien?

– Si, solo me duele la cabeza 

– No, tú llevas varios días con mala cara, algo te pasa

– Gracias– Chasqueo la lengua y cuando siento mis piernas un poco más firmes me paro

– Oye, tómate la tarde y ve a tu casa 

– No, no– niego mientras intento volver a mi lugar, pero él avanza haciéndome retroceder 

– Es una orden Cáceres, te vas a tu casa y te me cuidas 

– No, no, hay muchas cosas por hacer todavía 

– Cáceres ve a casa– toma mi mochila y me empuja fuera de la sala. Cuando salimos veo a Teresa llegando pero no logro prestarle atención– pídele a la Maira que te haga una sopa y si mañana te sientes igual o peor vas al médico 

– No, no me podei tratar como un cabro chico, en serio para 

– ¿Y para que te vas a quedar aquí?, necesitas descansar 

Hago lo que Gonzalo me pide y vuelvo a mi casa, hay música saliendo de un tocadiscos, dos copas con vino sobre la mesa, subo las escaleras despacio… la cama esta desarreglada y escucho un ruido desde el baño. 

Me quedo completamente quieta ante la escena frente a mi, Maira y esa chica Isidora están juntas en la tina de mi casa, intento hablar pero las palabras no sales, ella logra divisarme y se separa, niego algunas veces antes de salir. 

– Javi, Javi, espera– escucho su voz pero no me importa, bajo lo más rápido que puedo las escaleras, en los últimos escalones tengo que apoyarme en la pared, todo esta dando vueltas otra vez. 

Cerré con fuerza el tocadiscos y las dos bajan las escaleras, Maira se acerca a mi pero se lo impidió poniendo una mano frente a mi. 

– Deja a la vieja y ven conmigo Maira– mire a Maira, quería que se la lleve lo más lejos posible 

– Isi callate 

– ¡Sacala!– cruce a las dos  y subí de nuevo las escaleras. Otra vez esa sensación de no poder respirar, era agotadora, quite las sábanas de la cama y las hice un bollo, Maira entró en la habitación y me miró. 

– Te iba a contar… es una huevada, se va a acabar 

– Ah, se va a acabar, entonces esto si empezó, cuando te lo pregunte, ¿me mentiste?, además de tirarte a esa mina en mi casa, me mentiste 

– Estábamos mal Javi 

– No me eches la culpa a mi– sentía que si no salía de ahí todo se iría a la mierda, me apoye en el mueble detrás mío y me senté. Intentaba respirar tranquila pero las ganas de llorar ganaban. 

– ¿Qué hago?, ¿me voy de la casa?– Maira se agacho a mi lado 

– Sabes que no te voy a dejar en la calle 

– Perdona– intentó tomar mi mano pero se lo impido

– No me toquei, ¡se acabó!– tomé aire– Mírame bien, porque esta mierda se acabó 

– Javi, yo no quise 

– ¡CÁLLATE!, no quiero oírte 

Me puse de pie y volví a bajar las escaleras, agarre las llaves de mi auto y salí, no podía pasar un minuto más ahí dentro. 

Maneje por varios minutos con esa sensación de agotamiento en mi, no solo era físico, también mental. Toda mi vida está hecha un desastre. Mi celular sonó y vi que era un mensaje de Flavia para vernos, tal vez si me ayudaría verla y aunque sea intentaría aclarar mis ideas. 

El camino a casa de Flavia fue un poco largo, aproveche para intentar tranquilizarme, pero era difícil, todo en mi estaba de cabeza. Necesitaba que por una vez algo saliera bien. 

Mi celular sonó varias veces, Gonzalo y Maira no paraban de llamar, me limite a apagarlo, solo quería que me dejaran tranquila un momento. 

Llegué a casa de Flavia, toque el timbre y espere hasta que me abrieron, entré en la casa y vi a Flavia sentada a unos cuantos metros. 

– Javiera– mire a la mujer que permanecía a mi lado y Flavia le hizo señas para que nos dejara solas– ¿que paso? 

Ya no podía más, las lágrimas empezaron a caer por mi cara y mi cuerpo temblaba, me apoye en la columna, Flavia corrió hasta mí, pasó una mano en mi mejilla intentando secar las lágrimas pero fue imposible, sin preguntar nada me tomó en sus brazos y terminé por romperme. 

Sentía su agarre sostenerme con fuerza, una de sus manos en mi cintura y la otra en mi pelo tratando de calmarme, no importaba cuánto tiempo pasará, ella seguía conociéndome como nada en la vida. Cerré los ojos al sentir que mis piernas fallaron, pero ella no me dejó caer, apretó aún más sus brazos y yo correspondi, mis manos pasaron por debajo de sus brazos y me sostuve en sus hombros.

No se si es amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora