15_ Baile de San Valentín

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P. O. V. SAMUEL

Si hace unos meses alguien me hubiera dicho que pasaría mucho tiempo junto a Carla Rosón Caleruega me hubiera reído. Es decir, somos enemigos naturales. Ella se encargó de eso siendo una perra conmigo (al igual que la mayoría de los estudiantes de Las Encinas). Aunque ella, Lu y Polo le pusieron especial énfasis al asunto.

Sin embargo, aquí estoy, investigando si una marquesa supuestamente muerta está realmente muerta. Este es el caso más extraño que he investigado. Lo digo yo, que he investigado un fraude electoral estudiantil. Pero, sorprendentemente, el caso de Beatriz había dado tantas vueltas que ahora no es tan loca la idea de que la mujer pudiera estar viva.

 Pero, sorprendentemente, el caso de Beatriz había dado tantas vueltas que ahora no es tan loca la idea de que la mujer pudiera estar viva

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Me encuentro en una de las mesas de la cafetería de Las Encinas. Decir que muchos nos miran extrañados que estemos uno a la par del otro sin pelear es poco, especialmente Lu y Polo que están entados unas mesas más allá.

-Tu mamá tenía 14 tarjetas de crédito activas al desaparecer-le explico a Carla mostrándole unos papeles y señalo una en particular-Ésta es la única que sigue en uso. La de platino sin límite.

-El arma preferida de mamá-dijo Carla.

Me sigue pareciendo extraño la cercanía que tengo con Carla ahora y, por alguna razón, no quiero indagar en eso.

-También es la única registrada con el apellido de su madre: Montalbán-le cuento a la rubia-para las otras usaba el Caleruega. Quizás sea una coincidencia.

-¿Crees que está tratando de esconderse?-me pregunta ella.

Lo que menos deseo es darle esperanzas que podrían destrozarla eventualmente.

-Es difícil saber. Hasta ahora la ha usado una sola vez en el alquiler de un auto-le digo-No hay video de vigilancia del punto de venta. Pedí una copia de la firma de la tarjeta. Podría tardar.

Carla lo piensa por un momento.

-¿Qué modelo de auto?-me pregunta.

-Un Mercedes, rojo, convertible-le explico.

-Es la marca preferida de mamá, de papá y de mi hermana también-dice ella como si hablara consigo misma.

Los silencios de Carla me incomodan mucho. Nuestras interacciones son siempre para pelear, exceptuando este caso. Me pongo de pie para marcharme

-Te avisaré si la usa otra vez-le digo y me marcho.

Sin embargo, ella camina junto a mí y esto se vuelve aún más extraño.

-Oye, Samuel...-dice ella y nos detenemos en frente de la puerta abierta del gimnasio de Las Encinas.

Me observa algo incomoda. No logro encontrar en ella sus características miradas de arrogancia y condescendencia.

-Quería decirte...gracias por ayudarme-me dice, sorprendentemente tímida.

Agarra mi brazo como una forma de demostrar gratitud o...afecto. Mi respiración se acelera ligeramente.

Samuel García, detectiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora